Muere Santiago Carrillo


Santiago Carrillo, el histórico líder comunista español, una de las personas clave en el periodo de la Transición a la democracia en nuestro país, murió ayer a los 97 años de edad en su casa de Madrid mientras dormía la siesta. Con él se va alguien imprescindible para explicar la Historia de España en el siglo XX, un personaje fundamental en la reconciliación nacional por la que optaron de forma responsable y cediendo todos algo, poniendo todos de su parte, los españoles de 1975. Muerto el dictador y con las heridas de la Guerra Civil y la división de las dos Españas aún presente en la sociedad, aquellos hombres y mujeres ejemplares y con altura de mirar supieron afrontar las muchas dificultades que se les pusieron por delante, enterrar odios y enfrentamientos pasados para sentar las bases de un futuro en democracia. Y ahí fue clave Santiago Carrillo.
 
Alguien que empezó bien joven su carrera política como revolucionario y que pasará a la Historia como un gran hombre de Estado que supo anteponer los intereses de su país a los de su partido, que hizo enormes sacrificios y cesiones para lograr la convivencia pacífica de españoles y la reconciliación nacional. Muchas imágenes y muchos momentos decisivos deja la vida de Santiago Carrillo a lo largo de buena parte del siglo XX. Siempre le persiguió su supuesta responsabilidad en la represión de Paracuellos del Jarama durante la Guerra Civil. Aquel periodo sangriento en el que desde los dos bandos se cometieron auténticas atrocidades. Un enfrentamiento entre compatriotas, entre hermanos, es lo peor que le puede pasar a un país. Y muchas personas, muchísimas, hicieron o permitieron cosas de las que no se sienten orgullosas. No justifica nada, pero una guerra civil es un escenario del todo indeseable donde se encuentra lo peor del ser human. Carrillo siempre negó que él ordenará la ejecución de esas personas. En todo caso, el comunista comprometido con el bando de la República en la Guerra Civil español es sólo una de las caras de este personaje histórico trascendental en la Historia de España.
 
Él fue siempre fiel a sus ideas y luchó por ellas. Acabada la guerra, durante décadas tuvo que exiliarse de su país y organizar la opisición al franquismo desde el exterior. Porque la auténtica oposición al dictador Franco en nuestro país era el clandestino Partido Comunista de España (PCE), de ahí la enorme importancia del papel que jugó Carrillo y su partido político en la Transición. Como digo, se le recordará siempre como un hombre comprometido, de ideas sólidas y coherentes. Pero también como alguien que supo evolucionar a lo largo de su vida y supo hacer cesiones dolorosas con el paso de los tiempos y por el bien de su país. Y es en esos difíciles momentos en los que el PCE tuvo que aceptar la monarquía como forma de Estado, la simbólica aceptación de la bandera rojigualda en lugar de la tricolor republicana, donde Santiago Carrillo mostró toda su grandeza. Muchas situaciones de una enorme complejidad en la que él puso sensatez y supo contener reacciones más rotundas de los comunistas. Pienso, por ejemplo, en el asesinato de los abogados laboralistas de Atocha a manos de unos fascistas. Fue un momento durísimo, pero el PCE de Carrillo respondió de forma moderada y ejemplar, mostrando una gran responsabilidad y asombrando al país con esas escenas en silencio y pacíficas del entierro de los asesinados. Un país al que durante mucho tiempo le habían pintado a los comunistas como la encarnación del mal en la Tierra.
 
Santiago Carrillo pasó de combatiente en la Guerra Civil española, de convencido comunista puro y duro  (ideología detrás de la cual en aquellos años se cometieron verdaderas atrocidades en distintos lugares del mundo) a hombre de Estado, a defender acérrimo de la democracia, en fin, pasó a ser una de esas personas decisivas en la reinstauración de la democracia en España. La grandeza de Santiago Carrillo y de todas esas personas de ideologías contrapuestas y con heridas del pasado aún no cicatrizadas reprensentan uno de los momentos más destacados de la reciente Historia de España. Un momento del que podemos sentirnos orgullosos y que yo sigo reivindicando pese a que actualmente la Transición está puesta en cuestión desde distintos frentes. Carrillo fue uno de esos dirigentes políticos que mostraron altura de miras, grandeza, responsabilidad, sentido de Estado, disposición permanente al diálogo,  a la búsqueda del acuerdo y los sacrificios y cesiones que fueran necesarias para devolver a España la democracia.
 
Admiro a todas esas personas. A Adolfo Suárez, a Felipe González, a Manuel Fraga, a Santiago Carrillo y a tantos otros. Gentes que ideológicamente estaban en las antípodas, pero que supieron alcanzar acuerdos, que supieron estar a la altura del trascendental momento que les tocó protagonizar. Fueron responsables y se mostraron todos dispuestos a ceder y todos se sentaron en la mesa con personas con las que lo único que les unía durante décadas era casi el desprecio, desde luego la incomprensión y el dinstanciaiento fruto de esa época de dos Españas, de esos odios del pasado provenientes de la Guerra Civil y que la dictadura franquista alimentó e impulsó constantemente. Y en torno a una misma mesa se sentaron personas que venían del franquismo con gentes socialistas o comunistas. Todos pusieron algo de su parte y todos actuaron de forma responsable, como exigía un país con ansias de libertad, reconciliación nacional y democracia.
 
Un momento clave en la historia del PCE y en la propia historia de España fue la legalización de este partido por parte de Adolfo Suárez aquel sábado santo de 1997 en la que el presidente se la jugó, porque los recelos y las desconfianzas hacia el PCE seguían presentes en parte de la sociedad, y sobre todo en los militares. Santiago Carrillo estuvo a la altura y fue responsable. Mantuvieron contactos clandestinos antes de esta decisión histórica. El líder comunista no lo debió de tener fácil en aquel momento ante los suyos para convencerles de la renunicas que el PCE tuvo que hacer para entrar en el juego democrático de esa nueva España que se estaba construyendo. Adiós a las pretensiones republicanas, por ejemplo. Suárez sabía que la presencia del PCE en las elecciones era imprescindible, por lo que comentaba un poco más arriba: porque la auténtica oposición al franquismo fueron los comunistas, que fueron la fuerza política dominante entre los contrarios a Franco. No estarían todos, no serían creíbles unas elecciones sin el PCE. Suárez se la jugó entonces y Carrillo también se mostró como un líder responsable que estuvo a la altura.
 
Precisamente ellos dos, Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, protagonizaron una escena de dignidad inolvidable e histórica en el Congreso de los Diputados en el intento de golpe de Estado del general Tejero el 23 de febrero de 1981. Ante los disparos y los gritos de aquel tipo siniestro, los dos permanecieron de pie en sus escaños. La viva imagen de la dignidad, de la defensa de la democracia, de la gallardía. En definitiva, en esa escena los dos mostraron su grandeza.
 
Santiago Carrillo formó parte de la Transición española a la democracia, fue alguien decisivo en ese periodo. Por eso todos los españoles le debemos gratitud y admiración. Me resulta muy triste ver cómo España a estas alturas sigue en cierta forma dividida, o al menos cómo hay personas que son incapaces de ver en Carrillo algo más que Paracuellos. De la misma forma que cuando murió Fraga hubo un sector de la población que no miró más allá de su papel como ministro del franquismo. Lamentable este maniqueísmo, este sectarismo, esta simpleza, estupidez y mente tan cerrada y pobre de algunos. Fraga fue ministro con Franco, sí, pero fue también pieza clave en la Transición y supo mover a una parte de la sociedad de entonces hacia la democracia y convencer a un sector del franquismo de que eso no podía continuar de ninguna manera. Y fue un demócrata comprometido. Santiago Carrillo tuvo un papel turbio en la Guerra Civil, sí, pero también fue una de las personas que más hizo por la vuelta de la democracia a España. Y me quedo con esa grandeza, con esa altura de miras, con ese sentido de la responsabilidad de unos líderes políticos que están muy por encima de la clase política actual y también de algunos sectores de la sociedad, a izquierda y derecha, que siguen siendo incapaces de abrir un poco la mente y escapar a sus ideas preconcebidas, a sus estrechas doctrinas ideológicas y a su maniqueísmo.
 
Descanse en paz, don Santiago Carrillo. Y vaya desde aquí la admiración y el agradecimiento de un español que nació en democracia gracias al esfuerzo, la inteligencia, la capacidad de sacrificio y la responsabilidad de personas como usted.

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