Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio

La extraordinario oferta cultural de Madrid es una de las grandes virtudes de la ciudad. Uno tiene la sensación de que nunca aprovecha lo suficiente este torrente de exposiciones, obras de teatro y demás ofertas artísticas y culturales de su ciudad. Casi siempre, por falta de tiempo. Las vacaciones de Semana Santa son una buena ocasión como cualquier otra para poder disfrutar de alguna de todas esas propuestas de ocio. Hay para todos los gustos, es el gran capital de Madrid. Hoy voy a hablar de Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio, una muy interesante muestra de la que podemos disfrutar hasta el 5 de mayo en el centro de exposiciones Arte Canal (en Plaza de Castilla).

La exposición nos lleva hasta el año 79 d.C cuando el volcán Vesubio entró en erupción y sepultó bajo las cenizas a las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia en la región italiana de la Campania. Fue una horrible catástrofe natural que costó la vida de al menos 5.000 personas. Como la ceniza volcánica sepultó estas ciudades, ahora son los yacimientos mejor conservados de la época. La fascinación que despiertan es enorme. La muestra cuenta con más de 600 objetos que ayudan al visitante a conocer cómo era la vida en aquella ciudad hace dos milenios. Objetos cotidianos como joyas, cerraduras de puertas o muebles. También hay una muy interesante muestra de frescos, cuadros y esculturas de bronce y mármol. Dividida en 10 ámbitos, en la exposición hay lugar también para reseñar el importante papel jugado por el rey Carlos III en las excavaciones en la zona. Se completa con un sensacional documental de la BBC llamado Pompeya, el último día, en el que se recrea la tragedia a la perfección.

Todo en esta muestra es fascinante y estremecedor a la vez. Fascina poder contemplar obras de arte y distintos objetos que tienen 2.000 años de historia. Fascina, y de qué manera, conocer cómo era la vida en aquella época. Y, por supuesto, fascina también conocer algo más sobre la Tierra y la naturaleza, porque se explica en esta muestra de forma muy didáctica cómo fue la erupción del volcán y cuál es su situación actual. Se aprende mucho de historia, de la propia naturaleza y de arte, pues hay obras maravillosas, esplendorosas. Pero es estremecedor al tiempo, sí. ¿Cómo no estremecerse ante la terrible tragedia recreada en esta magnífica exposición? Los ciudadanos de Pompeya no sabían que eso era un volcán en erupción  es más, no sabían lo que era un volcán. No resulta difícil imaginar la desesperación y angustia de los habitantes de aquella ciudad cuando se iban sucediendo los terribles acontecimientos. Estremece presenciar el molde en yeso de una víctima de la tragedia en unas escaleras, quizá intentando huir en el momento en el que le sepultó la ceniza volcánica. O de algunos animales que corrieron la misma suerte.

Vuela la imaginación dibujando historias en esas muestras de yeso, pensando cómo sería esa persona, qué haría en ese momento, cómo viviría. De quién sería ese anillo o aquel colgante. Qué historia habría detrás de cada uno de los objetos. Qué sintieron y pensaron los habitantes de Pompeya cuando vieron a su monte en erupción. Cómo fueron sus últimas horas. Qué se les pasaría por la cabeza. La excepcional disposición de la muestra y su ambientación, incluso con efectos de luces y sonidos en el ámbito 7 (Siete metros bajo la ceniza) construyen de tal forma la ciudad histórica sepultada por la violenta erupción del Vesubio que crees estar asistiendo a ella, sientes estar viendo gritar y huir a sus ciudadanos. Una exposición formidable de la que, ya digo, también hay obras de arte muy destacables. A mí personalmente me fascinaron las esculturas de bronce y de mármol que forman parte de la muestra y, en especial, ésta de un atleta que se llama "El corredor". Maravillosa. Se ven los músculos en movimiento, está captada la expresión facial del atleta, su disposición para echar a correr. Sensacional obra y muy recomendable exposición. Hasta el 5 de mayo tenemos una ocasión única de visitar Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio. No le desaprovechen. 


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