Cívico, ejemplar y saludable

Ayer se comenzó a celebrar el primer aniversario del movimiento 15-M con marchas y concentraciones en decenas de ciudades de España y del mundo. Fue un éxito incuestionable  del movimiento que ayer volvió a conseguir sacar a decenas de miles de personas a las calles. Yo estuve en la de Madrid y lo que vi, una vez más, fue una marcha pacífica, festiva y de un muy buen ambiente. Ni altercados, no gente violenta ni ánimos de provocar jaleo. Supongo que habrá a quien le resulte más cómodo ridiculizar el 15-M o minusvalorarlo diciendo que son todos unos perroflautas, término clasista que se han inventado algunos para hacerse creer a ellos mismos que este movimiento es sólo una ocurrencia de un grupo de jóvenes sin oficio ni beneficio que en lugar de montar un botellón en el parque prefieren juntarse en Sol y allí pasar la tarde. Nada de eso.

No voy a hablar de cifras, porque creo que es una batalla perdida, pero sí de sensaciones personales y opiniones de lo sucedido ayer. Primero, el 15-M volvió a demostrar que logra movilizar a muchas personas. Es más, creo que es el movimiento social con más poder de atracción que hemos visto en España en mucho tiempo. Ni los sindicatos ni otros grupos, asociaciones o colectivos han logrado calar tan hondo en tan poco tiempo en tantas personas. El mensaje del 15-M, que algunos continúan despreciando y ridiculizando como si el mero hecho de mostrar el descontento con la situación política y económica actual fuera una tontería de un grupito de niñatos, ha logrado atraer a mucha gente. No sé si los propios miembros de este movimiento son conscientes de su poder de convocatoria. Todo el mundo es libre de engañarse o no querer ver la realidad, pero es evidente que el 15-M mantiene intacto el apoyo ciudadano que cosechó hace un año. Al menos eso interpreto de las multitudinarias marchas de ayer.

Escribía en el artículo de ayer que mi relación con este movimiento tiene muchos altibajos y que, a lo largo de este año, he tenido momentos en los que me he sentido muy próximo al 15-M y otros en los que no me han gustado ciertos discursos o ciertas actuaciones. Ayer me reecontré con este movimiento, con lo mejor de este movimiento. Fue muy ilusionante ver a toda esa gente por las calles del centro de Madrid cantando, coreando consignas y manifestando de forma pacífica su indignación. Creo que ayer el 15-M actuó de forma impecable y considero que nadie puede tener nada que objetar, por lo que quienes miran a este movimiento con desprecio tendrán que invertarse otra cosa distinta de lo de los algaradas y demás patrañas. Lo cierto es que ayer los manifestantes tuvieron un comportamiento cívico y ejemplar. Además de eso, lo que vimos ayer en Sol y en otras plazas de otros puntos de España fue algo muy saludable y reconfortante. Emociona e ilusiona ver a la ciudadanía saliendo a las calles para pedir de forma libre, calmada y animosa cambios en el sistema.

A estas alturas de la película, en estos momentos en los que España suele salir en la prensa internacional relacionada con quiebras, con agujeros bancarios, con primas de riesgos o con presiones de los mercados, es maravillos ver que nuestro país es portada en muchas ediciones digitales de importantes diarios europeos por la cívica concentración de ayer en Sol. Creo que la noticia de las concentraciones del 15-M de ayer fue la mejor de cuantas informaciones procedentes de España han ocupado páginas en medios de comunicación internacionales en los útimos tiempos. La imagen de la Puerta del Sol llena de ciudadanos con ánimo pacífico y ambiente festivo concentrándose para protestar por las injusticias del mundo actual es una de las pocas escenas recientes de España en el exterior de las que podemos sentirnos razonablemente orgullosos. Por eso me ilusionó ayer comprobar que los actos del 15-M en España fueron noticia en el extranjero, así como le resultó estimulante ver que había actos de protesta en distintas ciudades de todo el mundo.

Lo que vimos ayer en Sol fue algo muy bonito e ilusionante. Naturalmente no se va a cambiar el mundo de la noche a la mañana por una concentración como la de ayer. Yo soy de los que confía más bien poco en poder lograr cambios radicales en este injusto sistema en el que vivimos, pero aún así creo que es enriquecedor salir a la calle para expresar nuestras ideas, nuestros sentimientos y nuestros motivos para la indignación. Se escucha mucho estos días, sobre todo en ciertos foros, que el 15-M no ha servido de nada. Eso es muy relativo. En primer lugar, ha servido como una bocanada de aire fresco, un impulso que agita conciencias y muestra a una juventud despierta y comprometida. Aunque el 15-M no hubiera alcanzado un solo logro más que sacar a mucha gente a la calle para pedir un mundo más justo y protestar contra el sistema actual y sus terribles desigualdades, ya habría valido la pena. No me parece justo minusvalorar lo que significa que decenas de miles de ciudadanos salgan a las calles a expresar su descontento con el sistema y a proclamar que otro mundo es posible. Les tildan de idealistas, de inocentes jóvenes que creen en utopías inalcanzables. Muy bien, yo recuerdo una frase de Max Webber que siempre se me viene a la cabeza en momentos como éste: "en el mundo no se hubiera conseguido lo posible si no se hubieraintentado  lo imposible una y otra vez".

Ayer también pudimos leer frases ingeniosas que esconden realidades y análisis de la situación actual. Me quedo con una que vi en una pancarta: "el miedo nunca conquistó derechos. Lucha por ellos" o con muchas otras frases en defensa de la educación. Lo que yo vi ayer en Sol fue algo de lo que estar orgullosos o, al menos, algo que da motivos para la ilusión y la esperanza. Desde luego no algo que temer ni algo violento o radical. Iba a comentar las palabras de ayer de Ana Mato sobre este movimiento, pero me lo he pensado mejor y prefiero no perder el tiempo con ello. Mucho mejor, dónde va a parar, celebrar el cívico acto de ayer. Una última cosa, la policía desalojó Sol a las cinco de la madrugada cuando quedaban ya pocos manifestantes. Dos policías resultaron heridos leves y hubo 18 detenidos. Fueron incidentes aislados y, de justicia es reconocerlo, ayer las autoridades actuaron con cabeza y con sentido común permitiendo prolongar la concentración más allá del límite de la Delegación del gobierno a las 22 horas. En contra de lo que cabría esperar por los augurios de algunos, ayer no se acabó el mundo ni se produno un tremendo desastre porque cientos de personas se concentraran pacíficamente más allá de las diez de la noche.


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