Último adiós a un genio



Ayer el humor español dejó de sonreír porque se había ido su maestro. Antonio Mingote murió ayer a los 93 años de edad. Murió el dibujante, el escritor, el académico, el maestro. Se va un genio irrepetible que a lo largo de su dilatada y brillante carrera profesional despertó la admiración de todos. Hoy todos los humoristas gráficos de este país despiden a su maestro y toda España llora la muerte de alguien que nos hizo sonreír, pensar y reflexionar con sus viñetas. Viñetas únicas por su enorme talento, por su maravillosa sensatez, por su originalidad y por sus trazos exquisitos. Porque Mingote hacía editoriales con sus viñetas y expresaba ideas y reflexiones formidables, pero es que además dibujaba como los ángeles, esos que ahora verá el maestro en el cielo desde el que seguirá pintando la vida y dibujando en nuestras caras una sonrisa.

Mingote era alguien prodigioso, absolutamente genial. Se le admiraba por muchas razones y en todas partes. Su maestría profesional, su forma de ser, su sentido común y su elogiaga y admirable generosidad de la que hoy hablan todos los que le querían, que eran muchos. Antonio Mingote nació en Sitges el 17 de enero de 1919. Naturalmente no fue un día cualquiera para su familia, pero tampoco para la cultura de este país. Ese día nació un genio que no dejaría de darnos lecciones magistrales durante su ejemplar carrera profesional. Bien pronto empieza a dibujar como sólo él sabía hacer. En 1946 se incorpora a La Codorniz, esa publicación satírica que hacía humor en las condiciones tan complicadas de la España de los años cuarenta. Una publicación que marcó un antes y un después y que es un auténtico referente para el humorismo gráfico en España. La conocida como la otra generación del 27 ridiculizó lo rancio y atrasado de la sociedad del momento, hizo crítica política sin hablar de política y, sobre todo, retrató a la sociedad española del momento de forma crítica, pero siempre con humor.

En el fondo lo que ha hecho siempre Mingote con sus viñetas es eso, retratar a la sociedad española. Nadie lo ha hecho nunca como él. En 1953 don Antonio se incorpora a ABC, diario al que fue fiel hasta el último de sus días y que hoy se queda huérfano y llora la muerte de un genio que honro al periódico durante décadas. 44 páginas le rinden hoy homenaje en esta centenaria publicación. Sin embargo, lo que dice más sobre lo que significa la muerte de Mingote es un espacio pequeñito, ése que siempre ocupaban las viñetas del maestro, que hoy queda en blanco. Lo dice todo porque, como señala el editorial de ABC hoy, nadie es insustituible, pero nadie es Antonio Mingote. Él deja un hueco imposible de cubrir. Pero deja también, y eso es siempre lo fundamental cuando toca despedir a personas extraordinarias como él, sus maravillosos trabajos, sus reflexiones y sus editoriales sin palabras. Deja tanto trabajo y tan brillante que siempre estará entre nosotros, porque siempre terminaremos recurriendo a una viñeta de Mingote para explicar con sus dibujos algo que jamás lograríamos explicar por horas que estuviéramos hablando y por muchas palabras que empleáramos.

Mingote era el mejor dibujante, pero era mucho más. También era un gran escritor y también, entre otras muchas cosas, dibujó magistralmente en la radio junto a otro maestro, Luis del Olmo, en esos debates sobre el estado de la Nación que son ya historia con mayúsculas de la radio española. En 1987 fue elegido académico. En la RAE también lloraban ayer su muerte. El maestro dejó huella en mucha gente y en muchos ámbitos. Hay personas que pasan por el mundo sin hacer nada por lo que ser recordados, otros que hacen alguna que otra cosa memorable, y luego está ese selecto club de genios en el que siempre estuvo Antonio Mingote. Con él reíamos, pero también pensábamos y disfrutábamos. Defendió en sus viñetas la libertad y algo tan poco frecuente en nuestros días como el sentido común. Hoy todos los dibujantes españoles despiden a su maestro y, como escribía al comienzo, todo el país dice adiós también a un genio irrepetible, de esos que nacen cada siglo, si acaso. Por eso todos los honores y homenajes que se rindan a Mingote me parecerán pocos. En España a veces somos únicos en eso de no reconocer como es debido a nuestras grandes figuras. Espero que no suceda lo mismo con Mingote, porque es muy posible que muchos muramos sin habernos encontrado a alguien tan brillante como él por muchos años que nos queden por delante.

Admiraba muchísimo a Antonio Mingote. De sus viñetas me gustaban sus trazos magistrales y su prodigiosa capacidad a la hora de dibujar, así como su originalidad y su lucidez, algo que conservó hasta el final de sus días. Hoy escribe Luis del Olmo una preciosa despedida a su amigo en ABC. El maestro radiofónico dice del dibujante fallecido que "nadie, siendo un genio, fue más modesto, trabajador, alérgico a la vanidad, sencillo y bueno como Mingote". "Nadie podrá decir, desde ahora mismo, que la eternidad será aburrida", concluye Luis del Olmo. Así es. Hoy España despide a un genio, a alguien que comprendió este país como pocos y lo retrató como nadie. Dicen que alguien sólo muere cuando se le olvida, por lo que Antonio Mingote no morirá nunca. Siempre recordaremos y disfrutaremos de sus trazos y de sus maravilloso dibujos y sensatas reflexiones. Es verdad que nada será igual sin la ironía y la genialidad de Mingote, pero nos ha dejado tantas muestras de su brillantez que siempre podremos regresar a una viñeta suya para sonreír cuando todas las noticias inviten en llorar. Gracias y hasta siempre, maestro.

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