No valen las medias tintas

Algo va mal en un país cuando la vicepresidenta del gobierno tiene que salir a decir que, en los doce años que lleva trabajando con el presidente, nunca le ha visto incumplir una norma y que ha sido un ejemplo de vida recta y servicio público. Digo que algo va mal, porque la mera sospecha sobre la honorabilidad del presidente del ejecutivo, el tufillo de que algo está podrido en el partido que sustenta al gobierno es un muy mal síntoma, el peor de los posibles. Soraya Sáenz de Santamaría defendió ayer a Rajoy diciendo que nunca le ha visto saltarse ninguna norma, pero la verdad es que a mí se me cae el alma a los pies tan sólo de haber llegado a este momento en el que la número dos del gobierno tiene que salir a contarnos esto. Algo marcha muy mal, algo está podrido y hay que renovarlo. Hablo del PP, claro, pero hablo en su conjunto también del sistema. 

Mariano Rajoy presumió en campaña de ser un hombre previsible. Algo que para otras cosas de la vida quizás sea más bien aburrido y poco aconsejable, pero que en política parece necesario y garantía de tranquilidad. Un responsable que sepa lo que tiene que hacer, que cumpla su palabra y que no protagonice grandes sorpresas o giros bruscos. Hay que ver lo que cambia el cuento en poco más de un año. Rajoy no sólo no ha sido el hombre previsible que él y sus afines nos vendían en campaña electoral, sino que ha sido uno de los líderes más imprevisibles que recordamos. Ha incumplido todas y cada una de sus promesas electorales. No ha dejado por pisotear ni una sola. Y además durante esta primera fase de su mandato han pasado cosas ciertamente imprevisibles. ¿Cómo pensar que llegaríamos a un momento como el de hoy, en la que todo el país está expectante ante un discurso de su presidente para confirmar que no ha defraudado a Hacienda? No era algo esperable en ese gobierno de la excelencia, la honradez y la transparencia que vendieron, y tantos millones de españoles compraron.



De entrada, el gobierno tiene a dos peones en la cuerda floja. Hablo de Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, y de Ana Mato ministra de Sanidad. El uno, por el papelón a cuenta del pestilente hecho de que Luis Bárcenas ha blanqueado 11 millones de euros gracias a su amnistía fiscal. El ex tesorero del PP que llegó a acumular 22 millones de euros en cuentas suizas se acogió a este vergonzosa medida a través de una sociedad. Debería plantearse dimitir. La otra, porque según conocimos ayer está bajo sospecha de haber recibido regalos de la trama Gürtel. Lo leemos hoy en la prensa y deja en muy mal lugar a la ministra, pese a que ella lo niega todo y a que su ex marido, el ex alcalde de Pozuelo de Alarcón, Jesús Sepúlveda, dice que ella no sabía nada. Se uniría así a la lista de cónyuges que, sorprendentemente, no se enteran de dónde venía el dinero con el que el matrimonio vivía a todo tren. Que hay unos cuantos, por cierto. Viajes, hoteles y coches de alquiler por valor de 50.000 euros, fiestas familiares por 11.800, regalos de Louis Vuitton por 610. Es lo que recoge un informe de la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF) que hoy leemos en El Mundo

De momento, Ana Mato lo niega todo a través de un portavoz, porque no debe de pensar que salir a dar la cara para defender su inocencia y honorabilidad sea algo importante o necesario en este momento. Está en la cuerda floja. El informe recoge una anotación del año 203 en el que, junto a una factura de la lujosa marca de Louis Vuitton se incluye la anotación "obsequio Ana Mato". Pese a ello, como dijo ayer el portavoz del ministerio de Sanidad, no piensa dimitir. Lo imaginábamos.

Mientras, la fiscalía anticorrupción ha pedido al juez que investiga el caso Gürtel que vuelva a interrogar a Luis Bárcenas para que explique lo de sus cuentas en Suiza por valor de 22 millones de euros. También en el campo judicial, el fiscal general del Estado asegura que estaría dispuesto a instar a la declaración de la cúpula del PP si es relevante para esclarecer las posibles irregularidades en la financiación del partido, la posible existencia de una caja B, algo que ya está siendo investigado en los tribunales. Quizás me equivoque, pero Eduardo Torres-Dulce parece ser el primer fiscal general del Estado en muchos años con una aparente independencia del gobierno de turno, algo que es muy de agradecer y que, como la honradez del presidente del gobierno a la que hacía alusión al principio, no debería ser noticia. Pero bienvenido sea.

La presión judicial, pero sobre todo política y social sobre el PP es enorme. De momento, la torpe reacción del partido no ha ayudado precisamente a aclarar nada. Mientras Cospedal ofrecía la versión oficial del PP (que incluye una conspiración para perjudicar a su partido y a Rajoy, y que niega la veracidad de los papeles de Bárcenas publicados por El País), el actual presidente del Senado, Pío García Escudero, reconocía haber recibido cinco millones de pesetas del partido, cantidad que, curiosamente, está incluida en esos papeles cuya existencia puso en duda la secretaria general. Es decir, validada la información. Lo mismo hizo ayer Jaime Ignacio del Burgo, ex diputado del PP, que reconoció haber recibido 500.000 pesetas para una concejal del PP víctima del terrorismo, nuevamente pago que está registrado en esas cuentas manuscritas de Bárcenas. Además, Del Burgo conserva un recibí firmado. Total, que en cuestión de minutos la dirección del PP ha tenido que pasar del "esos papeles no existen, no reconocemos su veracidad" al "los papeles se pueden manipular, que haya algo en ellos que sí sea verdad no significa que todo lo que incluyan lo sea". Así, Cospedal dijo ayer en Fitur que hay algunas cosas de los papeles que son falsas, un disparate. ¿Algunas cosas? ¿Entonces ya reconoce su veracidad, aunque sea en parte? 

La estrategia del PP, por cierto, es muy parecida a la de los nacionalistas catalanes bajo sospecha que, cuando se informó de sus presuntas cuentas en Suiza, dijeron que no se les estaba atacando a ellos, sino que se estaba atacando a Cataluña. Pues más o menos lo mismo vino a decir Cospedal, cuando explicó que le sorprendía que ahora que empezábamos a salir del túnel de la crisis económica (6 millones de parados, pero si ella es feliz diciendo tales cosas, que no se corte) se publiquen estas noticias. Conspiración para atacar al PP, partido limpio y honrado, y al incorruptible presidente Rajoy que está, dice, "muy tranquilo". Nos lo creemos. Si algo hemos aprendido estos últimos tiempos es que Rajoy no se estresa con nada. Cómo si no iba a ser capaz de ir a ver un partido de fútbol horas después de anunciar que había pedido el rescate europeo para los bancos. 

Torpe, insuficiente y poco clara ha sido la reacción del PP ante estas alarmantes informaciones, hasta el momento A eso se suman las amenazas de denuncias a aquel que ose publicar informaciones sobre este particular. La expectación es máxima ante lo que pueda decir Rajoy en su discurso de hoy (a ver si empezamos a dejar de emplear el término "rueda de prensa sin preguntas", porque es una contradicción en sí misma) en Génova tras la reunión extraordinaria de la ejecutiva del partido. Lo único que tranquilizaría de verdad sería que expusiera sus declaraciones de la renta y demostrara que declaró a Hacienda esos pagos que, según las cuentas manuscritas de Bárcenas, habría recibido durante once años. Que pudiera, en fin, acreditar categóricamente y de forma creíble que él está limpio de polvo y paja. Si sale para seguir con medias tintas o para balbucear torpes explicaciones como las ofrecidas hasta ahora por Cospedal, el escándalo y la sombra de la duda seguirá creciendo.


Aciertan quienes dicen que este escándalo daña al PP y pone también en cuestión el propio sistema política de nuestro país. Es un hecho gravísimo y asombra que las manifestaciones de indignación contra la posible financiación irregular del principal partido del país no hayan sido masivas en toda España. No encuentro explicación para el hecho de que no hayan salido ya a la calle cientos de miles de ciudadanos asqueados con las noticias sobe corrupción un día tras otro. Bajo las siglas del 15-M, de forma anónima o cómo sea. Pero, ¿es que acaso sorprendería a alguien un movimiento masivo de indignación como aquel de 2011? ¿No es más sorprendente lo contrario, que aún no se haya repetido y con más virulencia? Probablemente el país está todavía en estado de shock. Con seis millones de parados, con un 56% de paro juvenil, con escándalos gravísimos de corrupción que afectan a casi todos los partidos, con la Jefatura del Estado en sus horas más bajas...

 El sistema se tambalea y vivimos una situación compleja y peligrosa, desde luego, ante posibles algaradas no deseadas o salvadores de la patria que vengan a ofrecer soluciones milagrosas. Lo que ha fracaso no es la política, sino los malos políticos. No es la democracia, sino la prostitución que de ella han hecho algunos gobernantes de casi todas las formaciones. Es evidente que los ciudadanos no pueden seguir aguantando este repugnante estado de cosas mucho más tiempo. Urgen cambios inmediatos que renueven el sistema, porque está dando múltiples síntomas de encontrarse en fase terminal. Está enfermo, podrido. Toca a su fin. 

Visto el panorama, una de dos, o los españoles somos unos santos, o somos unos estúpidos. Porque soportar ver pasar por delante de nuestras narices los restos de un sistema que se descompone sin hacer nada, impávidos, sólo puede ser muestra de una bondad infinita con los que nos han estado tomando el pelo durante años o una señal de estupidez, por no emplear un término más fuerte. Estamos, señoras y señores, a pocas horas de que presidente del gobierno de nuestro país salga a desmentir que cobró dinero negro durante 11 años. A este punto ha llegado España y seguimos cayendo. 

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