Guerra civil en Siria

La guerra civil continúa desangrando Siria sin que nadie logre frenarlo. La ONU está estudiando la veracidad de un vídeo en que el supuestos rebeldes sirios ejecutan a sangre fría a soldados del régimen. En las duras imágenes se ve cómo los partidarios de Al Assad se han rendido y están desarmados en el suelo clamando clemencia. Los soldados son ajusticiados. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, calificó el vídeo de "verdadero crimen de guerra", aunque un portavoz de la agencia destacó que es muy complicado verificar el vídeo, por lo que está siendo examinado. El Ejército Libre Sirio ha condenado la presunta ejecución.
 
El vídeo muestra la situación de violencia en la que vive Siria. Desde que comenzó el conflicto han muerto más de 20.000 personas, hay un millón de desplazados y dos millones de personas que necesitan ayuda humanitaria con urgencia. El país está siendo asolado, hay ciudades destruidas y la desolación inunda todo Siria. El conflicto entre las tropas leales al dictador y los rebeldes no cesan y los últimos intentos del mediador internacional han tenido el mismo resultado infructuoso que los de su antecesor en el cargo. El último fracaso de Brahimi fue el alto el fuego por la fiesta del cordero que en teoría aceptaron las dos partes, pero no fuen en absoluto respetado.
 
La situación en Siria se ha enquistado, el país ha entrado en una espiral de violencia y destrucción de la que no se vislumbran salidas. Parece evidente que el régimen no va a dar su brazo a torcer. Poco le importa a Al Assad y sus secuaces sembrar el país de cadáveres y teñirlo del color de la sangre de sus compatriotas. Las fuerzas del régimen y de la oposición parecen más o menos igualadas en el terreno militar. La situación diplomática no varía un milímetro, con las potencias que sostienen al régimen en la misma posición de bloqueo de cualquier condena internacional al dictador sirio. El mediador internacional para el conflicto se muestra claramente incapaz de encontrar salidas a la guerra civil declarada en el país y, mientras tanto, cada día mueren más personas, más sirios deben abandonar sus casas y mayor es la devastación de aquel país.
 
¿Cómo salir adelante? ¿Cómo es posible que se haya llegado hasta aquí? De entrada, la presión internacional sigue siendo insuficiente y se sigue encontrando con los palos en las ruedas que ponen constantemente Rusia y China, para quienes esto no es un conflicto donde se violan los Derechos Humanos y han muerto miles de civiles inocentes, sino una batalla geoestratégica que no pueden perder frente a las potencias occidentales. Del régimen no se puede esperar nada en absoluto en las condiciones actuales, porque es obvio que no van a ceder. ¿Qué más puede pasar para que lo hagan? Su capacidad de provocar dolor y resistir sin cargo de conciencia la destrucción que provocan en su país ha quedado demostrada.
 
Mirando a la oposición, nos encontramos con una evidente división en los planteamientos sobre cómo gestionar la situación. El pasado miércoles asistí a la conferencia "Perspectivas democráticas en Siria" que impartieron varios miembros del Comité de Coordinación Nacional para el Cambio Democrático en Siria en el Extranjero. Su presidente, Haytham Manna, defendió la necesidad de buscar vías de resolución pacíficas al conflicto. Destacó que todos los miembros de la oposición coinciden en el rechazo frontal y absoluto al régimen de Al Assadn, cuyo tiempo ha acabado y debe asumirlo, según aseguró. En lo que no existe acuerdo en la oposición es en la forma de combatir al régimen e incluso en el futuro Estado que llegaría a Siria tras la caída de la dictadura de Al Assad.

El Comité que preside Haytham Manna es contrario a la oposición violenta, denuncia que son fuerzas del exterior las que financian y abastecen de armas a la oposición interna y reivindica el derecho de los sirios a resolver su futuro sin intervenciones de países extranjeros. Según él, una hipotética intervención exterior en Siria sólo vendría a dar la razón al argumento falaz del régimen que presenta la revolución como una conspiración internacional y no como un conflicto interno de ciudadanos que se rebelan contra la falta de derechos y libertades. Buscan, por ello, apostar por las vías de diálogo y hacen especial hincapié en la futura Siria que debe salir de esta revuelta. Alertan del riesgo de cambiar un régimen dictatorial por otro del mismo corte. Critican esa posibilidad y dejan claro que lo que ellos desean para el futuro de su país es un Estado plenamente democrático en el que la religión y la política formen parte de distintas esferas que no se entremezclen y en el que sea posible la convivencia de todos los sirios independientemente de cuál sea su creencia religiosa (en el país hay más de 20 confesiones religiosas, según contó).
 
Varios asistentes a la conferencia preguntaron al señor Manna y al resto de conferenciantes sobre el cómo. Está claro lo que desean hacer, apostar por las vías pacíficas y de diálogo, pero no se puede obviar que la situación actual en Siria no hace pensar que esta opción sea creíble, con la espiral de violencia que se constata cada día en distintas partes del país, con la división diríamos casi insalvable entre partidarios y detractores del régimen, con la trágica cantidad de muertos que ha dejado el conflicto. ¿En realidad se puede optar por esta vía? ¿Con todo lo que ha ocurrido aún es posible un diálogo entre las partes o se ha llegado a una situación de no retorno? ¿No se han exacerbado los radicalismos debido a la violencia tanto que una mesa de negociación para casi una utopía? ¿Qué salida se propone para Siria si no llega por el diálogo? ¿Se corre el riesgo de que el país continúe por muchos meses e incluso años en una guera civil como ésta? Muchas son las preguntas y pocas las respuestas. El conflicto sirio tiene una enorme complejidad, pero lo que es evidente es que existe una urgencia humanitaria sonrojante para el conjunto de la comunidad internacional. 

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