Adelanto electoral en el País Vasco

Al otoño intenso que nos espera sólo le faltaba una gran cita política para terminar de redondearlo. Ya lo tenemos. El lehendakari, Patxi López, anunció este miércoles que adelanta las elecciones autonómicas vascas para el próximo día 21 de octubre. Estaba cantado que el socialista no agotaría la legislatura desde que se rompió el pacto con el PP por medio del cual ha gobernado estos últimos tres años. Aunque él insistió en que no habría adelanto hasta hace bien poco, era un secreto a voces que no sería así. De sobra es sabido que hace tiempo que en España el hecho de que un político desmienta algo no es precisamente garantía de que eso no ocurrirá.
 
Es hora de analizar lo que han dado de sí estos tres años de gobierno del PSE con el apoyo del PP y, sobre todo, de valorar la actual situación política vasca, muy distinta a la de entonces. Indudablemente, y en primer lugar, porque serán éstas las primeras elecciones autonómicas en Euskadi sin la amenaza directa del terrorismo etarra. También porque, después de varias citas, la izquierda abertzale volverá al Parlamento vasco, y todo hace indicar además que lo hará con fuerzas renovadas y mucho apoyo popular.
 
Sobre el balance del gobierno de Patxi López, sería injusto no valorar los logros innegables que se han logrado en el País Vasco en este tiempo. Para empezar, y no es una cuestión menor, se ha demostrado que en Euskadi pueden gobernar partidos no nacionalistas sin que se acabe el mundo y aquello sea el mayor caos que uno pueda imaginar. Se han normalizado muchas cosas que llevaban demasiado tiempo sin serlo en el País Vasco. Es sano, una cuestión de higiene, que se cambie el gobierno en aquellos lugares en los que un determinado partido o ideología lleva décadas perpetuándose en el poder. Entre otras cosas, por aquello que tan acertadamente expresó el escritos irlándes George Bernard Shaw sobre los gobiernos, ya saben, eso de "los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo y por los mismo motivos".
 
Los partidos constitucionalistas lograron ser mayoría en la Cámara de Vitoria sumando sus escaños y no dudaron en hacerlo. Creo que ha sido sano para Euskadi este periodo, aunque serán los ciudadanos vascos los que deberán juzgarlo con mucho más criterio y razón que yo. Creo que lo ha sido porque han normalizado la convivencia. Ver a un socialista de lehendakari y un gobierno no nacionalista en Euskadi ha sido una señal positiva en muchos aspectos. Durante demasiados años han sucedido demasiado cosas no lógicas en un Estado democrático de derecho en Euskadi. No culparé  directamente de ellas al PNV, pero sí diré que el impulso que en muchas cuestiones ha dado el PSE, con el apoyo del PP, durante estos tres años ha sido muy importante.
 
Luego está otro asunto que podemos anotar como logro del gobierno vasco de esta última legislatura, y es que Patxi López y Antonio Basagoiti han sido durante tres años un oasis, una excepción, un caso muy extraño en la política española. Dos líderes de los dos grandes partidos nacionales, socialistas y populares, manteniendo un acuerdo de gobierno, haciendo de Euskadi en cierta medida un oasis de entendimiento ajeno a las broncas del resto del país y a las batallas sin cuartel entre PP y PSOE en Madrid y en las restantes Comunidades Autónomas. No podía ser más tirante la relación entre Zapatero y Rajoy, pero López y Basagoiti mantenían su acuerdo y su entendimiento. Esto fue así durante mucho tiempo.
 
Diferencias sobre la forma de afrontar el final de ETA, no sé si insalvables, pero sí bastante profundas, y el cambio en el gobierno central estuvieron detrás de la ruptura del acuerdo. Sobre lo primero, el lehendakari no ha dudado en defender la legalización de Bildu y hasta la salida de la cárcel de Arnaldo Otegi. En ciertos asuntos, sólo en ciertos asuntos, Patxi López ha asumido demasiado el discurso de la izquierda abertzale. Antonio Basagoiti no acepta esta postura y los rocesa este respecto fueron claros y patentes. Creo que el lehendakari ha estado en ocasiones en una situación complicada, en cierta forma entre dos aguas. Ojo, no tengo duda de qué lado está López en la división entre demócratas y soportes de la izquierda abertzale, sólo creo que ciertas posturas del lehendakari sobre la gestión del final de la violencia etarra no han resultado sencillas de comprender. Pienso en sus ideas sobre la política penitenciaria o sus posturas sobre la presencia de los abertzales en las instituciones.
 
En todo caso,  creo que estamos ante un político muy válido y que es innegable que, diferencias de criterios en asuntos puntuales al margen, Patxi López ha hecho un extraordinario trabajo por el final de ETA y que ha sido una de tantas personas que en las filas de los partidos no nacionalistas han defendido la democracia, la libertad y el final de la violencia poniendo en riesgo su vida. Al lado de muchos hombres y mujeres del PP. Por eso me da rabia estas discrepancias entre los demócratas en estos momentos sobre la política antiterrorista.
 
Sobre el cambio en el gobierno central que, a mi entender también está detrás del final del feeling entre López y Basagoiti, parece claro que cuando Rajoy llegó a La Moncloa y con el estrepitoso fracaso que supuso para el PSOE el 20-N, las pocas regiones que quedaban en manos socialistas decidieron convertirse en frentes contra las políticas económicas del gobierno central. Así lo ha decidido Andalucía desde un primer momento, antes y después de las autonómicas que ganó Arenas pero no por mayoría absoluta. Es difícilmente sostenible una situación en la que estás haciendo oposición dura al gobierno del partido que te está permitiendo con su apoyo seguir en el poder. Era lógico que Basagoiti rompiera la cuerda y no creo que sorprendiera a López, más bien todo lo contrario, cuando decidió recurrir decretos del ejecutivo central y hacer bandera de alternativas sociales al modelo de Rajoy. De hecho, parte del discurso de campaña lo centrará el PSE en esa cuestión como ya hicieron, con razonables buenos resultados, en Andalucía y Asturias.
 
La situación de ETA, concretamente el pulso de los presos etarras al gobierno, y el regreso de la izquierda abertzale a las elecciones autonómicas vascas marcarán, sin lugar a dudas, la campaña. Sería muy deseable no caer en la trampa de centrar en Bildu la campaña. Lo digo porque no sería la primera vez que entre todos hacemos la publicidad a los abertzales y les situamos en el centro del debate. Y ellos, encantados, claro. Las encuestas dicen que el PNV ganaría las elecciones y la segunda fuerza más votada, y muy cerca de los nacionalistas, sería Bildu. Bajaría notable el PSE y también el PP. Veremos qué da de sí la campaña.
 
Lo primero y fundamental es la obvidad de que serán los vascos los que decidan en las urnas y eso es inapelable. Luego hay mil y una consideraciones. Una que quiero apuntar como cierre a este primer artículo sobre las elecciones del 21 de octubres es que resulta muy triste que quienes se apunten en las elecciones el rédito del cese de la violencia de ETA sean los que han estado bajo su paraguas o incluso han justificado sus crímenes. Será respetable que miles de vascos les voten, no hay duda, pero no por ello dejará de ser una noticia triste. Y digo más, un síntoma de sociedad enferma. Porque los que han puesto los muertos perderán apoyos mientras que los que han alentado a los etarras, los han justificado o han estado calladitos mientras mataban se apuntan el tanto como recién llegados a esto de la democracia.
 


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