A Roma con amor


Roma es la última parada de la gira europea de Woody Allen, al menos de momento. El genial director toma la ciudad eterna como escenario para cuatro historias independientes sobre amor, infidelidad, fama... Es una buena película, muy entretenida y con momentos impagables. El antecendente es la obra maestra Medianoche en París, por lo que el listón estaba muy alto, pero Allen no defrauda en esta cinta rodada en Roma que nos introduce en cuatro historias divertidas con todo tipo de personajes. No hay conexión entre las historias más que el lugar en el que transurren. De hecho no tienen la misma lína de tiempo, pues una de las historias transcurre en un solo día y el resto, no. Quizás alguna de las tramas no está del todo bien cerrada o resuelta. Pero esta collage de cuatro historias breves sigue siendo una propuesta muy atractiva y mantiene toques de genialidad propios de Allen.
 
Con un reparto de lujo y con la cámara retratando los más bellos lugares de Roma, entramos en cuatro historias distintas, cada una con su interés. Magnífico el personaje que protagoniza el propio Woody Allen de un director de orquesta retirado y el de su esposa psiquiatra (Judy Davis). Las relaciones con sus consuegros son muy divertidas y darán lugar a varias de las escenas más surrealistas de la película. En otra de las historias, un estudiante de arquitectura (Jesse Eisenberg) que vive con su novia conoce a la mejor amiga de ésta (Ellen Page) con previsibles resultados, pero es un relato intesante con Alec Baldwin como alter ego del personaje de Eisenberg.
 
 Una tercera historia narra las desventuras de una pareja de recién casados de provincia que llegan a la capital y a los que le pasa de todo en una sola jornada intensa en Roma. Ahí entra en acción Penélope Cruz con un papel divertido de prostituta que entra accidentalmente en la vida del fiel y tradicional esposo. Por último, Roberto Benigni da vida a un ciudadano anónimo que de la noche a la mañana se convierte en un personaje famoso. Es una sátira brutal contra la fama efímera, la televisión y la prensa sensacionalista y del corazón que construye extensos debates sobre cuestiones banales y personajes intrascendentes que no merecen la fama que atesoran. Especialmente brillante.
 
Es una comedia muy entretenida de Woody Allen. Deja pinceladas de su maestría y genialidad en las cuatro historias. Introduce escenas divertidísimas y también cuestiones de fondo algo más reflexivas en otras. El personaje al que da vida Allen es muy interesante y no es difícil encontrar cierto paralelismo entre ese director de orquesta retirado, avanzado a su tiempo y con ideas geniales siempre bullendo en la cabeza y el propio cineasta neoyorquino. La historia con más fondo es la sátira que protagonia Roberto Benigni. Es un toque de atención a la televisión y a cierto periodismo, una reflexión simpática, pero descarnada y brutal sobre la fama y la estupidez de cierta prensa, los paparrazi y los ciudadanos que tan pronto se hacen famosos por cualquier tontería como la pierden. Es muy buena la historia de Jesse Eisesnberg y su situación con su novia y la bohemia y alocada amiga de ésta. La historia de los recién casados de provincia que llegan a Roma también tiene mucha originalidad y nos regala momentos hilarantes.
 
En resumen, una buena película de Woody Allen que las críticas pintan mucho más fea de lo que merecería, según mi opinión. Es lógico que a Allen se le pida, casi se le exija más, porque es un genio, uno de los referentes indiscutibles del cine. Pero si esta película la firmara cualquier otra director sería más elogiada, dicho de otro modo, incluso un Allen menor o en un estado de inspiración más bajo que en ocasiones precendetes (cosa que no comparto en el caso que nos ocupa) sigue siendo más atractivo que muchos otros y sigue construyendo historias entretenidas e interesantes. A un ritmo de película por año sigue el veterano director. La próxima la rodará en San Antonio poniendo punto y aparte a su gira europea. La estaremos esperando.
 
En otro orden de cosas, y hablando de cine, ayer conocimos el palmarés del Festival de San Sebastián que además este año celebra su 60 aniversario. Una cita muy importante y prestigiosa en el séptimo arte en la que la ciudad rezuma cine por los cuatro costado y atrae a estrellas mundiales. Ir al Festival de cine de San Sebastián es una de esas cosas que tengo pendientes y algún día haré. A lo que vamos, la cinta francesa Dans la maison, de François Ozon, ganó la Concha de Oro a mejor película. Fernando Trueba ha sido reconocido como mejor director por El artista y la modelo. Otra cinta española en blanco y negro y también estrenada esta semana, la Blancanives de Pablo Berger, ha recibido también un reconocimiento en la figura de la actriz Macarena García, que comparte el galardón en esta categoría con Katie Cosenie por Foxfire. La cinta muda de Berger que reintepreta este cuento clásico también se lleva el premio especial del jurado. Por último, José Sacristán hizo buenos los pronósticos y se le premió en la categoría de mejor actor por su papel en El muerto y ser feliz. Punto final a una exitosa 60 edición del Festival de cine de San Sebastián.
 
 

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