Guerra en Siria

Que de Siria ya no se hable o se hable muy poco no significa que la situación en aquel país haya mejorado, porque todo sigue igual, pero tristemente la guerra que asola el país ha pasado a ser algo rutinario. Es un drama desolador ante el que la comunidad internacional sigue sin ser capaz de responder y al que antes se daba más presencia mediática, pero pasado más de un año y medio se ha desplazado a un segundo plano y no se informa ya a diario de las matanzas y los combates que están desangrando Siria. Nada cambia y eso significa que cada vez la situación es peor, porque se ha caído en el temor que expresaban muchos analistas internacionales cuando comenzó el conflicto: que se extendiera durante meses y meses sin ponerle freno. Las revueltas de la oposición al régimen sirio han conducido a una guerra civil en el país y cada vez resulta más complicado vislumbrar una salida al conflicto.
 
El nuevo enviado especial de la ONU y la Liga Árabe a Siria, Lajda Brahimi, se reunió hace unos días en Damasco con el presidente Al Assad. El diplomático argelino dijo tras reunirse con el dictador que la crisis siria es una "amenaza mundial". Contó que había hablado con Al Assad del conflicto que, según el mediador internacional, "se está deteriorando" y que "representa una amenaza para el pueblo sirio, para la región y para el mundo entero". A la salida de la reunión también dijo que el presidente sirio es consciente de la gravedad de la situación: "creo que el presidente entiende mejor que yo las dimensiones y el peligro de esta crisis". Suena mucho a esas reuniones de Kofi Annan con el sátrapa sirio de las que salía con compromisos o buenas palabras que luego jamás se cumplían. Al Assad tomó el pelo a la comunidad internacional y se lo va a seguir tomando mientras le dejen. Dudo mucho que el presidente sirio sea tan consciente como cree Brahimo del riesgo de esta situación, fundamentalmente porque él es el máximo responsable del conflicto.
 
Ayer fue el turno de la oposición siria. Brahimi celebró una vídeoconferencia con tres representantes de la oposición armada al dictador. Los opositores pidieron al mediador internacional que presione a Al Assad para que cesen los bombardeos. También incidieron los rebeldes en que el régimen no ha cumplido ninguno de los seis puntos del fracasado plan de plaz de su antecesor en el cargo, Kofi Annan. Hablaron, por otro lado, del sufrimiento atroz que está soportando la población civil en Siria. Las cifras de refugiados y desplazados internos no paran de crecer aumentando así día a día las dimensiones del drama que asola el país.
 
El Papa habló durante su viaje a El Líbano de la situación en Siria. Benedicto XVI pidió la paz en el país. El pontífice dijo durante una misa que "desgraciadamente, el ruido de las armas continúa escuchándose, así como el grito de las viudas y de los huérfanos" y lamentó que "la violencia y el odio invaden sus vidas, y las mujeres y los niños son las primeras víctimas". En su mensaje más marcadamente político de la histórica visita de tres días a El Líbano, incidió en el conflicto sirio pidiendo una solución. Lo hizo con estas palabras: ""apelo a los países árabes de modo que como hermanos, propongan soluciones viables que respeten la dignidad de toda persona humana, sus derechos y su religión". Pidió para para Líbano, Siria y Oriente Próximo "el don de la paz de los corazones, el silencio de las armas y el cese de toda violencia" para que "los hombres entiendan que todos son hermanos". Un mensaje pacífico en medio también de la polémica por el vídeo contra los musulmanes y los ataques contra embajadas de Estados Unidos a cargo de fundamentalistas islámicos en distintos países árabes.
 
Pidió de esta forma el Papa la actuación de la comunidad internacional. En este punto, como en el resto, seguimos sin poder contar ningún cambio. Lo cual es muy triste y lamentable, porque dos países que son potencias mundiales (Rusia y China) continúan sosteniendo al régimen sirio y permitiendo así sus constantes violaciones de los Derechos Humanos. Mientras las autoridades rusas y chinas no varían un milímetro su posición, el resto de la comunidad internacional no es capaz de presionarles para que cambien y entren en razón. No podemos decir que la actuación diplomática para resolver el conflicto sirio esté totalmente parada, porque seríamos algo injustos, pero sí que está mucho menos activa y marcha de forma mucho menos decidida de lo que debería. Y también que está claro que si no se aumenta la presión al régimen de Al Assad por otras vías y si no se centran los esfuerzos en resolver esta situación como algo prioritario por el respeto a los Derechos Humanos y por la propia estabilidad de la zona y del mundo en su conjunto, no veremos salidas al conflicto y el país se seguirá desangrando. ¿Hasta cuándo? Una vez más nos hacemos esta pregunta y, de nuevo, no encontramos respuestas.
 
La intervención militar extranjera en Siria, algo que los propios rebeldes rechazaban al comienzo del conflicto y hasta hace poco, no es algo ya que descarten los opositores a Al Assad, porque están comprobando su inferioridad en la confrontación militar y porque asisten conmocionados a las masacres que perpetra el régimen y ven aterrados la destrucción y la completa desolación de muchas partes del país. No es algo tabú para los rebeldes, pero sí es algo que a día de hoy la comunidad internacional no se plantea. Rusia y China, con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, mantienen su apoyo al sangriento dictador sirio porque no quieren perder su posición geoestratégica en la zona. No quieren que cambie la situación actual y lo que más temen es una intervención occidental que les arrebate esa posición de fuerza en aquella parte del mundo. Por eso defenderán hasta el final a su aliado, aunque tenga las manos manchadas de sangre, y por eso jamás aceptarán una intervención militar exterior en Siria.
 
¿Qué salida se puede explorar? ¿Qué alternativas buscar? Lo que está claro es que no se puede permanecer en este estado mucho más tiempo. Cuando digo que no se puede no quiero decir que no sea posible que Siria continúe así varios meses más, que lamentablemente sí es posible que eso ocurra. Lo que quiero decir es que la comunidad internacional no puede permitirlo. Lo que está pasando en Siria debería aterrorizar y conmocionar al conjunto del mundo y todos los países deberían unirse para frenar la matanza. Potenciar un proceso de transición y diálogo entre las fuerzas de la oposición y el régimen es otra opción, aunque las posturas extremas y el odio que está potenciando el conflicto hace muy difícil esa tarea. Una intervención militar exterior directa o crear una zona de exclusión aérea es otra alternativa que, en estos momentos, resulta lejana y no fácil de aplicar por la oposición de esos aliados de Al Assad a los que no les inquietan las matanzas y la represión de su amigo el dictador. Y en medio de todo, el pueblo sirio, que se está viendo envuelto en esta situación de violencia y que está sufriendo bombardeos, combates, matanzas y todo tipo de represiones y actos violentos implorado ayuda al resto del mundo sin encontrar respuesta.


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