Primeras elecciones libres de la historia de Egipto

Hoy es un día muy importante para Egipto porque sus ciudadanos están llamados por primera vez en su historia a unas elecciones realmente libres. 50 millones de egipcios podrán elegir su futuro en las urnas. La fecha de hoy marcará un nuevo hito en la historia del país, un paso adelante más que añadir al resto de pequeñas victorias y logros que ha conseguido Egipto desde que los ciudadanos lograron expulsar del poder al dictador Hosni Mubarak. 15 meses hace de aquello y la primavera árabe, además de ser una explosión de libertad y una noble lucha por el derecho de un pueblo para decidir su futuro, es un proceso hacia la democracia. La marcha del tirano fue un momento clave en esta transición, pero Egipto ha tenido que seguir luchando y siguen teniendo que hacer frente a muchos obstáculos y dificultades a su futuro en libertad. Es una senda compleja, pero el final del camino es esperanzador y muy prometedor, por lo que vale la pensa seguir adelante.

El pueblo egipcio salió a las calles para decir basta, para desalojar del poder al dictador y tomar las riendas de su propio destino. Muchos se jugaron la vida y cientos de ellos la perdieron. Lo hicieron porque creían en lo que hacían, creían en la posibilidad de alcanzar un futuro mejor, de dejar atrás la oscuridad y la ausencia de derechos y libertades para poder vivir en un país democrático, tolerante y libre. El año pasado desde todas partes del mundo miramos con asombro y admiración hacia la plaza Tahrir de El Cairo. Lo hicimos con la fascinación que despierta la revolución pacífica y decidida de un pueblo, con la alegría de comprobar que, en efecto, los ciudadanos son quienes tienen el poder y con la satisfacción de constatar que sí se pueden cambiar las cosas. Muchas veces los ciudadanos no actuamos o no nos comprotemos con ciertas causas o ciertos movimientos porque pensamos que no valdrá la pena, pero si algo ha demostrado la primavera árabe es que sí sirve la lucha ejemplar de un pueblo por romper con las cadenas que le tenían atado y buscar emprender la senda de la libertad.

Es cierto que también hay sombras en la primavera árabe y que se tiene el temor de que los islamistas tomen un excesivo control en los gobiernos de los países que se han liberado de las crueles dictaduras que oprimían al pueblo de tal forma que al final del proceso los ciuadanos podrían encontrarse con la sustitución de un poder autoritario, el de los Mubarak de turno, por otro igualmente opresor y dañino, el de las tesis del Islam más fundamentalistas. Por lo que se ve ese temor es fundado, pero creo que hay que hacer una serie de precisiones. En primer lugar, la primavera árabe fue el despertar de pueblos que habían estado oprimidos por una dictadura durante muchos años. ¿Por qué quienes se han jugado la vida por romper las cadenas de la tiranía de Mubarak van a aceptar el autoritarismo y la radicalidad de los islamistas más intransigentes? Confíemos algo más en la población egipcia, que creo que nos ha dado motivos para ello.

En las elecciones de hoy, donde los egipcios elegirán presidente, hay cuatro candidatos favoritos, según las encuestas. No son del todo fiables, entre otras cosas imagino que porque nunca antes han tenido que ponerse en marcha estudios de opinión en un país donde no se han celebrado jamás elecciones auténticamente libres, por lo que habrá que esperar a conocer los resultados. No obstante, quienes suenan con más fuerza para ganar las elecciones son dos candidatos islámicos y dos candidatos ligados al antiguo régimen. Ciertamente no parece un augurio muy esperanzador si finalmente se lleva a cabo. La presencia de candidatos ligados al antiguo régimen, el que fue derrocado por la revolución del pueblo, se explica, según los expertos, atendiendo a esa masa de población que aspira a una cierta estabilidad y mira con vértigo un cambio radical del país. Ciudadanos que tan sólo desean que todo se calme y siga más o menos como está, que la situación política no le afecte más de la cuenta ni trastorne su vida normal, su día a día.

En cuento a la presencia de candidatos islamistas, la primera cuestión obvia es que Egipto es un país de mayoría islámica, por lo que parece lógico y comprensible que haya un grupo notable de ciudadanos que apoyen a candidatos islamistas. Otra cosa será ver si apoyan a los islamistas radicales, partidarios de una gran unión entre religión y Estado y defensores de que la sharia rija la socieedad, o a islamistas más moderados. La religión será una de las claves en esta cita electoral. Los ciudadanos habrán de elegir libremente entre partidarios de la unión Islam-Estado o defensores de la laicidad y de separar las cuestiones religiosas de las políticas.

Las otras dos claves de estas elecciones parecen ser la economía, puesto que la situación no es especialmente tranquilizadora ni positiva para los ciudadanos, y la seguridad. En este sentido, quince meses después del comienzo de las revueltas, la violencia no ha desaparecido de las calles. Se han vivido enfrentamientos entre manifestantes que pedían a la Junta Militar que controla el país que se cediera el poder y grupos de matones afines al antiguo régimen, pero también ha habido roces y situaciones de tensión por motivos religiosos. La crisis económica y la seguridad contarán también en estas elecciones. El proceso continúa. Hoy es un día muy importante, pero Egipto sigue teniendo muchos retos por delante. El próximo, lograr que quien resulte vencedor de las elecciones sea capaz de aglutinar a su lado a una amplia mayoría de la población, que integre a diferentes corrientes y dialogue con todos para lograr no defraudar a los ciudadanos que le hayan respaldado. Lo siguente será ver cómo se lleva a cabo la cesión del poder de la Junta Militar. Es de desear que no se aferren a esta situación de control que claramente ha de ser temporal. Controlar la seguridad y conciliar a las diferentes corrientes sociales serán nuevos retos que tendrá que afrontar Egipto en este duro pero necesario camino hacia la libertad y la democracia. El mundo seguirá mirando su actuación con el deseo de que el pueblo egipcio logre vivir en paz y libertad rigiendo su propio destino.


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