El abismo fiscal en EE.UU, más cerca

Demócratas y republicanos siguen sin llegar a un acuerdo para evitar el temido abismo fiscal en Estados Unidos,  una subida generalizada de impuestos y una reducción drástica del gasto social que se aplicará automáticamente si no hay pacto y que podría implicar que el país cayera en una profunda recesión económica. Barack Obama ha interrumpido sus vacaciones de Navidad para ponerse al frente de las negociaciones con el Partido Republicano. Ayer se vio las caras con los líderes de este partido en el Congreso, pero no hubo acuerdo. Aún así, el presidente declaró tras la cita sentirse "moderadamente optimista".
 
Se negociará hasta el último minuto, pero si se sigue sin alcanzar un acuerdo, el abismo fiscal será una realidad. Las encuestas dicen que los estadounidenses responsabilizan más a los republicanos que a los demócratas de la falta de acuerdo y que les culparían por ende del precipio hacia el que se dirige el país. Si algo está volviendo a poner de manifiesto esta situación es que en el Partido Republicano hay varias almas distintas y distantes que mantienen posiciones opuestas ante las negociaciones. Hay una parte de los republicanos partidiaria de dialogar y de ceder para llegar a un pacto que evite las catastróficas consecuencias del abismo fiscal, pero ahí está el Tea Party, el ala más radical de los conservadores, para oponerse a cualquier acuerdo que pueda ser interpretado como una cesión al presidente. Ellos dicen que si finalmente se llega al precipio fiscal, esta situación se recordará en los libros de Historia como la recesión de Obama. Nadie recordará quién era el líder del Congreso, apuntan.
 
Lo cierto es que el abismo fiscal provocará una situación económica muy negativa en Estados Unidos, pero también en todo el mundo. Los efectos de esta coyuntura pueden ser terribles para la maltrecha economía de otras zonas del planeta. Todo el mundo mira estos días a Estados Unidos con la esperanza de que alcancen un acuerdo. Hoy volverán a intentarlo, o a escenificar al menos que lo intentan, los líderes demócrata y republicano en el Senado, Harry Reid y Mitch McConnel. El objetivo es encontrar un pacto hoy que pueda ser votado de urgencia entre el domingo y el lunes, día 31, último antes de la entrada en vigor automáticamente de la reducción de gasto y la subida de impuestos.
 
En caso de que no alcancen un acuerdo, el presidente Obama ha pedido que al menos se vote en las Cámaras su propuesta para paliar los más devastadores efectos del abismo fiscal. Sería una cura de emergencia, un parche que permitiera mantener las deducciones fiscales a todos los ciudadanos con ingresos inferiores a los 250.000 dólares anuales y seguir con las ayudas al desempleo a dos millones de personas que también las perderían si llega el temido escenario del abismo fiscal que cada día que pasa está más cerca. Pero ni siquiera esta opción se puede dar por segura al cien por cien, ya que el líder republicano en el Senado tiene el derecho legal de vetar la votación de la propuesta de Obama. Nadie descarta una solución de última hora, pero todos contienen la respiración porque la fecha límite, 31 de diciembre, se acerca. 

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