Ataques contra embajadas estadounidenses en países islámicos

El pasado martes 11 de septiembre, día del aniversario de los brutales ataques terroristas de 2001 en Nueva York, un grupo de fanáticos asaltó el consulado de Estados Unidos en Bengasi (Libia) y causó la muerte de cuatro personas, entre ellas el embajador estadounidense en el país. Según parece, la excusa de este injustificable acto terrorista es la indignación de los musulmanes por un vídeo nauseabundo sobre el profesta Mahoma que ridiculiza de forma inaceptable y odiosa al Islam. Este vídeo se habría rodado en Estados Unidos y habría despertado el malestar en los creyentes islámicos y esta reacción violenta en los radicales que tanto daño hacen a esa religión. No fue un hecho aislado y se ha desatado una oleada de ataques a embajadas de Estados Unidos en países islámicos. Lo ocurrido recuerda a la publicación hace unos años de unas caricaturas provocativas sobre Mahoma en varios diarios europeos.
 
La reacción de las autoridades libias y estadounidenses al asalto ha sido, en ambos casos, acertada. La situación en Libia es bastante compleja. Hay muchas milicias que combatieron contra Gadafi en las revueltas que acabaron con su régimen, y con su vida, que siguen armadas y están fuera del control de las autoridades oficiales libias. Se habla también de la posible presencia de Al Qaeda en el país. Estos lamentables sucesos han servido también para que todos los que desde el principio miraron con malos ojos la llamada primavera árabe salgan a decir: "¿lo veis? ya lo dije". Es posible que algunos fuéramos demasiado optimistas con este movimiento, pero lo que es seguro es que hay muchos que parecen alegrarse de que esto vaya mal. La caída de dictadores es siempre una buena noticia. Que existe un riesgo de aumento de posiciones islamistas radicales en estos países es obvio y que vendrán muchas dificultades en la transición hacia la democracia, también. Pero no entiendo el afán de algunos por desacreditar la primavera árabe, cuyos efectos positivos son indudables. No creo que se deba generalizar un hecho como éste.
 
En todo caso, Libia pidió disculpas a Estados Unidos el mismo día en el que ocurrió el asalto. Las autoridades destacaron que lo ocurrido "no afecta a la relación del país con sus socios europeos y americanos". En efecto, Estados Unidos ayudó a Libia en la guerra contra Gadafi y el propio embajador asesinado el martes, Christopher Stevens, jugó un papel importante en el diseño de la transición libia tras el final del régimen del sátrapa. Ayer mismo el primer ministro libio, Mustafa Abu Chagour, anunció que ya se habían producido las primeras detenciones de personas presuntamente relacionadas con el asalto a la embajada estadounidense, acto que calificó de "cobarde, criminal y terrorista".
 
Acertada también ha sido la reacción del gobierno estadounidense ante este ataque. Los republicanos han atacado a la Administración Obama porque creen que su respuesta a lo sucedido ha sido demasiado suave. Se nota que estamos en campaña electoral. Pero Estados Unidos ha hecho lo que tenía que hacer hasta el momento y está tratando de gestionar esta peligrosa situación del mejor modo posible. Hillary Clinton, secretaria de Estado estadounidense, declaró ayer que el vídeo que ha desatado la indignación del mundo islámico es "repugnante". Barak Obama criticó el ataque al Islam: "rechazamos todos los intentos de denigrar las creencias religiosas de otros", dijo. También aseguró que se hará justicia y anunció el envío de dos barcos de guerra y un grupo de marines a Libia tras la muerte de su embajador.
 
Está por ver cómo influirá esta situación incierta y peligrosa en la campaña electoral de Estados Unidos. De momento, la Administración Obama ha dicho lo que tenía que decir. Ha condenado el vídeo insultante al Islam y han dejado claro que no tienen nada que ver con él, como es natural. Y también ha prometido que se hará justicia y que ningún acto terrorista quedará impune, lo cual también es lo esperable. La situación está descontrolada porque los actos contras embajadas de Estados Unidos y las protestas contra este país se han extendido a muchos otros países islámicos como Yemen o Irak. También ha habido protestas en Egipto, Marruecos, Túnez o Sudán.
 
Es digna de elogio la postura que están adoptando la mayoría de los gobiernos implicados en esta situación. Como digo, las autoridades de Estados Unidos y Libia han reaccionado acertadamente a lo ocurrido. También son sensatas las palabras del presidente egipcio, Mohamed Morsi, que ha dicho que la figura de Mahoma es "una línea roja para los musulmanes", pero el asalto a embajadas estadounidenses es algo "inaceptable y rechazable" porque  “Mahoma nos enseñó respeto a la vida humana”. “No aceptamos, ni perdonamos ni aprobamos de ninguna forma estos ataques contra embajadas o consulados o contra la gante", sentenció. Este discuro de Mursi o el de los responsables libios refleja muy a las claras a diferencia entre islamismo radical y violento y la respetable creencia de cada cual.
 
Hay dos cuestiones ligadas a este asunto, las dos despreciables. Por un lado está el vídeo insultante y ofensivo sobre Mahoma. Completamente inaceptable. Se cometen excesos en nombre de la libertad de expresión que no podemos consentir y que no hacen ningún bien a nadie. Sin ánimo de comparar situaciones, hace unos meses critiqué a un artista español que grabó un vídeo ofensivo en el que cocinaba a un crucifijo, o algo así. Hubo unos cuantos intelectualoides que salieron en tropel a defender a este héroe que ofendió de forma gratuita a los católicos. Yo lo critiqué, porque no veo por ningún lado la necesidad de ridiculizar e insultar de este modo las creencias de la gente. Lo mismo defiendo ahora. En el vídeo que ha despertado la ira de los musulmanes se presenta a su profesta Mahoma como un ser violento al que se representa en escenas sexuales y de mal gusto con la única pretensión de insultar y ofender a los millones de personas que profesan el Islam. Repugnante, nauseabundo y odioso.
 
La intrahistoria de este vídeo empieza a estar más clara. Parece ser que el nombre del director de la película, Sam Bacile, es un alias. Según leemos hoy en la prensa, quien está detrás de este vídeo es Nakoula Basseley Nakoula, un copto californiano radical que tienen contactos con líderes antimusulmanes de la Costa Oeste de Estados Unidos. Los actores de la película han declarado que fueron engañados y que las menciones a Mahoma se introdujeron en un doblaje posterior. Pensaban que estaban rodando otra historia y no una ofensa gratuita e inaceptable a una creencia religiosa. Una de las actrices del vídeo ha declarado a la prensa que no tuvo nada que ver con esto, ya que fue engañada y  "ahora tenemos a personas muertas por una película en la que participé y eso me pone enferma". Sólo de un tipo fanático, despreciable y radical puede salir un vídeo así.
 
La otra cuestión ligada a este asunto, la otra vertiente, no comparable a realizar un vídeo, es la de los fanáticos que han asesinado por esta ofensa a su religión. Un asesinato es algo inaceptable siempre y en absoluto es justificable cometer actos terroristas de esta vileza porque se haya ofendido a tu religión o a cualquie otra creencia, por grave o dolorosa que sea la ofensa. Las interpretaciones fanáticas de las religiones han provocado millones de muertes a lo largo de la historia. El vídeo despreciable y del todo inaceptable sobre Mahoma no es más que una excusa para esos fanáticos violentos que han asaltado embajadas estadunidenses en varios países islámicos. La ofensa al Islam es censurable, por supuesto, pero nada justifica la violencia. Ni siquiera su propia religión. Los islamistas radicales dañana gravemente al resto de personas que profesan esta religión pero no aprueban los actos violentos en nombre de Alá o Mahoma.
 
El respeto a la religión del otro debe ser una premisa básica en el trato con personas de diferentes creencias o culturas, pero otro principio rector debe ser la búsqueda de la convivencia y la exclusión total y bajo cualquier circunstancia de la violencia. Cosa distinta es censurar ciertas prácticas ligadas a una interpretación antigua y radical del Islam que discrimina a la mujer, por ejemplo. Hay cuestiones que no podemos aceptar, porque violan los Derechos Humanos. Pero ésa es otra historia. Lo que pone de manifiesto esta situación derivada del vídeo ofensivo a Mahoma es la dañiño y peligroso que es el fanatismo. El del tipo que insulta y denigra al Islam en un vídeo repugnante y el de quienes asesinan en nombre de su religión. No estoy comparando, porque un asesinato son palabras mayores, pero sí estoy diciendo que la actitud radical y ciega de odio al diferente se puede apreciar, en diferentes grados si quieren, en esas dos partes. Luego hay una mayoría de personas, ahí están las reaccines de las autoridades de ambos lados, que piden respeto y ausencia de violencia. Que no comparten en absluto el vídeo ofensivo y que condenan enérgicamente los actos de violencia.


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