Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

"Juro a nombre de la lealtad más absoluta al comandante Hugo Chávez que cumpliremos y haremos cumplir esta Constitución bolivariana con la mano dura de un pueblo dispuesto a ser libre". Con estas palabras juró ante la Asamblea venezolana el hasta ahora vicepresidente, Nicolás Maduro. Se consuma así el cumplimiento del deseo del fallecido presidente Chávez, que señaló a su número dos como sucesor. Ahora le corresponderá al Comité Electoral convocar elecciones, previsiblemente para abril. El oficialismo no esperaba otra cosa, pero el juramento de Maduro y algunas actitudes de las instituciones venezolanas tras la muerte de Chávez han indignado a la oposición. Para el líder opositor, Henrique Capriles, la jura de Maduro es "espúrea" y "fraudulenta". 

Son los primeros pasos tras la muerte de Chávez, los primeros días del poschavismo. En realidad, los actos de despedida del presidente, realmente multitudinarios, han sido los primeros actos de campaña del oficialismo. Un auténtico baño de masas que ha servido para constatar una vez más el gran cariño que muchos ciudadanos venezolanos le tenían a Chávez, pero que también ha pretendido ser un impulso al sucesor y una exhibición de fuerte del chavismo. Un chavismo sin Chávez que, para algunos analistas, es poco sostenible, pero que visto lo visto no es algo en absoluto descartable. Veremos cómo acontece la campaña electoral y qué pasos dan los partidos opositores. El oficialismo busca conservar el cariño, casi veneración religiosa, que millones de venezolanos profesaban a Chávez. 

Ayer se celebró el funeral por la memoria del presidente venezolano, que será embalsamado. Toda una demostración de la importancia que este hombre ha tenido en aquel país y la adoración que despierta en una parte de la población. Pero también una prueba de hasta qué punto sus partidarios quieren sostener el chavismo sin Chávez apelando al culto a la persona, a la creación de un mito. Media Venezuela adoraba a Chávez, eso está quedando bien claro en las calles de Caracas estos días, y este sentimiento de adoración, de culto a la persona, buscará ser explotado hasta la extenuación por el partido del presidente.

De ahí que el mismo día que se celebró el funeral de Estado por la muerte de Hugo Chávez, su número dos jurara el cargo de presidente. La interpretación flexible, muy flexible, de la Constitución venezolana que han hecho las autoridades del país permiten este juramento, algo que la oposición ha criticado con severidad. Entre las reacciones a la muerte de Chávez que más inquietan a los partidos de la oposición están este nombramiento de Maduro como presidente y el posicionamiento del ejército venezolano del lado del sucesor de Chávez. 

La primera medida de Maduro como presidente ha sido nombrar vicepresidente al yerno de Hugo Chávez y hasta ahora ministro de Ciencia y Tecnología, Jorge Arreaza. Además, durante su discurso mencionó en innumerables ocasiones al presidente fallecido y  tildó de "extraña" la enfermedad que le costó la vida, alimentando así la paranoica sospecha que él había despertado tan sólo horas antes de anunciar oficialmente la muerte del líder venezolano. Continuismo, adoración a Chávez y, de momento, unión entre los suyos. 

En la oposición, mientras tanto, Henrique Capriles ha salido del respetuoso y moderado segundo plano en el que se situó tras la muerte del presidente. Capriles no acudió al acto de jura del cargo de presidente de Maduro al considerarlo un fraude. Y avisó: "nosotros somos respetuosos pero exigimos respeto también, porque no vamos a permitir que el dolor que siente genuinamente nuestro pueblo sea la excusa para el abuso de poder, para los fraudes constitucionales". También anunció que en las próximas horas tomarán decisiones "importantes" y aseguró que, "con todo respeto, el gobierno cubano no va a mandar en Venezuela, aquí estamos millones de venezolanos que vamos a defender la soberanía del país, la determinación, la no injerencia". 

Capriles alude de esta forma al llamado "pacto de La Habana", establecido durante la última convalecencia de Chávez en la capital cubana donde las dos facciones del chavismo (la más próxima al régimen cubano, encarnada por Maduro y la militar, representada por Diosdado Cabello) llegaron a un acuerdo para el escenario posterior a la entonces inminente muerte del presidente. A nadie se le escapa que Maduro es el candidato más afín al régimen de los Castro en Cuba y la oposición, al igual que muchos analistas, han apreciado estos últimos meses que el régimen cubano ha comandado de algún modo la construcción de la Venezuela post Chávez. No olvidemos lo importante que es para Cuba el riego de petróleo a precio de amigo que ha recibido todos estos años. Veremos en los próximos días hasta dónde llega la reacción de protesta de la oposición por lo que entienden que es un fraude. 

El chavismo ha buscado utilizar desde el minuto cero (incluso antes) utilizar la muerte del presidente para seguir en el poder y no ha dudado en retorcer la Constitución hasta encontrar una interpretación que se ajuste a la última voluntad política de su líder. La oposición, que sólo tiene como nexo de unión su rechazo frontal al chavismo y que ha visto esta semana el abrumador amor a Chávez de gran parte de los venezolanos, se enfrentan ante unas elecciones en las que no tendrán nada fácil lograr la victoria. No se tratará de un duelo frente a Maduro, sino de luchar contra la memoria reciente de estos días. Capriles buscará ganar las elecciones a un mito y eso suena muy complicado. 

Comentarios