Imagen histórica


Es una cita histórica e inédita. Al menos como imagen, porque la última vez que pudo darse un encuentro entre dos papas, uno emérito y otro al frente del pontificado, fue hace seis siglos y entonces no existían cámaras ni fotografías. El encuentro entre el papa Francisco y Benedicto XVI se produjo ayer, Sábado de Pasión, en el palacio de Castel Gandolfo, donde reside el papa emérito hasta que se terminen las obras en el edificio dentro de El Vaticano donde residirá hasta el final de sus días. Una escena de una gran carga simbólica y de un enorme valor histórico que hoy llena todas las portadas. 

El papa Francisco y su antecesor al frente de la Iglesia católica estuvieron juntos tres horas. Rezaron en la capilla del palacio apostólico, mantuvieron un encuentro a solas de 45 minutos y después almorzaron juntos. Ambos dieron muestras de amabilidad y respeto mutuo. Benedicto XVI, algo más delgado y desmejorado desde la última vez que lo vimos, recibió a su sucesor en el papado con un abrazo. Después el papa Francisco rechazó el puesto especial que había reservado para él en la capilla y con un "somos hermanos" invitó a Benedicto XVI a rezar juntos. Le regaló a su antecesor una imagen de Santa María de la Humildad, destacando así el gesto humilde de renunciar al papado.

Los dos papas tendrían mucho que hablar. Benedicto XVI dejó a su sucesor el informe sobre el llamado caso Vatileaks. Hablarían sobre el estado de la Iglesia. Francisco tendrá el privilegio que no ha tenido ningún papa en la historia moderna: recibir consejos y asesoramiento de su antecesor en el pontificado siempre que lo requiera. Claro que ese privilegio también puede ser visto como un obstáculo, por la presencia constante de alguien que ha ocupado tu puesto y podría tener la tentación de influir en tus decisiones. No creo que vaya a ser el caso, sinceramente, porque Benedicto XVI renunció, según la versión oficial, por agotamiento físico y mental para ejercer su responsabilidad al frente de la Iglesia católica y, según parece, lo hizo porque no ha sido capaz de hacer frente a todas las presiones internas y las situaciones turbias que ponen de relieve los documentos del Vatileaks. En una hipótesis o en la otra, no da la impresión de que el papa emérito haya conservado mucho entusiasmo por entrometerse en las decisiones del nuevo líder pontífice. En todo caso, habrá dos papas a cientos de metros y eso dará mucho que hablar, a buen seguro.

La imagen de ayer tiene valor por sí mismo. Un encuentro entre dos papas. Lo nunca visto en 600 años. El papa Francisco presidirá hoy la misa del Domingo de Ramos y después dirigirá el Ángelus. Será su primera Semana Santa al frente de la Iglesia católica. Lo hará con el entusiasmo que ha despertado en varios sectores por sus gestos llanos y modestos en estos primeros días de papado. También con las acusaciones de colaboración con el régimen del dictador Videla bastante aminoradas. Ayer protagonizó un encuentro insólito. Todo lo que ha rodeado su elección como papa ha sido francamente extraordinario, poco común. La primera vez en seis siglos que un pontífice llega tras la renuncia de su antecesor. Una sorpresa, porque no sonaba en las quinielas. Con la fascinación despertada por sus primeros gestos. Pero tras la festividad de la Semana Santa, pasado este periodo inicial de su llegada al pontificado, se acerca el momento de tomar decisiones. No será ninguna revolución brusca, eso está claro. Pero los temas de gran calado que el papa tiene sobre la mesa, empezando por el informe Vatileaks y siguiendo por todo lo demás, están ahí y Francisco deberá empezar a abordarlos desde ya. Llega la hora de la verdad para el nuevo papa. 


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