Otegi, en campaña

El ex portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, ha escrito un libro con nombre poético (tiempo de luces, o así) y busca entrar en la campaña electoral para las autonómicas vascas en las que Bildu parte, según las encuestas, con opciones de ser la segunda fuerza política más votada e incluso de discutir la supremacía al PNV. Hace unas semanas, pidió perdón a las víctimas de ETA por si su actitud como portavoz de Batasuno había causado dolor. Lo expresó en condicional, cuando es obvio que la actitud cobarde de justificación y apoyo al terrorismo que ha mantenido Otegi y su gente sólo puede provocar dolor en las víctimas de ETA. Limitó su militancia en la banda terrorista al periodo de la dictadura franquista, cuando sin embargo siguió en ella años después de la muerte del dictador. En aquella primera aparición en la campaña, Otegi procuró seguir construyendo su personaje de pieza clave en el final de la violencia etarra.
 
No entraré en si sus palabras me suenan creíbles o no. Allá cada cual si le cree o le deja de creer. Por mi parte, sólo diré que pasarán muchos años hasta que este señor deje de provocarme arcadas cada vez que el veo en televisión o le oigo hablar. Todos queremos el final de la violencia y es infame asegurar que algunos sectores políticos o de la sociedad tienen miedo de la paz, como declaró Otegi en Gara hace unas semanas. Lo que nos parecería un fracaso y una demostración de sociedad enferma es que quienes han estado bajo el paraguas de ETA durante todos estos años sean los que recojan los beneficios electorales del final de la violencia de la banda asesina. Respetamos lo que vote la ciudadanía, porque de eso va la democracia y no nos van a dar lecciones de ello estos recién llegados que ahora se las dan de demócratas, pero no dejaremos de pensar que es triste y una muy mala señal que se premie a los que han estado justificando los secuestros y asesinatos durante décadas, los que no movieron un dedo para cambiar las cosas.
 
Probablemente es un error entrar al trapo de las apariciones públicas de Otegi, porque lo que la izquierda abertzlae quiere es centrar el debate y lo que ansía el propio Otegi es que se hable de él como una figura política destacada que plantó cara a ETA y presionó a la banda para que dejara la vía de la violencia. Se empeña en construir esa imagen y, por lo que se ve, no le va mal del todo porque hay quien le cree. Este sábado el diario Gara volvió a publicar reflexiones de este señor. Concretamente una entrevista en la que sigue esa senda de construir un relato particular de lo que ha sucedido en el País Vasco estos últimos años y del papel de la izquierda abertzale en el final de la violencia etarra.
 
Dice Otegi que el trabajo  y la estrategia de los dirigentes de la izquierda abertzale para "convencer" a ETA son las "únicas responsables" del final de la violencia etarra. Así lo expresa Otegi: "si la lucha armada de ETA ha desaparecido de la ecuación de la política vasca, únicamente ha sido por la decisión de utilizar las vías políticas". Eso porque, según dice, fueron capaces de convencer a la banda. Sin ese trabajo de la izquierda abertzale, Otegi cree que el terrorismo "seguiría formando parte del escenario político vasco". O sea, que Otegi se atribuye el mérito del final de ETA. Por ahí ya no hemos de pasar, no podemos pasar de ninguna manera. El final de ETA no será el cese de la actividad armada o de la lucha armada, ese eufemismo para no hablar de vil asesinato y crueles actos de terrorismo. El final de ETA será la derrota de una banda de criminales por el trabajo de todos los demócratas, los que han plantado cara a los asesinos y a sus cómplices durante todos estos años.
 
Se empeña Otegi en presentar esto como un conflicto político y a sí mismo como un gran estratega responsable de haber alcanzado la paz. Tiene una visión retorcida y perversa de la realidad y es labor de los demócratas rebatirla. Lo de ETA ha sido una rebelión antidemocrática de un grupo de asesinos, una banda de criminales que ha pretendido atacar el Estado de Derecho, que ha arruinado al País Vasco que decía defender o representar, que ha llenado de dolor y muerte aquella región. No fue jamás ETA la libertadora de Euskadi que se presentaba, sino su opresora máxima. Otegi intentará vender la moto, pero conviene no perder el norte.
 
Que sea un tipo que ha estado bajo el amparo de ETA y se ha mostrado incapaz de condenar los atentados de la banda terrorista durante todos estos años quien quiera explicarnos ahora lo que ha sucedido en el País Vasco y en España estos años negros es una broma pesada. Que pretenda acapar los réditos electorales del final de ETA aprovechando una especia de síndrome de Estocolmo, y sobre todo que quizás lo consiga a tenor de los sondeos, es algo lamentable. No tenemos nada que agredecer a ETA porque deje de asesinar y sí mucho que reprochar a quienes, como Otegi, convivieron tantos años con los asesinos sin ningún remordimiento de conciencia al amparo de los criminales. Porque mientras los démocratas caían asesinados por los terroristas y estaban en el punto de mira, este señor paseaba por las calles tranquilamente y se negaba a condenar los atentados. No lo olvidemos.


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