25-S

Informativamente hablando, hoy está siendo un día especialmente intenso. Sobre todo esta tarde va a serlo con noticias de gran importancia como la convocatoria de elecciones autonómicas en Cataluña para el próximo 25 de noviebre que acaba de anunciar Artur Mas en el debate de política general en el Parlamento catalán. Muchas y serias implicaciones tiene esta cuestión y muy interesante y a tener en cuenta las estrategias que están configurando los distintos partidos ante esta dilema territorial. La arriesgada apuesta del PSOE apoyando una reforma constitucional para caminar hacia un Estado federal y la subida del tono de la respuesta del gobierno central al desafío independentista de Mas son dos ejemplos de ello.
 
Hay muchas más noticias destacadas de hoy, pero sin duda habrá mucha atención puesta en la convocatoria de protesta del 25-S que llama a rodear el Congreso de los Diputados mientras se está celebrando el pleno, algo ilegal, para reivindicar cambios profundos en el sistema político. En este asunto centraré la entrada de hoy, pero quiero hacer antes una breve mención a otro asunto del día. Hoy cumple 80 años Adolfo Suárez, expresidente del gobierno, auténtico piloto de la Transición española junto al Rey Don Juan Carlos.
 
Hoy se mira a la Transición con cierto recelo y muchos de los españoles que nacimos en democracia gracias a ese proceso y a las personas que lo sacaron adelante entonces  la critican duramente. Se revisa todo y se sacan mil y un defectos de la Transición. Yo la defiendo y la reivindico con claridad y sin dudas como he expresado varias veces en este blog, sobre todo con el triste motivo de despedir a algunos de los protagonistas de ese proceso. Creo que es algo de lo que los españoles podemos sentirnos legítimamente orgullos, un proceso que se ha tomado como ejemplar en todo el mundo. Entonces los españoles (ciudadanos y políticos) tuvieron altura de miras, responsabilidad, voluntad de diálogo y continua búsqueda de acuerdos. Cedieron todos y todos construyeron el sistema democrático actual. Decía Churchill que la democracia es el peor sistema político, exceptuando todos los demás. Pues eso. Hoy es obligado y merecido tener un recuerdo para Adolfo Suárez, uno de los políticos más importantes de la Historia de nuestro país.
 
Regreso al 25-S. Hay mucho descontento social con el funciomiento del sistema actual. Se aprecia como poco participativo, se presencian con demasiado frecuencia escándalos de corrupción, la clase política navega en la mediocridad más absoluta como tónica general y los gobernantes no escuchan al pueblo que representan. Hay motivos para estar disgustados y es legítimo y deseable pedir cambios. Pero veo con preocupación el descrédito que está sufriendo la política. Muchas personas señalan a los políticos como los causantes de nuestros males y los tienen como enemigos del pueblo. Y esto es peligroso. En toda democracia es sana la crítica al gobierno y a los representantes políticos, por supuesto, y es exigible una actitud ejemplar y competente que no es la norma general entre nuestra clase política, de acuerdo. Pero a mí no me tranquiliza ni me estimula lo más mínimo que cunda el desprecio a los políticos y se ataque severamente el sistema democrático actual, con todas sus deficiencias que han de ser resueltas y combatidas.
 
Quiero que haya cambios y creo que deben darse en España, pero no comparto este sentimiento generalizado contra los políticos. Es cierto que hay ciudadanos que no sienten representados por los dirigentes políticos actuales y piden cambios radicales, una democracia más participativa. Comparto esta última reclamación, pero una cosa es pedir cambios en un sistema claramente imperfecto y otra bien distinta es sembrar este desprecio a los políticos y a los símbolos del sistema democrático español como el Congreso. La clave está en que se deberían hacer cambios legales y, sobre todo, en que los políticos, en su inmensa mayoría, no están haciendo su trabajo con la excelencia y ejemplaridad debida. Es magnífico que la sociedad española no se conforme con participar cada cuatro años y pida una política más abierta a la sociedad. Es una gran noticia que los ciudadanos no pasen de todo ni estén inactivos y sí se impliquen en las decisiones y políticas que les afectan directamente. Este despertar del compromiso social en la población es bueno se mire por donde se mire y es uno de los logros innegables del 15-M y los movimientos sociales recientes.
 
Sobre la convocatoria de este 25-S, no comprendo del todo la convocatoria y tampoco comparto sus formas. Sobre la ley, que prohíbe las manifestaciones en torno a las Cortes cuando hay pleno, no deja lugar a dudas, aunque quizás se deba estudiar si es excesiva o no, si se puede revisar. Yo creo que sí tiene cierta lógica, pero es discutible su sentido, nunca su aplicación, porque las leyes están para cumplirlas. En todo caso, la libertad de expresión y de manifestación no solamente debe ser respetada por las autoridades, sino que son pilares básicos de todo sistema democrático que se precie de ello. Por eso, ciertos excesos verbales de algunos dirigentes políticos comparando esto con el 23-F se deberían haber evitado. Es de desear que las concentraciones de esta tarde transcurran con normalidad. Los convocantes hablan de una convocatoria pacífica y ojalá así sea y el descomunal despliegue policial sea bien gestionado.
 
Es respetable la voluntad de las personas que apoyan este 25-S y salen hoy a la calle. En su día lo comenté y me mantengo en esa postura: me resulta extraordinariamente complicado no simpatizar con el 15-M. Comparto la indignación por la mala marcha de la política y la economía y comparto la reclamación de cambios en el sistema. Pero me separan, por ejemplo, de esta convocatoria, algunos aspectos que no comparto ni entiendo del todo bien. Piden la dimisión del gobierno en pleno y abrir un proceso constituyente con participación directa y abierto a los ciudadanos. ¿De qué estamos hablando? No están las cosas para utopías y no creo que a estas alturas de la película esté bien enfocada la convoctoria. ¿Es realista esto que se pide? ¿Qué tal nos iría si el gobierno en pleno dimitiera y abrieramos un proceso constituyente con un funcionamiento algo difuso como el que proponen? También quieren rescatar la democracia y la soberanía que, a su entender, está secuestrada por la Troika y los mercados financieros.
 
Creo que los políticos deben escuchar a la calle y que hay muchas cosas que deberían cambiar (ley electoral, listas abiertas, mayor participación ciudadana, etc) y les reprocho mil actuaciones y comportamientos que no comparto (el archivo de este blog da buena cuenta de ello), pero creo que es fundamental ser realistas y analizar el momento en el que nos encontramos con seriedad y huyendo de explicaciones simples y sencillas a problemas complejos. No me gusta cómo la economía se ha impuesto a la política, por ejemplo, pero me cuesta un mundo compartir planteamientos tan idealistas como éste de rescatar la democracia.
 
 Pongamos que todo lo que se pedirá esta tarde sucediera. ¿Nos representaría al conjunto de la población española los simpatizantes de este movimiento? ¿Cómo se gestionaría esa participación directa y abierta del proceso constituyente? A lo mejor estoy poco poético y demasiado pragmático, pero pienso que el momento actual no pide actos como el de esta tarde. No me gusta la estética, ni como símbolo, de rodear el Congreso y sé que los manifestantes serán muchos o pocos, pero no serán más representativos de la sociedad española que el Congreso de los Diputados, por ejemplo. Hay muchas cosas que mejorar en la política y que cambiar en el sistema, pero a mí me preocupa este clima actual de odio y desprecio a los políticos. Es muy arriesgado. Y en eso tienen mucho que hacer los propios políticos, que han de escuchar a los ciudadanos y dignificar su profesión trabajando con la responsabilidad y ejemplaridad debidas. 

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