Termina la campaña electoral en Venezuela

Ha concluido la extraña campaña electoral venezolana a las elecciones presidenciales que se celebrarán este domingo. Como era inevitable, la campaña ha estado marcada por la figura omnipresente del fallecido presidente Hugo Chávez. Nicolás Maduro, sucesor designado a dedo por el propio Chávez antes de partir por última vez hacia La Habana para ser tratado del cáncer que le arrebató la vida, ha recordado permanentemente su figura. Se presenta como la fiel continuación de su legado. El líder opositor, Henrique Capriles, ha dejado atrás el perfil moderado con el que se presentó a las elecciones contra Chávez hace sólo seis meses y ha endurecido su discurso.

Las encuestas dicen que Maduro parte con una clara ventaja y todo hace indicar que logrará la victoria en las elecciones. Tanto los sondeos como los actos de campaña de ambos candidatos reflejan un país dividido casi a la mitad y muy polarizado. Es sin duda el gran reproche que se le puede hacer al chavismo, esta separación brutal de la sociedad, esta división que parece insalvable entre partidarios y detractores del régimen. Ambos candidatos han exhibido músculo en varios actos de campaña multitudinarios. Dos Venezuelas, dos visiones distintas y completamente distantes del país, de la sociedad, de la política, de la vida. 

No ha habido grandes sorpresas en la estrategia de la campaña del candidato oficialista. Una frase pronunciado ayer en el discurso del acto de cierre de campaña, donde estuvo arropado por cientos de miles de simpatizantes y acompañado por Diego Armando Maradona, resume el mensaje central de su campaña: "la burguesía cree que la revolución llegó a su fin, que el chavismo se acabó, pero hay Chávez para rato en la historia futura de esta patria libre e independiente, la revolución continúa". En resumen: ridiculizar a la oposición y presentarse como el continuador del carismático líder. Sin más. Sin cambios respecto a Chávez, sin ninguna clase de distanciamiento. Votarme a mí, viene a decir, significa votar a Chávez. Apariciones sobrenaturales en forma de pájaro incluidas, Maduro no ha dejado de mencionar a su antecesor muerto ni un solo minuto. 5.000 alusiones, dicen que ha hecho el candidato al comandante. Es decir, tan simple como continuar el chavismo sin Chávez.

Henrique Capriles ha adoptado una actitud en campaña mucho más agresiva que hace seis meses. Entonces buscó presentarse como un candidato presidencial moderado y conciliador. Seis meses después, probablemente para contrarrestar a la campaña con alto componente emocional del oficialismo, Capriles ha añadido dureza y acritud a sus mensajes. Ha atacado a Maduro sin piedad, con un tono mucho más duro del que solía utilizar y ha vuelto a mostrarse como el líder de todos los venezolanos descontentos con el sistema implantado por Chávez. La inseguridad ciudadana y las relaciones con Cuba han sido dos de sus pilares de la campaña. Capriles ha repetido en varias ocasiones que Venezuela debe dejar de dar barriles de petróleo a precios de ganga y muy alejados del mercado al régimen de los Castro. 

Las últimas encuestas hablan de un acortamiento de la distancia entre el candidato del oficialismo y el opositor. Con todo, sigue pareciendo una hazaña, casi una misión heroica que Henrique Capriles venza a Maduro. No tanto por el mano a mano entre ellos, sino por la desigualdad entre ambas candidaturas en relación a cobertura mediática y soporte del aparato del Estado. Maduro ha controlado la práctica totalidad de los medios venezolanos (sólo está del lado de la oposición, y por poco tiempo según parece, Globovisión) y ha tenido de su lado la maquinaria imparable del Estado con todo lo que eso significa. Es un duelo muy desigual que cuesta mucho creer que pueda caer del lado de Capriles. Los venezolanos hablarán en las urnas el domingo. Votarán entre continuidad o cambio. Una cosa parece segura, la fotografía que dejarán las elecciones volverá a mostrar una Venezuela dividida en dos bloques totalmente distintos. La polarización y división a las que ha conducido el chavismo. 

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