Festín en la Bolsa tras el rescate bancario

El sábado se decidió el rescate al sector bancario español en una reunión extraordinaria del Eurogrupo de la que se están dando diferentes versiones. En cualquier caso, la respuesta de los mercados está siendo próxima a la euforia: la Bolsa se da un auténtico festín con los bancos liderando las ganancias y la prima de riesgo baja considerablemente hasta situarse en los 462 puntos, el paraíso en comparación con la presión extrema de los últimos días. Hoy el análisis de esta rescate se centra en lo que supondrá para España. El gobierno continúa decidido a vender esta ayuda como un éxito que soluciona la complicada situación de los bancos en España. Se sanerarán estas entidades gracias a un préstamo en condiciones muy favorables y todas las obligaciones se impondrán a los bancos que reciban ayudas, no al Estado. Es decir, en España no se deberán tomar medidas de ajustes severos como las que se impusieron en Grecia, Portugal o Irlanda. Eso defiende el ejecutivo.

Mariano Rajoy salió ayer a dar una rueda de prensa después de que muchos le echáramos en falta el sábado, cuando Luis De Guindos fue quien dio las explicaciones sobre el préstamo o la línea de crédito que recibirán los bancos españoles vía FROB. Rajoy fue preguntado por las supuestas presiones que habría recibido de algunos países de la UE, como Alemania, para solicitar el rescate. Él respondió afirmando que más bien todo lo contrario, es decir, que fue él quien presionó para lograr esta ayuda en condiciones favorables para sanear de una vez por todas el sector financiero. El gobierno muestra las ayudas de forma tan positiva que Rubalcaba dijo ayer, con buen criterio, que no nos pueden hacer creer que hemos ganado la lotería. Algunas voces de partidos de oposición ya expresaron ayer sus dudas sobre este rescate. IU fue muy crítico con las ayudas, el PSOE se mantiene entre el apoyo al gobierno en estos momentos difíciles por sentido de la responsabilidad y su intención de aclarar que este rescate no lo paguen los ciudadanos. Los nacionalistas catalanes y vascos han reaccionado a este rescate de forma distinta. Iñigo Urkullu, presidente del PNV, ha declarado que no le gusta el rescate por las posibles obligaciones que sí implicará para el Estado en contra de lo que asegura el gobierno. Duran i Lleida afirmó ayer que es una buena noticia para España porque aporta una solución a uno de los grandes problemas del país: el estado de su sector financiero.

El debate hoy gira en torno al cómo. El sábado conocimos el qué (habrá ayudas europeas a la banca española) y el cuánto (por valor de hasta 100.000 millones de euros), pero fundamentalmente falta por saber el cómo. Si hacemos caso a lo que asegura el gobierno todas las obligaciones exigidas para acogerse a este plan de ayudas se ceñirán a las entidades que reciban el dinero y no pasarán por reducir competencias del Estado o por nuevos recortes. Sin embargo, desde Bruselas se está aclarando que eso no es del todo así. En la declaración del Eurogrupo se dejaba claro que España deberá cumplir sus objetivos de déficit y sus reforas estructurales y que el Eurogrupo se encargaría de velar por el cumplimiento de estos compromisos. Hoy el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, y el vicepresidente de la Comisión Europea., Joaquín Almunia, han afirmado que la UE, el BCE y el FMI controlarán el uso del dinero del rescate. "Llevará aparejados unas obligaciones", ha dicho Almunia. Es decir, entra en escena la troika, los hombres de negro.

Los detalles concretos del plan de rescate no se conocen aún. No sabemos ni siquiera exactamente cuál será el interés con el que llegarán las ayudas. Lo que es evidente es que el dinero llegará al FROB, un fondo estatal, por lo que no hace falta ser Nobel de economía para saber que el responsable último será el Estado. En los próximos días conoceremos los detalles de esta línea de crédito y en el futuro veremos también si es cierto que no implicará nuevas medidas de ajuste. De momento haremos bien en evitar una absurda batalla de nombres. Cada día me cansa más el uso de eufemismos y la forma en la que los políticos disfrazan la realidad con las palabras. El gobierno de Zapatero no pronunciaba la palabra crisis igual que ahora nadie del gobierno del PP pronunciará la palabra rescate. Allá ellos con sus batallitas y sus historias. Lo importante no es cómo llamemos a esto sino lo que significa exactamente y qué implicaciones traerá.

Por lo tanto habrá que esperar unos días para conocer todos los detalles. De momento todos los analistas coinciden en señalar que este plan de ayudas implicará una drástica reducción de plantillas en las entidades financieras que se acojan a él. Los empleados de los bancos, los trabajadores de a pie, como siempre, pagarán los platos que otros rompieron. En cuanto a si este rescate impondrá obligaciones o no al Estado, el gobierno defiende que no, pero sucede que su credibilidad no está en su mejor momento, porque también decían horas antes de que se consumara el rescate que no habrá tal. Además, de entrada suena algo fantasioso que este plan no termine afectando al Estado. Aumentará su déficit, por lo que si quiere cumplir con su compromiso de reducirlo al 5,3% este año tendrá que ingeniárselas para lograrlo y será difícil que lo hagan sin subida del IVA u otras medidas de ajuste. Además, la mayoría de las entidades que recibirán esta ayuda están nacionalizadas y el Estado es su máximo accionista, por lo que si las obligaciones se imponen a esas entidades algo le salpicará al Estado, o sea, a todos los ciudadanos. Además, como decía arriba, el FROB es un fondo estatal y el último responsable de devolver lo recibido será el Estado. El tiempo dirá. De momento desde Bruselas y Berlín ya nos dicen que la troika sí supervisará el rescate. "O Madrid cumple los requisitos o el dinero podría dejar de llegar", advierten en Bruselas. El Rey ha felicitado hoy a Rajoy y De Guindos por las negociaciones para alcanzar estas ayudas en la toma de posesión del nuevo gobernador del Banco de España. Por cierto, Don Juan Carlos ha recibido a Luis María Linde con un "vaya momento".

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