Del Bosque tiene razón

Hace unos días escribí sobre la marcha de la selección española en la Eurocopa. Lo hice tras la gran victoria frente a Irlanda y hablé entonces de las enormes críticas que recibió el combinado nacional, especialmente su entrenador, por el partido en el que La Roja debutó en el campeonado con un empate a uno ante Italia. El lunes España jugó el tercer partido de la primera fase. Sufrimos mucho porque, con el resultado que se estaba dando en el otro partido del grupo, un gol de Croacia podía dejarnos fuera de la Eurocopa. No hicimos un buen partido, más bien todo lo contrario, y lo pasamos realmente mal, pero el equipo terminó ganando gracias a un gol de Jesús Navas en el minuto 87 que nos devolvía la calma y situaba a España primera de grupo. La selección española pasa así a cuartos de final con dos victorias y un empate y con buenas estadísticas avalando su marcha en el torneo. El juego ofrecido ante Croacia dejó dudas, es cierto, pero no lo es menos que este equipo sigue mereciendo que confiemos en él por todo lo que nos ha dado, por los genios que tiene en el campo y porque un mal día lo tiene cualquiera.

Ayer en rueda de prensa Vicente Del Bosque dijo lo que pensaba sobre las críticas al equipo y sobre el nivel de exigencia en España con su selección. Y tiene toda la razón del mundo en lo que dice. "A nosotros parece que todo nos sabe a poco. Hemos pasado rápidamente de pobres a ricos y no sabemos valorar lo que tenemos. Nos hemos clasificado y somos la única selección que nos hemos ido a la caseta sin abrazarnos". Acierta el seleccionador en esta queja y en esta reflexión. Estamos actuando como nuevos ricos y pensamos que haber ganado una Eurocopa y un Mundial nos sitúa en una posición en la que hemos de golear en cada partido y no pasar ningún apuro. Y no es así. Creemos quizás también que es fácil pasar de ronda en la Eurocopa y ganar de calle todos los partidos, como si Holanda no hubiera quedado eliminada, como si selecciones potentísimas como Francia o Italia no hubieran sido segundas de grupo.

Hemos probabo el caviar y el jamón de pata negra y ahora nos sabe mal tener que comer algún día paté o chope. Hemos ganado una Eurocopa y un  Mundial y, en lugar de valorar como un gran éxito que España siga estando en lo alto del fútbol mundial cuatro años después de ese primer logro en la Eurocopa de 2008, lo que hacemos es ponernos exquisitos y exigir más y más a nuestro equipo. Somos incapaces de disfrutar el momento y valorar lo que consigue esta selección. Lo normal es que en el futuro añoremos esta maravillosa generación de futbolistas y pasemos una mala racha, como en los viejos tiempos de maldición de cuartos y esas cosas. Entonces quizás caigamos en la cuenta de lo injustos que fuimos con el equipo de Del Bosque y con el propio seleccionador español. ¿No deberíamos estar saboreando todo lo bueno que nos ha dado este equipo en lugar de actuar como si siempre hubiéramos ganado Mundiales y Eurocopas sin bajarnos del autobús?

Es un error muy habitual el que se suele cometer con deportistas o equipos que dominan su deporte durante un tiempo el pensar que sus triunfos son casi una exigencia, algo que se da por hecho. Si ganan no han hecho más que lo que tenían que hacer, que lo que se esperaba de ellos. Si pierden, entonces pronto decimos que le ha faltado preparación, o concentración, o que el entrandor ha cometido un error de juveniles. Poco importará lo conseguido en el pasado, poco importará que lo ofrecido por España en estos últimos cuatro años es mucho más de lo que ofreció en muchas décadas: siempre queremos (exigimos, por mejor decir) más. Y eso muy injusto. Si Nadal, por poner un ejemplo, ha ganado siete Roland Garros no es porque sea el mejor del tenis en la tierra y gane sus partidos sin esfuerzo, todo lo contrario, es porque cada partido, cada juego, cada punto, lo lucha con la enorme intensidad que exige un torneo de máxima exigencia como el francés. Cuando vemos a estos grandes campeones ganar y ganar a veces llegamos a caer en el error de pensar que es fácil, cuando cada vez es más complicado y tienen que seguir esforzándose muchísimo para cada victoria. Eso es lo que les hace grandes y nuestra actitud las que nos hace pequeños e injustos.

"Igual el error es pensar que llegaríamos aquí y ganaríamos por 3-0 todos los partidos", dijo ayer Del Bosque en la rueda de prensa. Va a ser que sí. El comportamiento de nuevo rico está muy extendido entre los aficionados españoles. Como hemos ganado la Eurocopa 2008 y el Mundial 2010 tenemos que ganar sin sufrir y aplastando a los rivales la Euocopa 2012. Como si fuera fácil. Y si la ganamos, enseguida exigiremos ir al Mundial de 2014 a revalidad la corona y conseguid una nueva estrella. Hemos olvidado pronto la maldición de cuartos, los sufrimientos en los grandes torneos con la selección o los goles que nos metían en cuartos y festejábamos como si nos estuvieran dando un Mundial. No hace tanto tiempo de eso como para que lo hayamos olvidado. Además, si algo enseña el deporte cada día es que no se puede ir por ahí con actitud soberbia y mirando a los rivales por encima del hombro. La grandeza de un equipo está en sus caulidades técnicas, pero también en la humildad. Eso nos falta como afición, al menos en un elevado porcentaje, porque ahora minusvaloramos al resto de equipos y pensamos que les pasaremos por encima sin problemas. Cuando descubrimos que no es así y que las estrellas de La Roja tienen que sufrir como el resto de los mortales, entonces algo no nos cuadra y nos ponemos a criticar al seleccionador y al equipo, cuando tal vez deberíamos pensar si nuestra actitud es sensata.

Creo que Del Bosque, el entrenador que nos dio el único Mundial de nuestra historia, merece mucho más respeto. Como escribí hace unos días, pedir respeto no es censurar las críticas a su labor. Si hace algo mal, o entendemos que hace algo mal, le podemos criticar, sólo faltaría. Más en España, donde todos somos entrenadores. Pero es Del Bosque y no los millones de entrenadores que le destripan quien ha ganado un Mundial y varios títulos importantes como entrenador. Este hombre y todo el grupo de la selección merecen todo nuesto apoyo y toda nuestra confianza. El técnico salmantino, además de gran profesional del fútbol, es un caballero, un señor de formas exquisitas y totalmente ejemplar por su comportamiento dentro y fuera del campo. Ayer ganó enteros, aún más, en mi valoración sobre él con su acertada y necesaria reflexión sobre las exigencias de los que hemos pasado de pobres a ricos demasiado pronto y olvidamos de dónde venimos y lo mucho que ha costado y cuesta mantenerse en lo más alto. Hay que mejorar en relación al partido de Croacia, porque llegan los cuartos y nos enfrentaremos a Francia. Pero si algún equipo puede mejorar y volver a ofrecer un gran fútbol, ése es el nuestro.  No tengo del todo claro que todos lo merezcamos, pero pronto se subirán todos al carro si la cosa va bien. ¡Vamos, España!


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