Comportamiento no ejemplar del Rey

Me ahorraré los habituales elogios a la figura del Rey Don Juan Carlos y el merecido reconocimiento a su labor por este país durante las últimas décadas. Valoro mucho el trabajo que ha hecho por España, su rol clave en la Transición para devolver a este país la democracia, su papel fundamental para parar la intentona golpista del 23-F. Todo esto lo he escrito una y mil veces y no va a cambiar. Ahora bien, lo conocido ayer es totalmente impresentable y no tiene ningún tipo de justificación. El Rey sufrió ayer una caída cuando estaba en Botswana cazando elefantes. Sí, como suena. Tan poco decoroso y tan incomprensible como suena. El monarca fue ayer operado en Madrid y en unos cuatro días será dato de alta. Se estima que el periodo de rehabilitación durará dos meses. Naturalmente, todos deseamos una pronta y satisfactoria recuperación del Rey.

Dicho esto, el viaje del Rey a este país africano para cazar elefantes carece por completo de ética y es algo gravísimo desde muchos puntos de vista. Para empezar, es totalmente inexplicable que el Jefe del Estado esté cazando elefantes una semana crítica para la economía española. Ya sé que el Rey tampoco podría haber hecho nada estando en España, pero él debe guardar las formas y dar ejemplo. De hecho eso de lo poco que se le pide. Tiene muchos privilegios como el Jefe del Estado y la primera institución que es, pero también obligaciones de las que no puede hacer tal dejadez. Su puesto es fundamentalmente estético. Carece de poder de decisión real y simplemente representa al país. Si su puesto es estético y ni siquiera se muestra capaz de guardar las formas, él solito está aportando argumentos para que los ciudadanos nos planteemos si está haciendo bien su trabajo. La respuesta es bastante negativa para el monarca.

Con la que está cayendo en España es indignante ver al Rey de caza en un país africano. Más indignante es saber que si no se hubiera caído tropezando, al parecer, con un escalón, nada hubiéramos sabido de este viaje. Quizás incluso hubiéramos pensado que estaba en la Zarzuela preocupado por el estado de salud de su nieto, o reuniéndose con importantes dirigentes o empresarios del país para abordar la delicada situación económica por la que atraviesa España. Tal vez de no conocer este viaje hubiéramos vuelto a ser palmeros de las palabras del Rey en algún acto sobre economía en el que Don Juan Carlos dijera que somos un gran país y con esfuerzo de todos saldremos adelante de esta crisis. Si antes sonaba poco creíble escuchar ciertas cosas por boca del Rey, ¿alguien creerá ahora los llamamientos del monarca a arrimar el hombro para salir del bache? Difícilmente podrá arrimar el hombro para salir de la crisis alguien que no sabe ni por asomo lo que es sufrir una grave crisis económica, alguien que está alejado de la realidad  y alguien que no tiene el más mínimo pudor en montarse un viaje a África para cazar elefantes mientras en su país vive preocupado por las estrecheces económicas.

Por lo tanto, el primer aspecto inaceptable del viaje es el viaje en sí mismo. Es impresentable que el Rey no tenga otra cosa mejor que hacer que montarse un viajecito a Botswana para cazar elefantes mientras en España se sufre y se padece una grave crisis. Pero es que además es muy discutible eso de los viajes privados de la Familia Real. No siquiera el gobierno sabía que el Rey estaba en Botswana, y eso es totalmente incomprensible. Que Don Juan Carlos tenga un especial tratamiento legal por ser el Jefe del Estado es lógico, pero no entiendo que no se informe ni al gobierno de dónde está el monarca. La responsabilidad no consiste en poner cara de preocupación cuando lees un discurso sobre economía o en filtrar tus reuniones con empresarios y banqueros. Consiste en otro tipo de cosas entre las que, obviamente, no entra desaparecer del mapa sin informar a nadie de dónde se encuentra. Porque ser Jefe del Estado tiene muchas ventajas y algún pequeño incoveniente. Lo que no parece justo es coger lo bueno y luego no molestarse ni en guardar las apariencias. Espero que, a partir de ahora, cada vez que el Rey se marche a algún exótico viaje de este tipo, al menos informe al gobierno de la Nación.

Falta total de ética y de sensibilidad, terrible torpeza y profundo distanciamento de la realidad. Pero es que hay más. Habrá a quien le parezca una cuestión menor, pero a mí me desagrada profundamente que haya gente que pague 30.000 euros por matar a un animal indefenso para luego exhibir restos de la pieza en tu casa y alardar de que acabaste con un elefante de un par de certeros disparos. Sinceramente creo que si alguien necesita acabar con la vida de un ser vivo para sentirse fuerte, poderoso o machote es que tiene un problema bastante serio. No sólo es una mentalidad rancia y terriblemente anticuada, digamos del siglo XIX cuando los poderosos se ponían las vestimentas de cazadores y disparaban contra los animales para luego alardear de sus logros, sino que también es algo de muy mal gusto y que hiere muchas sensibilidades. La mía, desde luego. No comprendo dónde está la gracia de matar a un elefante o a cualquier otro animal. Me resulta muy grotesco imaginar esas risotadas de machote presumiendo de lo certero que ha sido su disparo que ha impactado en la piel del indefenso animal.

Para terminar de rematar la faena, está la cuestión más de crónica social, por lo que pasaré de puntillas por ella, ya que esas cosas me interesan lo justo, de lo desperdigada y aparentemente rota que está la Familia Real. Ayer en un momento sólo sabíamo a ciencia cierta la localización de: los duques de Palma, en su exilio de Washington por los presuntos delitos de Urdangarin; del Rey, hospitalizado por caerse en una cacería de elefantes y de la Infanta Elena, cuidando de su hijo de 13 años que se disparó un tiro en el pie con una escopeta como si eso fuera lo más normal del mundo y como no fuera algo ilegal y poco entendible. Luego supimos que la Reina está en Grecia y que no volverá de allí hasta mañana lunes, pese a que operaron a su marido el sábado. Y, aunque en un primer momento más de uno pensamos que los Príncipes estarían en uno de sus frecuentes viajes privados, por la tarde Don Felipe dio señales de vida y fue a visitar a su padre. Vamos, que no tiene desperdicio esta familia que debe de acumular muchos puntos de esos que dan las aerolíneas por los viajes internacionales.

Recuerdo unos dibujos animados que veía de niño donde un inspector o un detective leía una carta con un informe secreto que, al terminar de leerlo, decía "esta carte se autodestuirá en tres, dos, uno...". Lo que estamos viendo estos últimos meses con la Casa Real es algo similar, salvando las distancias. Como sigan así pronto vamos a poder poner en su boca "esta institución se autodestruirá en tres, dos, uno...". Se están disparando al pie, y no es una frase hecha, y ellos solitos están provocando un enorme descrédito sobre la monarquía. No está España para tonteos de ningún tipo ni para que fallen más instituciones y piezas. Yo no jugaría más con la resistencia de los ciudadanos a las indecencias y despropósitos de sus altos cargos ni tentaría más a la suerte. Sólo el ingenio desbordante de algunas personas en Twitter y la ironía de que este lamentable suceso ocurriera un 14 de abril alivia un poco la sensación de bochorno y ayuda a llevarla con algo de humor, que falta hace. La Casa Real debería ponerse las pilas e intentar dar ejemplo. Porque lo de Urdangarin fue no ejemplar, pero lo del Rey ayer, también.



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