Tragedia medioambiental en Galicia

Hemos comenzado esta Semana Santa con las escenas desoladoras que llegan desde Galicia. Un incendio, parece que intencionado, ha arrasado ya casi mil hectáreas del parque natural de As Fragas do Eume. Ver una joya medioambiental única arrasada por las llamas es dramático, pero saber que el incendio ha sido provocado es imcomprensible, indignante y aún más terrible. Galicia entera está conmocionada por este incendio. Las llamas están destrozando una joya del patrimonio natural de esa comunidad. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, declaró que todo hace indicar que el incendio fue intencionado. Habló de tres focos distintos. El alcalde del municipio de A Capela, Manuel Meizoso, ha dicho que el autor del incendio ha elegido el día perfecto para hacer el mayor daño posible, refiriéndose a la sequía y a las fuertes rachas de viente que propagaron las llamas a mayor velocidad. El alcalde de esta localidad pone voz y rostro a la absoluta desolación de todos los vecinos de los cuatro municipios de O Eume que ven arder el bosque ante ellos.

Han surgido ya polémicas y críticas a la gestión de las labores de extinción. Se habla de descoordinación y también de un recorte en los gastos en los equipos encargados de combatir los incendios forestales. En ese sentido, BNG y PSOE, partidos de la oposición gallegado, han criticado ya al gobierno del PP por estos recortes. Me parece razonable que se critique al ejecutivo gallego por aquello que haga mal, pero tal vez deberían esperar a otro momento para hacer una crítica política. En estos momentos no hablamos de un asunto político, sino de una tragedia ambiental, de un drama ante el que todos deben estar unidos. Sabemos lo mucho que les cuesta a los políticos no utilizar cualquier cosa para su propio beneficio partidista, pero este asunto no debe ser un motivo de discusión política. Al menos no en estos momentos. No todo vale en la crítica política. Ahora lo que toca es estar unidos en las labores de extinción, en las ayudas a los afectados y en la condena y persecución de los energúmenos que se dedican a hacer arder los bosques gallegos.

La consejera de Medio Rural de la Xunta, Rosa Quintana, declaró que "el enemigo es el fuego" y, en estos momento, así debe ser. Es cierto que el recorte de 22 millones de euros que denuncia el PSOE gallego en los presupuestos de la Xunta para los trabajos de prevención es más que discutible y arriesgado. También es verdad que habrá que estudiar esos posibles fallos de coordinación en las labores de extinción del incendio. Y, por supuesto, es igualmente cierto que habrá que preguntarse si no ha fallado algo en la prevención de estos riesgos y en la protección de la joya medioambiental del parque natural. Pero eso se debe dejar para el momento en el que se sofoque definitivamente el incendio. Dejando al margen posibles errores políticos o de gestión, este incendio pone de manifiesto la necesidad de combatir a la sinrazón de los pirómanos que destrozan el patrimonio natural de Galicia. Es dramático ver cómo año tras año se suceden los incendios forestales y, casi siempre, las investigaciones demuestran que han sido incendios intencionados.

El consejero de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras de la Xunta, Agustín Hernández de Rojas, ha declarado que "es evidente que esto obedece a una actuación delicitiva, terrorista medioambientalmente hablando". Así es, esto es pura y llanamente terrorismo medioambiental
. No sé cómo de severas son las penas contra este tipo de delitos, pero todo lo que no sea castigar de modo ejemplar y durísimo a estos delincuentes sería una injusticia. Se deben redoblar esfuerzos en la prevención y la protección de este tipo de incendios, pero se ha de hacer caer sobre los pirómanos todo el peso de la ley. Tragedias como la del parque natural de As Fragas de Eume nos conmocionan a todos. Nos hacen preguntarnos por la sinrazón de los incendiarios. Es imposible entender cómo alguien puede querer hacer tanto daño, qué puede pasar por la cabeza de una persona para hacer eso. Lo que tenemos que hacer es castigar a los terroristas medioambientales severamente y proteger nuestro patrimonio natural.


Los incendios forestales entristecen a toda la gente de bien. Debe de haber poco cosas más dramáticas que ver arder todo a tu alrededor, esa impotencia de ver cómo avanzan las llamas y destruyen el paraíso terrenal que con tanto mismo has cuidado y del que tanto has disfrutado durante años. Esa sensación que deben de tener los ciudadanos que son desalojados on saber si podrán volver a sus casas, esas lágrimas que nadie puede frenar o esa terrible certeza de saber que se tardarán décadas en volver a la situaciój anterior y que, muy probablemente, tú ya no estarás ahí para verlo. Que no podrás llevar a tus nietos al bosque igual que te llevaron tus abuelos, porque un delincuente odioso, cobarde y repugnante ha decidido arderlo todo. El daño que ha provocado el autor del incendio en Galicia es irreversible e insalvable. Imposible no sentirte invadido por la tristeza, la desesperación y la impotencia de todas las personas que han visto arder esa joya natural.

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