Maduro gana las elecciones en una Venezuela dividida en dos

La extrema polarización de Venezuela en dos bloques políticos quedó reflejada como nunca antes en las elecciones presidenciales celebradas ayer en el país. Nicolás Maduro, candidato oficialista, ha sido declarado ganador de los comicios  con el 50,66% de los votos. El candidato opositor, Henrique Capriles, ha obtenido el 49,07% de los sufragios. En total, según datos oficiales, la distancia entre los dos es de poco más de 200.000 votos. Capriles no ha reconocido la victoria de Maduro y, debido a lo estrecho del margen que les separa y a presuntos indicios de irregularidades, ha pedido un nuevo recuento.

La noche electoral fue larga y el Consejo Nacional Electoral (CNE) retrasó más de lo previsto el anuncio de los resultados. Si las últimas elecciones presidenciales, las que ganó Chávez a Capriles, ya mostraban un escenario de gran división en el país, éstas últimas retratan una Venezuela completamente partida en dos. La presidenta del CNE dio los datos con un 99,17% del escrutinio, cuando ya marcaban, según sus palabras, "una tendencia irreversible". Maduro celebró la victoria, pero Capriles se negó a reconocerla. Pidió el recuento y afirmó con severidad: "el derrotado hoy es usted y su gobierno, señor Maduro. Yo no pacto con la mentira ni con la corrupción". Según estos datos, el oficialismo ha perdido cerca de 600.000 votos. El chavismo sin Chávez ha ganado por la mínima las elecciones. 

No parece claro que sea lo que va a ocurrir, pero lo mejor para el país sería que el sucesor del fallecido comandante intente acercar posturas con esa otra mitad del país. Porque Venezuela corre el serio riesgo de que esa división sea insalvable, irreconciliable. No son sólo discrepancias política importantes, no es sólo la exigua distancia entre los dos que ofrecen los datos oficiales. Es que los dos candidatos representan dos concepciones totalmente opuestas del país. Dos bandos enfrentados sin aparente término medio y sin terceras vías alternativas al choque entre incondicionales partidarios del chavismo y férreos detractores. 

Algunos miembros de la oposición venezolana criticaron a Capriles en su día por reconocer su derrota frente a Chávez en las elecciones presidenciales de octubre de 2012. En esta ocasión, con el margen aún más pequeño, el candidato opositor no ha repetido esa reacción. Ha sido todo lo contrario. Según Capriles, ayer se registraron 3.200 irregularidades en los colegios electorales. "Esta lucha no ha terminado. Le digo a Venezuela que esto es un mientras tanto hasta que se conozca la verdad", ha proclamado. 

Por su parte, Maduro compareció desde el Palacio de Miraflores para vanagloriarse de que "Chávez sigue ganando batallas" pese a que "la burguesía creyó que había llegado el final de la historia de la revolución de Bolívar del siglo XXI". Estas primeras palabras de su intervención, nada conciliadoras, contrastan con la disposición que mostró acto seguido a dialogar con Capriles. También contó que el candidato opositor le había telefoneado para que llamara a la calma a los venezolanos. La situación es altamente inestable, con la oposición poniendo en duda los resultados de las elecciones y con un país partido en dos mitades. El oficialismo ha perdido casi 600.000 votos y la oposición ha ganado 700.000. Hasta 2019 gobernará Maduro, sucesor de Chávez, un país polarizado hasta el extremo. 

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