Mayoría absoluta del PP en Galicia, triunfo del PNV en Euskadi

No hubo grandes sorpresas en las elecciones autonómicas gallegas y vascas celebradas ayer. El PP de Alberto Nuñez Feijóo ganó en Galicia por mayoría absoluta (41 escaños, tres más que en los anteriores comicios) ante el hundimiento del PSOE gallego (que cae de 25 a 18), la desorbitante irrupción de la Alternativa de Beiras (9 escaños) y el debilitamiento del BNG por la escisión (pasa de 12 a 7 escaños). Rotunda e inapelable victoria del PP en Galicia. En esa comunidad, al igual que en el País Vasco, la participación ha sido del 64%. Motivo de reflexión para todos los partidos.
 
En Euskadi, también como anunciaban las encuestas, la victoria fue para el PNV de Iñigo Urkullu (27 escaños). La segunda fuerza política vasca pasa a ser EH Bildu, que protagoniza un exitoso regreso al Parlamento vasco de la izquierda abertzale con 21 escaños. El triunfo abrumador de las fuerzas soberanistas contrastan con la caída de los partidos constitucionalistas. El PSE, partido de gobierno estos últimos tres años, pierde nueve escaños y se queda con 16. El PP sigue a la baja en Euskadi y pierde otros tres para quedarse con 10. UPyD, por su parte, contradice a las encuestas que no le daban representación parlamentaria y mantiene su escaño en la Cámara de Vitoria.
 
Estas elecciones dejan muchos puntos de análisis, desde lo meramente autonómico hasta la posible proyección nacional de los resultados. En Galicia es destacable que Alberto Nuñez Feijóo ha logrado combatir el posible desgaste de los recortes aplicados por el gobierno central y de los suyos propios. No sólo ha vuelto a ganar sino que ha aumentado su número de escaños. Pierde votos, pero no tantos como el PSOE gallego. Feijóo, quiera o no, refuerza extraordinariamente su posición en el Partido Popular hasta el punto de ser señalado por muchos como el sustitudo de Mariano Rajoy al frente de la formación. Este triunfo es un triunfo personal de Feijóo, eso parece claro, pues supone revalidar la mayoría absoluta en estos momentos de crisis y consiguientes ajustes, algo muy poco habitual como podemos ver en toda Europa estos últimos años.
 
La desastrosa campaña y el frágil estado del PSOE gallego han dejado unos resultados mediocres de la formación liderada por Pachi Vázquez que, como dijo el propio candidato, deberán llevar a la autocrítica y a la reflexión interna en las filas socialistas. No han logrado aglutinar el descontento con las impopulares medidas económicas del PP. Lejos de eso, han perdido siete escaños y han recibido menos de la mitad de los apoyos que el PP. Una debacle en toda regla. El otro gran triunfador de las elecciones es Xosé Manuel Beiras, el histórico líder nacionalista que se marchó del BNG (ahora lo estarán lamentando) y se unió a Izquierda Unida para formar una coalición de izquierdas (AGE), que ha entrado con fuerza en el Parlamento al lograr 9 escaños. Mejor que lo que preveía cualquier encuesta. El BNG encabezado por Francisco Jorquera se ha resentido por la escisión y pierde apoyos: conserva siete escaños pasando a ser la cuarta fuerza política de Galicia. Mario Conde no entrará en el Parlamento, lo cual demuestra que no estamos tan desesperados como para confiar responsabilidades políticas a un señor como él.
 
En el País Vasco, Iñigo Urkullo logró ayer una victoria que devolverá al PNV al gobierno vasco una legislatura después. Ha logrado una victoria clara que le permitirá gobernar, veremos en qué forma y con qué apoyos. La segunda fuerza política vasca es EH Bildu (21 escaños). La izquierda abertzale regresa con fuerza al Parlamento vasco un año después del anuncio del final de la actividad criminal (armada, dicen ellos) de la banda terrorista ETA. Naturalmente respeto los resultados electorales y la voluntad de los muchos ciudadanos vascos que han votado esta opción. De democracia no van a darnos lecciones los conversos (veremos si por convicción o por conveniencia), los recién llegados a esto. Respeto, pero también ejerzo mi derecho a la libertad de expresión. Y opino. Opino que los votos no lavan conciencias ni otorgan ética a actitudes y comportamientos intolerables y antidemocráticos. Me parece triste y decepcionante que los que estuvieron bajo el paraguas de ETA durante décadas, bajo el abrigo de su cobardía moral y su bajeza, sean los que cosechen réditos electorales del final de la actividad de este grupo terrorista.
 
Los que justificaban los asesinatos. Los que callaban cuando ETA mataba, secuestraba y extorsionaba. Los que se negaban a condenar cualquier atentado de la banda. Los que podían caminar libremente por su pueblo sin temor a que alguien acabara con su vida por pensar diferente. Los que vivían cómodamente bajo la protección de los asesinos mientras otros se la jugaban por defender la libertad y la democracia. Esas personas saben lo que hicieron y es importante que todos lo sepamos. Por eso defiendo su derecho a estar presentes en las elecciones, pero lamento que la cobardía dé votos. Y por eso digo que los votos no hacen que dejen de ser lo que son.
 
Dicho esto, si un 25% de los vascos que acudieron a las urns apoyaron a EH Bildu, algo marcha mal, pienso. No porque defiendan una postura independentista, sino porque representan a la izquierda abertzale que justificó todos y cada uno de los atentados de la banda terrorista ETA, que calló ante todas y cada una de las muertes. En la contienda democrática, en el debate de las ideas, en la exposición de los valores éticos, en ese terreno es donde se ha de convencer. Y ahí es donde EH Bildu ha logrado un respaldo muy notable de la sociedad vasca. Eso es un síntoma, a mi entender, muy precupante. Hace un año del comunicado de ETA en el que anunciaba el final de su actividad criminal, que no su disolución, pero se ha ido muy deprisa en Euskadi por la esperanza de unos por vivir al fin libres de la amenaza de los terroristas y por el interés de otros por pasar página y apuntarse el tanto político.
 
El PSE de Patxi López ha caído mucho y pasa de 25 a 16 escaños. Completa el desastroso domingo para los socialistas junto a los catastróficos resultados en Galicia. El PP de Antonio Basagoiti no puede estar satisfecho en absoluto porque pierde tres escaños y pasa a 10. Por su parte, Gorka Maneiro, de UPyD, seguirá en el Parlamento vasco como único representante de su formación. El interés en este escenario político que dejan las elecciones en Euskadi pasa, en primer lugar, por ver cómo decide gobernar el PNV. ¿En coalición con EH Bildu? ¿En coalición con el PSE? ¿En solitario y buscando apoyos puntuales de unos y otros? Veremos. En segundo lugar, este escenario político que dejan las elecciones supone un nuevo motivo de inquietud territorial que añadir a Cataluña, ya que PNV y EH Bildu son clara mayoria en la Cámara vasca. Es probable que el PNV centre su primera fase de mandato en la economía, como anunció Urkullu una y otra vez en campaña, pero es indudable que, antes o después, este reparto de fuerzas en el Parlamento vasco traerá la cuestión independentista a escena.
 
Un último apunte sobre la proyección nacional de estas elecciones. El PP celebrá con alegría y alivio el triunfo inapelable de Feijóo en Galicia. Creerá el PP que este resultado le legitima para seguir haciendo recortes, que los ciudadanos le han dado su respaldo, dicen muchos hoy. Bueno, es que de hecho los ciudadanos gallegos le han dado su respaldo hasta otorgarle la mayoría absoluta. Por lo que sí es de prever que el PP nacional haga esa lectura. El PSOE debería reflexionar sobre su propia situación, porque hay que remontarse muchos años atrás (muchos decenios, diría) para encontrar un PSOE más frágil que el actual. Se encuentra en una situación ruinosa, con menos poder que nunca y perdiendo apoyos a raudales siendo totalmente incapaz de atraer el descontento con las políticas del PP. La formación liderada por Rubalcaba debe abrir un debate interno con urgencia, porque parece evidente que esto no carbura.

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