Aznar regaña a Rajoy y no descarta volver

La expresión recurrente de "cada vez que Aznar habla, sube el pan" se queda corta, muy corta, para describir la entrevista del expresidente del gobierno anoche en Antena 3. La directora de informativos del canal, Gloria Lomana, le hizo las preguntas que tenía que hacerle, especialmente en la primera parte del cuestionario cuando interrogó a Aznar con bastante insistencia sobre los sobresueldos en el PP y el luminoso y peculiar regalo de Francisco Correa a su hija el día de su aristocrática boda en El Escorial. Francisco Marhuenda, director de La Razón, y Victoria Prego, del diario El Mundo, acompañaron a Lomana en la entrevista. El primero parecía hacer preguntas por boca de su amigo Rajoy (lo de amigo es textual, no una forma de hablar) llegado un momento de la entrevista, concretamente aquel en el que Aznar tiró de las orejas de manera indisimulada a su sucesor. Prego, como siempre, estuvo más que correcta.

Aznar quería dar titulares. Terminada la entrevista, estaba claro cuál fue su motivación para conceder (o pedir, no lo tengo claro) esta entrevista: regañar al gobierno y dejar caer que él no descarta volver a la política activa. Ante 2.191.000 espectadores (un 14% de share), el expresidente colocó esos dos mensajes. La regañina a Rajoy y al gobierno en su conjunto era el titular más jugoso de la entrevista hasta que, casi al final, Gloria Lomana le preguntó si volvería a la política activa si viera una situación excepcional en España. Aznar no dijó que no, ni explicó que no le gustaría presentarse como un salvador del país que dejó en una situación económica inmejorable (la "burbuja inmobiliaria" no salió en toda la noche). Más bien al contrario. Juzguen ustedes mismos: "Cumpliré con mi responsabilidad, mi conciencia, mi partido y mi país". ¿Eso es un sí? Lo parece. Más que un no, desde luego. 

Con Rajoy habla poco. Tan poco que sólo ha mantenido una charla larga con él desde que es presidente del gobierno. Seguro que su sucesor, designado a dedo por él, vio la entrevista ayer, que casi puede contar como una charla. Aznar cree que el gobierno debe bajar impuestos, le gustaría que tuviera "objetivos históricos renovados, un proyecto político claro y una acción política decidida a favor de ese proyecto". El gobierno actual heredó unas cuentas desastrosas, dijo, pero también una mayoría absoluta muy amplia. Es decir, Aznar está en el bando (quizá detrás de él desde el principio) de quienes dentro del PP piden aplicar el programa electoral del partido, utilizar la mayoría absoluta para aplicar su proyecto. En fin, Aznar está junto a (o al frente de) los miembros del PP insatisfechos con la labor del gobierno. Es más, el expresidente se presentó en un momento de la entrevista "como millones de votantes del PP", deseoso de ver cambios en el ejecutivo, de verle aplicar su programa. Hasta ahora, ponía cara a este descontento Esperanza Aguirre. El salto de calidad es notable, pues desde ayer al frente del revuelo interno se sitúa el líder espiritual de la formación política, que puede estar pensando en quitar ese adjetivo detrás de la palabra líder para dejarlo a secas. 

Las críticas veladas, o no tanto, al gobierno actual por boca de José María Aznar no han debido de sentar muy bien en Moncloa y es de suponer que provocarán nuevos movimientos internos en el partido. Ayer eran varios analistas políticos quienes situaban a Aznar como "nuevo líder de la oposición" (Rubén Amón fue al primero que se lo leí en Twitter) y un responsable político del PP, Borja Sémper, no podía ser más elocuente en la famosa red social: "Zapatero se consolida como el mejor expresidente del gobierno". Marejada, pues, en el PP. Otra más, pues estas palabras de Aznar se suman a la incertidumbre por la investigación judicial sobre los papeles de Bárcenas y el caso Gürtel.

Preguntado por esta cuestión, Aznar negó haber cobrado sobresueldo alguno siendo presidente del gobierno. Antes, cobraba una retribución por ser presidente del partido más su sueldo como diputado. Todo declarado a Hacienda. Todo legal. Dijo que no le constaba que existieran sobresueldos en negro en el PP. Sobre el regalo del presunto cabecilla de la trama Gürtel a su hija el día de su boda (la iluminación del banquete), el expresidente dijo que es normal que los invitados regalen a los novios. Tiene razón. Lo que es menos normal es que hagan ese tipo de regalos. Desde luego, yo no he visto en ninguna lista de bodas la iluminación como posible regalo. Al menos de momento, porque quizá cree tendencia. También arremetió contra uno de sus enemigos íntimos clásicos, el grupo Prisa. 

Dijo que la empresa propietaria del diario El País y la Cadena Ser está en una situación próxima a la bancarrota (como si eso la inhabilitará para dar informaciones veraces), que siempre le ha odiado (intentaron evitar que llegará al gobierno y luego que gobernará, aseguró) y que ha vendido su canal de televisión Cuatro a un señor procesado por los tribunales. Ese señor es Silvio Berlusconi, invitado a la boda de la hija de Aznar y, hasta donde sabíamos ayer, entrañable amigo del expresidente. "Lo que más me preocupa es que ese grupo pueda llegar a ser insolvente y no pueda pagar las condenas a las cuales va a tener que hacer frente", remató. No le faltaron mensajes para los nacionalismos, otros receptores de su ira desde tiempos inmemoriales (salvo cuando los necesitaba para gobernar). 

¿Podría volver Aznar a la política? ¿Contaría con apoyos suficientes dentro de su partido? ¿Qué dirían los ciudadanos? Su actitud de ayer ha sido claramente desleal con Rajoy, a quién él situó al frente del partido. Le movió la silla en prime time, le tiró de las orejas, le achacó su falta de determinación y rebatió su actitud de manera aparentemente velada, pero nítida. Es un movimiento extraño que puede responder a un verdadero interés por volver a la primera línea política, pero que también puede no ser más que un tanteo para que el gobierno se ponga las pilas, digamos, se inquiete ante la posición del mítico presidente de honor de su partido. Una voz de alarma. Un grito para que espabile. La voz crítica, el verso suelto, no es ya Esperanza Aguirre, con gran peso político pero no comparable al del expresidente. Uno sufriría por Rajoy si no fuera porque sabe que se tomará todo esto con mucha calma y tranquilidad, como todo. Aznar ya ha colocado su mensaje. Continuará. 

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