El ejemplo de Malala Yousufzai

Una historia que llega de Pakistán nos ha conmocionado esta semana. Se trata del ataque talibán sufrido por la niña de 14 años Malala Yousufzai. Fue disparada en la cabeza por los radicales. Los médicos lograron extraerle la bala y parece que se recupera favorablemente en el hospital. Malala se ha convertido en un símbolo por este execrable ataque fundamentalista que ha sufrido, pero ya era toda una heroína, todo un referente, por defender su derecho a la educación. Es una historia ejemplar, un compromiso admirable y poco común en una niña de 14 años. Una historia que se remonta al año 2009, cuando la BBC empezó a publicar el blog que escribía esta niña contando lo que supuso en su comarca el control de los talibanes.

El caso ha conmocionado a Pakistán y  ha dado la vuelta al mundo. Los fundamentalistas que atacaron a Malala dicen que era su obligación como buenos creyentes del Islam y que volverían a hacerlo. Terrible muestra del fanatismo. Para los agresores de la menor, Malala es un enemigo de la fe, un rival, alguien que está ofendiendo a la religión. Ella no hizo más que contar el horror que supone vivir bajo el control de fanáticos y defender su derecho a ser educada y a no ser menos por ser un niña. Un ejemplo para todos. En su blog, bajo un pseudónimo, publicaba situaciones cotidianas, mejor dicho, anormalidades de los talibanes que se habían convertido en rutina diaria de control y opresión. Por ejemplo, prohibieron la músca, prohibieron vestir colores en las escuelas o cerraron colegios femeninos.
 
Cuando el ejército pakistaní recuperó el control de la región donde vive Malala, conocimos su identidad y el gobierno la condecoró. Entonces se convirtió en un referente, en un ejemplo de valentía y compromiso con la libertad, pero a la vez los extremistas la señalaron como objetivo, porque no podían concebir lo que había hecho. Anotaron su nombre y no han parado hasta atentar contra ella. Afortunadamente, la niña se recupera en el hospital. Los talibanes que atentaron contra ella dicen que "era joven, pero estaba promoviendo la cultura occidental". El odio y el fanatismo frente a la heroica defensa de la libertad, la educación ylos derechos de las mujeres de una niña de 14 años. Un símbolo, sí, pero ante todo una persona admirable.
 
Por el mero hecho de nacer niñas, muchas persona sufren discriminación en distintas partes del mundo. No se les permite ni siquiera ir a la escuela. Los fundamentalistas no pueden entender que las niñas también vayan al colegio. Malala se rebeló contra esta injusticia y lo hizo con un valor impropio de su edad y tampoco demasiado común en otras edades, dicho sea de paso. Cuando en otras partes del mundo las niñas juegan despreocupadas, ella se jugó la vida. Dio la cara. Se comprometió y dio un paso adelante para defender su derecho a ir a la escuela. Denunció las injusticias que provoca el fanatismo religioso. Malala quiere ser médica y después estudiar leyes para dedicarse a la política. Quiere ayudar a los demás cuando sea mayor. Ya lo está haciendo con su ejemplo y con su valiente comportamiento. Muchos, muchos, podríamos decir que de mayor queremos ser como Malala. Que ella ha dado un ejemplo extraordinario de coraje y determinación.  Es muy triste que una niña de 14 años que quiere ir al colegio se tenga que jugar la vida y exponerse al odio de los fanáticos para hacerlo, pero es admirable su actitud y valentía.
 
En ocasiones vemos comportamientos de personas que nos hacen, como se suele decir, reconciliarnos con el género humano, que nos hacen pensar que no todo está perdido, que hay personas ejemplares. Eso pasa de vez en cuando, como digo. Lo cierto es que estamos rodeados de personas así, que en su día a día se entregan a los demás, que dan ejemplo, que se comportan de forma solidaria y admirable. Gente que luchan a diario y sin ser conscientes de estar haciendo nada extraordinario por un futuro mejor para todos. Conmueve que quien nos dé tan admirable lección sea una niña de 14 años que a los 11 decidió denunciar el horror de las imposiciones de un grupo de radicales. Malala Yousufzai se ha ganado el respeto y la veneración de todo el mundo.
 
 Ella sólo defiende su derecho a ir a la escuela, algo elemental, pero que es una osadía en algunas partes del mundo. Nos lo ha recordado con esta actitud valiente. Es formidable constatar cuánto podemos aprender de una niña de 14 años, terrible comprobar cuál es la situación para las mujeres en alguns lugares y desolador presenciar que el fanatismo sigue vigente y ciega a las personas. Malala nos ha dado un ejemplo poco común. De defensa de la libertad, de valentía, de defensa de los derechos de las mujeres y de compromiso social en un momento y en un lugar donde eso puede ser sinónimo de perder la vida. Celebro que Malala se recupere en el hospital. Merece vivir, seguir aprendiendo en la escuela para llegar a ser lo que quiera y, sobre todo, seguir enseñándonos a todos los demás para llegar algún a día a un futuro en el que el odio y el fanatismo sean cosa del pasado.


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