Berlusconi vuelve y fuerza la marcha de Monti

Parece un suceso esperpéntico, poco creíble, propio de una inocentada de mal gusto, pero estamos a 9 de diciembre y es una noticia real. Vuelve Silvio Berlusconi, el hombre que hundió la economía italiana, el que dejó por los suelos la imagen de aquel país, el primer ministro italiano al que la mayoría de los líderes europeos no tomaban en serio, al que forzaron a la dimisión, el político que amolda las leyes según su historial judicical para evitar la prisión, el que tiene una larga lista de actuaciones indecorosas y presuntos delitos, el hombre que controla una amplia mayoría de los medos de comunicación en Italia. Vuelve quien dejó en una situación espantosa al país transalpino y lo hace forzando la marcha de Mario Monti, el tecnócrata que después de muchos años puso algo de seriedad y sensatez en la política italiana, y enderezó el rumbo del país.
 
Resulta muy escandaloso este regreso de Berlusconi y la gran duda es los italianos volverán a votarle en masa, como hicieron en el pasado, o tendrán ciertos reparos en otorgar su confianza al político que tuvo que dimitir por llevar al país a una situación límite. Vuelve Berlusconi y lo hace fiel a sí mismo, diciendo que regresa para vencer y que lo hace con pena y por sentido de la responsabilidad. En su papel de salvapatrias, cuando más parece que busca salvarse a sí mismo de la acción de la justicia, una vez más. Hablando de sí mismo en tercera persona, como los grandes, declaró ayer: "La opinión de todos era que se necesitaba un líder como un Berlusconi de 1994, pero no lo había. Y no es que no lo hayamos buscado. Lo hemos buscado pero no había". 1994 fue el año en que entró en política. Ha decidido que no hay nada mejor para Italia que él mismo.
 
Mario Monti es la antítesis de Berlusconi en casi todo: serio, respetable, gestor solvente, responsable, alguien en quien se puede confiar, libre de escándalos y trapicheos sucios. Ha respondido a la vuelta de su atencesor con la moderación que le caracteriza, pero también con firmeza. Para empezar, no se ha cortado un pelo al señalar del riesgo del populismo: "el fenómeno del populismo existe en muchos países y también en Italia. Tiende a no ver la complejidad de los problemas o a escondérselos a los electores. Es absolutamente necesario que Italia no vuelva a caer en la situación en que se encontraba antes de la llegada de este Gobierno. Tenía el riesgo de convertirse en el detonante que hiciera saltar toda la zona euro".
 
Esta noche, el actual primer ministro de Italia ha anunciado al presidente de la República, Giorgio Napolitano, que dimitirá cuando se aprueben los presupuestos del próximo año, porque entiende que ha perdido la mayoría de la Cámara. El partido de Berlusconi, responsable de la situación desastrosa que heredó Monti y obligó a la formación de un gobierno de tecnócratas, está dispuesto a dejar caer el ejecutivo en un comportamiento poco responsable y partidista. Deben de pensar que su estrepitoso fracaso ya ha quedado atrás y que ya se ha olvidado por culpa de quién se tuvo que tomar la decisión extraordinaria de formar un gobierno técnico que sacara al país del pozo en el que le había metido el gobierno de Berlusconi.
 
Tras la reunión entre Monti y Napolitano, el presidente emitía un comunicado de prensa en el que anunciaba la decisión del primer ministro: "para el presidente del Consejo de Ministros, las declaraciones realizadas en el Parlamento por el secretario del Pueblo de la Libertad (el partido de Berlusconi) Angelino Alfano constituyen, en esencia, un juicio de categórica desconfianza hacia su gobierno y su línea de acción". Alfano había dicho que la experiencia del gobierno tecnócrata debía llegar a su fin. Tras aprobar el presupuesto, Monti presentará su "dimisión irrevocable", se dice también en la nota. Desde la izquierda llegó la primera reacción a esta noticia. El líder del Partido Democrático, Pier Luige Bersani, declaró que "frente a la irresponsabilidad de la derecha, Mario Monti ha respondido con un acto de dignidad que respetamos profundamente".
 
Italia corre el riesgo de volver a la peligrosa anormalidad que Silvio Berlusconi impone como norma cada vez que está al frente del gobierno. Anormalidad, inestabilidad y falta de credibilidad internacional que ha sido ratificada en las urnas por los ciudadanos italianos cada vez que Il Cavaliere se ha presentado a las elecciones. Resulta extraño, ciertamente incomprensible, que los ciudadanos otorguen su confianza en alguien como él. Cuesta creer que vuelvan a hacerlo. Habrá que ver qué da de sí este nuevo regreso de Berlusconi. ¿Se resignará Italia a seguir como en los últimos años? ¿Resultará actractiva la propuesta de la izquierda? ¿Hasta dónde llegarán candidaturas alternativas y populistas como la del actor cómico Beppe Grillo? ¿Liderará Monti alguna candidatura o se apartará de la política definitivamente? Son muchas las preguntas y una sola la certeza: el hombre que se marchó dejando al país al borde del precipicio, vuelve para intentar vencer las elecciones. Italia merece algo más que un eterno regreso al pasado. ¿Lo pensarán así los electores?

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