Amarga victoria de CiU


CiU ha ganado con claridad las elecciones autonómicas catalanas celebras ayer y habrá una amplia mayoría partidaria del independentismo en el próximo Parlament. Es uno de los titulares de la jornada electoral de ayer que, aunque pueda parecer contradictorio, casa con el que abre este artículo. Porque el triunfo de ayer de CiU fue amargo y porque Artur Mas protagonizó ayer un fracaso personal innegable. Eso, a pesar de que ganó con autoridad las elecciones. No se puede olvidar que estábamos a mitad de legislatura, que CiU no tenía problemas para la gobernabilidad y que fue el presidente catalán el que decidió romper la baraja y convocar elecciones. Midió mal las consecuencias de ese adelante electoral y para su partido ha sido un desastre, un mal negocio.
 
CiU gana las elecciones con 50 escaños (12 menos que en 2010). La segunda fuerza política más votada pasa a ser ERC, que sube de 10 a 21 escaños. Son los grandes beneficiados del giro hacia el soberanismo de Artur Mas. Para votar a unos recién convertidos al independentismo, muchos ciudadanos han preferido votar al original, al partido que siempre fue independentista. La formación liderado por Junqueras se recupera de la gran pérdida de apoyos que tuvo en las pasadas elecciones donde se les castigó por su contribución a la desastrosa gestión del tripartito. El plan de Mas ha dado fuerzas renovadas a ERC, se lo tienen que agradecer muy sinceramente. Era bastante razonable que algo así pasara cuando el partido de gobierno radicaliza su discurso y lleva a una gran polarización del electorado.
 
El PSC salva los muebles, pero no obtiene en absoluto unos buenos resultados. Pierde la segunda plaza y pasa de 28 a 20 escaños. Mal día para los socialistas catalanes que, sin embargo, respiran con cierto alivio porque todas las encuestas (que han fallado sin excepción en esta campaña) aventuraban un hundimiento mayor. No obstante, lo ocurrido ayer debe llevar a la reflexión en el seno del PSC. El PP es la cuarta fuerza política más votada y obtiene sus mejores resultados en Cataluña con 19 escaños, mejorando en uno el ya entonces gran resultado de 2010. El PP sigue siendo una fuerza residual en Cataluña, al menos no un actor protagonista, pero eso viene de largo y es otro debate. Ayer se benefició de esa polarización del discurso y salió indemne del desgaste de imagen por los recortes que está aplicando el partido en el gobierno central y de la corresponsabilidad en los ajustes del gobierno de Mas. Pueden estar razonablemente satisfechos.
 
ICV sube de 10 a 13 escaños. Joan Herrera ha hecho una campaña razonable en la que ha buscado huir del tema único del soberanismo para incluir asuntos sociales en el debate político. Su indefinición sobre lo que votaría en un hipotético referéndum por la independencia, esa deliberada ambigüedad, no le ha ido mal. Estratosférica subida de Ciutadants. Es otro de los grandes beneficiados de la polarización del voto en Cataluña. Si hacemos que todo gire en torno a los sentimientos independentistas y a las indentidades, lo lógico es que los polos suban. Ha subido con fuerza el partido genuinamente independentista, ERC, y ha triplicado sus escaños (de 3 a 9) el partido que con más claridad, con más frescura y con menos complejos ha defendido que Cataluña siga formando parte de España y de Europa. Acertada campaña de Albert Rivera. Por último, una formación radical independentista, CUP, también ha pescado en el río revuelto y logra entrar en el Parlament con 3 escaños.
 
Quisiera ahondar algo más en la reflexión que apunte al comienzo sobre el resultado de estas elecciones. La amarga victoria de CiU. Cuando terminas una legislatura que marcha a la mitad para convocar elecciones a las que das un toque plebiscitario y en las que te presentas como un líder que llevará a Cataluña a la independencia si recibe una "mayoría extraordinaria", todo lo que no sea esa amplia mayoría es un fracaso. En mayor o menor medida. Pero un fracaso.Si además pierdes 12 escaños respecto a lo que tenías hace dos años, más todavía. Artur Mas ha ganado las elecciones y a él le corresponde formar gobierno, naturalmente. La ventaja respecto al segundo partido lo dice todo, es amplísima (29 escaños). Pero su aventura personal ha fracasado. Eso no quiere decir, en absoluto, que haya fracasado el sentimiento independentista porque, nos pongamos como nos pongamos, las fuerzas soberanistas serán clara mayoría en la Cámara autonómica. Clarísima.
 
Interpretar de las elecciones de ayer que Mas ha fracaso a nivel personal y que a CiU le ha salido el tiro por la culata es correcto. Ha sido muy negativo para esta formación el adelante electoral que ella sola decidió realizar. Pero interpretar de las elecciones de ayer que el soberanismo ha fracasado no se sostiene. La suma de diputados partidarios de la independencia será abrumadoramente superior a la suma de quienes defienden que Cataluña siga formando parte de España. Con diferencias en el primer bloque, porque ERC (y no digamos CUP) tendrán unos plazos y unos propósitos en la cabeza mucho más contundentes que los que tendrá CiU, y con diferencias también en el segundo bloque, porque el PSC defiende el federalismo y el PP y Ciutadants, no. En todo caso, no vale engañarse. Quien pensara que una mayoría parlamentaria a favor de la independencia sería un serio riesgo para España, no tiene demasiados motivos para respirar tranquilo hoy.
 
Sí es cierto que no se ha dado el escenario soñado por Mas y temido por quienes defienden que Cataluña siga siendo parte de España: una mayoría absoluta de CiU en la que un solo partido llevara el timón del proceso separatista. Ahora ERC tiene la llave de la gobernabilidad. Es una situación peligrosa para CiU y también para los contrarios a la independencia. Para los convergentes, sería un socio incómodo, muy incómodo. Entre otras cosas, porque están alejados en casi todo, salvo en sus sentimientos soberanistas. Para los contrarios a la independencia también será una situación peligrosa, porque si CiU se echa en los brazos de ERC, y necesitándolos como los necesita para gobernar si no cambia idea sobre el proceso hacia la independencia, será esta última formación la que marque los ritmos.
 
Del discurso de ayer de Artur Mas hay una parte especialmente jugosa. Es aquella en la que tira los tejos a ERC, en la que se dirige claramente, sin necesidad de dar nombres, a ese partido para pedir ayuda en la gestión de la crisis económica. Dijo que CiU debe liderar el próximo gobierno y el proceso hacia la independencia, pero que necesita corresponsabilidad por parte de otras fuerzas políticas porque el escenario que dejan las elecciones no le da todo e margen de acción que necesitaría para ir por su cuenta. A nadie se le escapa que centrar toda la acción de gobierno en el sueño soberanista no es una opción. No es igual estar en campaña, vendiendo historias preciosas y contando fantasías varias, que tomar tierra en la realidad. Y la realidad es que la situación económica de Cataluña sigue siendo terrible, como la de España en su conjunto. Muy probablemente, CiU tendrá que aplicar nuevas medidas dolorosas, es decir, recortes, en próximos presupuestos. Lo que decía ayer Mas apelando a la corresponsabilidad es que necesitará alguien que le apoye en su sueño independentista, pero también en la cruda realidad de las cuentas.
 
¿Hasta dónde estará dispuesta a llegar ERC? ¿Aceptaría este partido de izquierdas recortes sociales o medidas económicas contrarias a sus principios con tal de ser el guardián de un proceso hacia la independencia? En el otro lado, ¿se echará CiU en brazos de ERC, tan en las antípodas en casi todo, sabedor de lo que eso significa? Todo esto es contando con que CiU busque formar gobierno con ERC, o recibir su apoyo. ¿Hay otras opciones? Si atendemos a la aritmética, a la suma de escaños, sí las hay, pero parecen poco probables. La suma de CiU y PSC también da mayoría absoluta (70 diputados, la mayoría está en 68). ¿Es posible una alianza entre socialistas y convergentes? Todo puede ocurrir, pero unos y otros deberían cambiar su posición para llegar a un acuerdo. Si CiU no recula en su plan soberanista, el único socio con el que puede contar para sumar mayoría absoluta es ERC. Por ser posible, atendiendo a la suma de parlamentarios, también daría la suma de CiU y el PP. Pero, obviamente, un pacto así sólo vendría después de un giro de 180 grados en la política de la formación liderada por Artur Mas. Lo más probable, a día de hoy, parece una unión entre CiU y ERC. No será una unión fácil, porque son muy diferentes.
 
Una última reflexión obligada es la referida a la alta participación. Una extraordinaria noticia siempre. Un 69,5% del censo votó ayer en las elecciones. Supone un récord en las autonómicas catalanas y supera en 10,7 puntos la participación de hace dos años. Sin duda, los catalanes han sentido que lo de ayer no era una cita electoral más y han participaco muchos más que en comiciones precedentes. Cuanto más ciudadanos voten, mejor, porque será más representativo del conjunto de la sociedad y porque significará que sí les importa la política y que sí quieren tener voz en las decisiones que los responsables políticos, representates de la sociedad, tomen sobre su futuro.


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