Sangriento final al secuestro en Argelia

El secuestro de la planta de gas de In Amenas en Argelia perpetrado por una escisión del grupo terrorista Al Qaeda ha terminado con  la muerte de 23 rehenes argelinos y extranjeros y 32 terroristas. El ejército argelino, después de que su gobierno se negara a cualquier tipo de negociación con los secuestrados, llevó a cabo una operación de rescate que ha terminado con este sangriento final, si bien es verdad que muchos rehenes lograron escapar de la planta. De eso saca pecho el gobierno argelino, que en una nota de prensa explicaba ayer que "la intervención ha culminado con la liberación de 685 trabajadores argelinos y 107 extranjeros, 32 terroristas neutralizados y la muerte de 23 personas". 

Igualmente, en la polémica intervención el ejército argelino se incautó de fusiles, dos morteros, seis misiles con lanzaderas, dos lanzagranadas con ocho proyectiles y diez granadas dispuestas en cinturones explosivos.  El gobierno de Argelia insistió ayer en la complejidad de la situación, lo cual es innegable. Pese a las protestas iniciales por la opacidad sobre la intervención militar en la planta de gas, tanto el gobierno británico como el francés, ambos con compatriotas secuestrados, han dado por buena la operación del ejército argelino y han destacado que se han salvado cientos de vidas y un gran riesgo, la amenaza terrorista de volar la planta. 

El pasado miércoles comenzó este secuestro de la planta de gas de In Amenas de Argelia por parte de 32 miembros del grupo Los que firman con sangre, que está liderado por  Mokthar Ben Mokthar, disidente de Al Qaeda en El Magreb Islámico. Según el gobierno argelino, la intención de los secuestradores era tomar rehenes extranjeros y llevarlos a Mali para presionar a Francia, única potencia occidental que ha enviado tropas de combate al país africano para combatir a las fuerzas islamistas que han tomado el control del norte de Mali. Al menos eso es lo que se contó en un principio, pues pronto los secuestrados pusieron como condición para liberar a los rehenes la liberación de dos terroristas islamistas radicales que están presos en Estados Unidos por sendos atentados.

La relación directa entre la guerra en Mali y el secuestro de la planta de gas en Argelia, por tanto, podría no ser exactamente tal como se contó en un principio. Lo que sí está claro, es que ha entrado de lleno en el debate sobre el conflicto en la ex colonia francesa y también que ha servido para poner el foco en la alarmante actividad de grupos terroristas islamistas en el norte de África. Una realidad que, por otra parte, es bien sabida desde hace tiempo y ante la que no se puede mirar para otro lado. El riesgo serio del conflicto en Mali llega de una posible victoria de los islamistas, que ya controlan el norte del país, que lo convertiría en un estado islámico radical regido por la sharia y, además, en un avispero de terroristas a mucha menor distancia de Europa que otros santuarios de islamistas radicales como Afganistán. Un Afganistán en África y a dos horas de avión de Europa, es lo que señalan los analistas internacionales a la hora de valorar lo que supone la situación en Mali.

François Hollande, presidente francés, ha sido el dirigente occidental que, por diversas razones, ha dado de verdad un paso al frente para combatir el avance de los islamistas radicales en Mali. Ha enviado tropas para apoyar al ejército de aquel país y combatir a los rebeldes. De momento, el respaldo de otros países europeos se queda en darle cobertura logística o enviar tropas para formar al ejército maliense, nada más. El  ejército francés sólo cuenta sobre el terreno con el apoyo de tropas de varios países africanos. Hollande habló ayer del final del secuestro en Argelia. Avaló las tesis del gobierno argelino al asegurar que "no había otra opción, ya que en ningún caso podría haber negociación con los secuestradores". Para el presidente francés, este secuestro debería suponer "un complemento suplementario" para justificar la intervención francesa en Mali. Barack Obama, que hoy jura su cargo de presidente, afirmó ayer que lo ocurrido en Argelia debe servir para que la comunidad internacional no olvide que la amenaza de Al Qaeda "sigue latente". Eso sí, de momento Estados Unidos mantiene un perfil bajo en el debate internacional sobre posibles acciones para frenar el poder de los islamistas radicales en África. 

Comentarios