Jornada electoral en Grecia, Francia y Egipto

Hoy se celebran elecciones en Grecia, Francias y Egipto. Las tres citas son completamente diferentes y el nexo que las une es que los ciudadanos de estos tres países podrán decidir su futuro, a quién encomiendan responsabilidades de gobierno o quiénes serán sus representantes en el Parlamento. Y no es una cuestión menor. Todo lo contrario. Cuando llamamos a unas elecciones la fiesta de la democracia no lo hacemos porque sea una frase hecha que suena bonita, sino porque lo mejor que tiene la democracia (el peor sistema político excluyendo todos los demás, como decía Churcill) es que los ciudadanos tienen en sus manos decidir sobre su futuro. No convendría que esa cuestión trascendental se dejara en un segundo plano por temor a que ganen las elecciones quienes no queremos que lo hagan o forzando gobiernos de tecnócratas que no pasen por el molesto trámite de celebrar unas elecciones. Por lo tanto, con las mil y una diferencias entre la situación en estos tres países, lo importante es que los ciudadanos griegos, franceses y egipcios acudirán a las urnas para decidir el camino que quieren tomar. Claro que luego la práctica es mucho menos bella que la teoría que acabo de exponer, pero creo que es importante tener bien claro que, nos guste más o nos guste menos, lo importante es respetar los resultados y la decisión libre que tomen estos pueblos.

Europa entera, y gran parte del mundo, mira hacia Grecia. El país heleno celebra sus elecciones más importantes en tiempos y de ellas dependerá, dicen, el futuro de Grecia pero también el futuro del euro y del propio proyecto común europeo. Los colegios electorales han abierto sus puertos a las siete de la mañana, hora local, y desde ese momento los griegos deciden entre los distintos partidos que se presentan a los comicios. Estas elecciones son la repetición de las parlamentarias celebradas en el mes de mayo que dejaron un escenario ingobernable. Esa cita electoral dejó el final del bipartidismo en Grecia, un preocupante apoyo popular a un partido neonazi y un voto muy dividido y fragmentando. En el país heleno no se pueden publicar semanas los últimos quince días previos a las elecciones, por lo que los sondeos celebrados allí son de hace dos semanas y algo puede haber variado la intención de voto de los griegos. Lo que dicen esas encuestas es que el partido conservador Nueva Democracia y el izquierdista Syriza estarían muy igualados en la disputa del triunfo en estas elecciones, pero ninguna de las dos formaciones podría gobernar en solitario.

La UE mira con atención y casi con la respiración contenida a lo que sucederá en Grecia. Syriza propone renegociar los términos del rescate a Grecia, algo que también ha propuesto Nueva Democracia en las últimas fechas. Alexis Tsiprar, candidato de la coalición de izquierdas, ha repetido hasta la saciedad que quiere seguir en el euro, pero que volverá a negociar las condiciones de la ayuda porque los recortes y las duras exigencias están ahogando el país. Antonis Samaras, candidato de Nueva Democrcia, no descata una renegocación de estas condiciones, aunque se presenta como el garante de la estabilidad y la unión monetaria. En cualquier caso, ninguno de los principales candidatos propone salir del euro. ¿Entonces? Pues entonces sucede que Angela Merkel se muetra inflexible y no está dispuesta a renegociar las condiciones del rescate y desde Bruselas se insiste en que ayudarán a Grecia, pero a cambio de que el país heleno cumpla sus compromisos. No parecen plantearse que quizás la mejor forma de ayudar a Grecia sería renegociar esos compromisos que están estrangulando la economía del país y está hundiendo las esperanzas vitales de la población griega.

Se presenta al pueblo griego con todos sus defectos en algunos medios de comunicación estos días. Corrupción, trampas, evasión de impuestos, fraudes... No digo que no los haya, pero hay una realidad igualmente cierta y, desde mi punto de vista, mucho más trascendente. Es la del 22% de paro, el 50% de desempleo en la población joven, unos suledos reducidos un tercio, un aumento de la delincuencia, el turismo desplomándose y una población asfixiada por los severos ajustes que no les dejan respirar. Puede ser que los griegos en su conjunto, especialmente sus políticos, hayan hecho muchas cosas mal, puede incluso que hayan sido un auténtico desastre en estos últimos años, pero a mí no me deja más tranquilo, como parece que les pasa a algunos analistas, cuando veo las enormes dificultades que pasan los ciudadanos griegos. Sinceramente lo que yo veo en Grecia es a un pueblo pasado apuros, no a una sociedad que ha perdido privilegios y ha bajado de un insostenible tren de vida. En todo caso, por lo que vemos en la prensa, los griegos están hartos de esta situación y se debaten entre su deseo de seguir en el euro y su imperante necesidad de aflojar algo las exigencias que han dado una estocada mortal a la economía del país.

El escenario que pueden dejar las elecciones de hoy en Grecia es incierto, aunque parece muy poco probable que algún partido logre una victoria lo suficientemente holgada como para gobernar con apoyos puntuales y no tener que contar con alguno de los otros grandes partidos. Nueva Democracia, la formación conservadora, y Syriza, la coalición de izquierdas, son los grandes favoritos pero, según los sondeos y la tendencia mostrada por las elecciones de mayo, cualquiera de los dos requerirá de pactos con otros partidos. No se está hablando mucho del Passok estos días. Los socialdemócratas griegos están de capa caída y los sondeos dicen que en las elecciones de hoy bajarán aún más su apoyo popular que en los comicios de mayo. En todo caso, la sopa de letras puede volver a situar a Grecia en una situación ingobernable. La UE analizará los resultados en busca de la formación de un gobierno que apoye aceptar las condiciones de la ayuda al país heleno tal y como están ahora. Se habla de gobiernos tecnocráticos, a lo que parece que le estamos cogiendo el gustillo en Europa, y se amenaza constantemente con un caos absoluto para Grecia si el gobierno resultando de estas elecciones opta por dar un plantón y plantea renegociar todas las condiciones del rescate. Europa está pendiente de lo que vota Grecia. Algo va mal cuando miramos con temor la decisión libre y soberana de los griegos en unas elecciones.

En Francia, por seguir en Europa, se celebra hoy la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias. El resultado de la primera vuelta, las proyecciones de la segunda que se hicieron sobre esos resultados y los sondeos señalan que el Partido Socialista podría conserguir una mayoría absoluta en la Cámara, con sus socios de izquierdas o incluso en solitario según algunas encuestas. Sería un escenario ideal para François Hollande, el que necesita el presidente francés para sacar adelante sus propuestas en la campaña de las presidenciales y el momento de mayor poder para la izquierda en dos décadas en el país galo.

En Egipto las elecciones de hot son absolutamente distintas a las de Grecia y Francia. Realmente la situación que vive Egipto es muy inquietante. Ayer empezaron a votar los egipcios y hoy continuarán estas elecciones a presidente que decepcionan a los protagonistas de la revolución que desalojó del poder a Mubarak. Deben elegir entre el candidato de los Hermanos Musulmanes y el último primer ministro del dictador. Es decir, islamismo o continuidad del régimen por cuyo final se jugaron vida hace meses. A todo esto se suma una decisión altamente preocupante del Tribunal Constitucional que decidió anular la composición de la Asamblea egipcia y devolver el poder total a los militares. Se habla incluso de golpe blando y motivos hay para pensar así. El Parlamento que salió de las urnas ha sido cerrado y se le han arrebatado sus poderes, que vuelven a manos militares. El proyecyo de una nueva Constitución también queda en suspenso, por lo que el presidente que salga de las urnas hoy tendrá un gran poder. Se teme que el vencedor sea el ex primer ministro de Mubarak. Sería una vuelta a empezar, o así lo interpretan muchos egipcios que creen que no queda otra que hacer una nueva revolución.

Para Ahmed Shafiq, el ex militar y ex primer ministro del dictador, Mubarak es un ejemplo a seguir. Por otra parte, el islamista Mohamed Mursi no entusiasma en absoluto a muchos de los jóvenes que protagonizaron la revolución y a un elevado grupo de ciudadanos que desean tan poco el triunfo de un hombre del antiguo régimen como la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes. Ayer se registró menor afluencia que en la primera vuela y se denunciaron varias irregularidades. Mursi representa el cambio, pero más por el hecho de que Shafiq procede del antiguo régimen que porque el proyecto del candidato islamista ilusione a ls egipcios. Muchos temen que con su llegada a la presidencia se cambie un poder dictatorial por el autoritarismo del islamismo más radical. La encrucijada de elegir entre un ex primer ministro de Mubarak y un candidato de los Hermanos Musulmanes se une a la inquietante actitud del poder judicial egipcio con sus recientes decisiones sobre el Parlamento y la nueva Carta Magna. Egipto vive momentos decisivos.


Comentarios