Obama saca cuatro puntos a Romney en las encuestas

El primer martes después del primer lunes de noviembre del año electoral se celebran tradicionalmente las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Se hace así desde 1845 y hay una historia bonita detrás. Por aquel entonces la ocupación mayoritaria en la población estadounidense era la agricultura y el mes de noviembre era uno de los que menos carga de trabajo tenía. La cita con las urnas se hacía en martes porque muchos ciudadanos que vivían en núcleor rurales tenían que hacer lagos viajes para poder votar. El lunes no era un día adecuado, porque implicaría que muchos votantes tendrían que emprender su viaje un domingo y dejar de asistir a misa. El hecho de que sea el primer martes después del primer lunes de noviembre se debe a una cuestión económica, porque los comercios solían cerrar sus libros de cuentas del mes vencido el primero de mes,  se temía que el éxito o el fracaso económico del mes anterior provocara una influencia indebida en las elecciones. También se evitaba así que coincidiera con el 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos.
 
Hecha esta introducción histórica, particularidades de un momento muy lejano que siguen marcando la tradición de celebrar las elecciones de Estados Unidos el primer martes después del primer lunes de noviembre, vamos al lío. La semana que hoy despedimos se ha celebrado la Convención demócrata en la que Barak Obama ha aceptado formalmente la nominación de su partido a la presidencia. Una semana antes, fueron los republicanos los que celebraron su Convención y eligieron a Mitt Romney como su candidato y a Paul Ryan como candidato a vicepresidente. Tanto en la cita de los republicanos como en la de los demócratas se han vivido momentos destacados, como el discurso de sendos candidatos,  y otras apariciones estelares. En ambos casos también los analistas se hahn fijado al detalle en las encuestas para ver si las reuniones de los partidos, que también proceden de una larga tradición pasada en la política estadounidense, han cambiado algo la intención de voto de los ciudadanos.
 
Las encuestas dicen que estamos ante unas elecciones reñidas, con Obama y Romney muy cerca en todas ellas. Una última encuesta de Gallup, celebrada tras la Convención demócrata, dice que el actual presidente aventaja en cuatro puntos de intención de voto al candidato republicano (49-45%). Es un avance de dos puntos respecto al anterior sondeo de Gallup y la encuesta se realizó justo después del discurso de Obama en el que aceptaba la candidatura. Tras la Convención republicana subió también ligeramente la intención de voto de Romney. Pero siguen muy cerca y no da la sensación de que estas citas de partido vayan aser decisivas.
 
En la Convención republicana destacó la intervención de Paul Ryan, candidato a vicepresidente, que abandera la línea más conservadora del partido y más contraria a las políticas económicas de Obama. Él ha sido el gran enemigo de las leyes en materia económica del presidente y apuesta claramente por una reducción del papel del Estado y por una contención del gasto. Ryan es importante para Romney en el sentido de que le ha de servir para terminar de convencer al sector duro del Partido Republicano, que no deja de ver a su candidato a la presidencia como alguien demasiado moderado y no todo lo conservador que quisieran. La parte negativa de Ryan es que podría alejar de Romney a ese sector de votantes de centro que, finalmente, son los que hacen ganar unas elecciones y que podrían recelar de ciertas posiciones del candidato a vicepresidente. De lo que no hay duda es de que, pase lo que pase en noviembre, Ryan puede tener mucho futuro más allá de esta cita electoral en el Partido Republicano.

En la Convención demócrata quien dio el golpe y centró todas las miradas y comentarios tras un discurso magistral fue el expresidente Bill Clinton. Levantó de sus asientos a los entregados delegados demócratas presentes en la Convención, pero eso es lo de menos. El discurso de Clinton fue elogiado en todos los medios, incluidos algunos conservadores, porque fue vibrante y muy sólido. Si a esta intervención especialmente acertada se suma que Clinton goza de una enorme popularidad en Estados Unidos y que con este apoyo decidido a Obama se zanja, al menos de cara a la galería, su más que tensa relación (no hay que olvidar que hace cuatro años Clinton hizo campaña a favor de su esposa en las primarias y en contra de Obama), el expresidente fue la gran estrella de la cita y el gran logro del Partido Demócrata, un importante aval para las elecciones.

Mientras que los demócratas tienen a su favor el papel del presidente más querido de los últimos tiempos (Clinton tiene unos índices de popularidad que para sí quisiera Obama), los republicanos tienen que huir de la figura de George W.Bush, distanciarse del polémico y poco querido expresidente. El asunto en el que los republicanos quieren centrar la campaña es la economía, porque en este campo Obama no tiene muchos méritos que exhibir. Los últimos datos del paro, por ejemplo, reflejan una creación de empleo mucho menor de la esperada. Romney intentará explotar al máximo la imagen de sólido y exitoso empresario capaz de gestionar bien la economía. Es el punto más débil de Obama, aunque precisamente Clinton en su discurso dio datos irrefutables que muestran que no es del todo así y defendió que nadie podría haber actuado mejor en estos cuatro años al frente del gobierno en plena tormenta económica mundial.

Por el contrario, el actual presidente, pese al fuerte desgaste de cuatro años de gobierno, sigue teniendo mucho más carisma en los ciudadanos que su rival. Obama no es ya el candidato que prometía grandes sueños y enamoró a muchas personas en su país y en medio mundo, pero sigue siendo un candidato amable que inspira mucho más simpatía entre sus votantes. Por eso los demócratas buscarán vender la imagen de que Romney es un millonario que no piensa por la clase media y sólo favorecerá a los que tienen una situación económica más cómoda, mientras que Obama sí se preocupa por el votante medio. Celebradas las convenciones, la campaña está en marcha, aunque ya llevamos meses en los que todo lo que se dice o hace en Estados Unidos es interpretado en clave electoral. La economía es la gran baza de los republicanos; el carisma de Obama, el de los demócratas.


Comentarios