PSOE y Foro podrían seguir gobernando en Andalucía y Asturias

Las elecciones andaluzas y asturianas de ayer pueden dar lugar a mil valoraciones y análisis. Todos ellos serán respetables, salvo los que se fundamenten en el menosprecio a los votantes por haber elegido una opción determinada. Me refiero a esos que critican a la sociedad andaluza por haber votado lo que ellos no querían que votaran. A ver si vamos aprendiendo de qué va la democracia. Por lo demás, ayer fue un día aciago para el PP. Sí, ganó por primera vez en Andalucía, pero no gobernará allí y, para terminar de redondear el domingo fatídico para el partido de Rajoy, se queda como estaba en Asturias. El PP no esperaba estos resultados (ciertamente nadie los esperaba, sobre todo en Andalucía), por lo que suena poco creíble eso de colgarse la medalla de la histórica victoria en Andalucía porque, aunque lo es, ese triunfo tiene también tintes de fracaso. El PP de Arenas lo tenía todo a su favor y el PSOE de Griñán, todo en contra, por lo que el resultado de los populares es bueno, incluso histórico, pero está por debajo de lo esperado.

Vayamos por partes. Una cuestión de la que ningún político ha hablado mucho es la abstención. Es un síntoma del desapego total y absoluto de muchos ciudadanos con sus políticos. Éstos, en lugar de hacer autocrítica y pensar en los muchos motivos que han dado para llegar a este distanciamiento, pasan de puntillas por el dato de participación. En Andalucía votó un 62,17% del censo, once puntos menos que hace cuatro años y el segundo peor dato de la historia. En Asturias la abstención fue aún más elevada y sólo acudieron a las urnas un 55,92% de los ciudadanos con derecho a voto. Es cierto que en Asturias resulta más entendible que en cualquier otra comunidad estos bajos datos de participación, por la irresponsabilidad de sus dirigentes que han sido incapaces de gobernar y han tenido que convocar unas segundas elecciones autonómicas en menos de un año. Pero este problema es común a todas las regiones y ha de preocupar a todos los partidos políticos. La gente se queda en casa porque no cree en ellos, porque están muy cansados de sus poses y promesas incumplidas y porque creen que no servirá de nada votar a uno u otro. Desconfían de los políticos y los responsables políticos no deberían seguir ignorando esta distancia creciente entre ellos, representantes de los ciudadanos, y los propios ciudadanos.

En Andalucía, el PP de Arenas ganó (5o diputados), pero no podrá gobernar ya que la suma de los diputados del PSOE (47) y de IU (12) posibilitarán la formación de un gobierno de izquierdas. Arenas ganó, pero lleva cuatro elecciones seguidas intentando alcanzar la presidencia de la Junta de Andalucía. No lo ha conseguido y tal vez el PP debería plantearse si algo falla con él. No lo hará porque en el partido saben que gran parte de la amarga victoria de ayer es culpa de las medidas del gobierno central. Ayer el PP no llegó ni siquiera a acariciar la mayoría absoluta con la que soñaba y que anunciaban la mayoría de las encuestas. ¿Razones? Quizás en política uno de los peores errores que puedes cometer cuando te dan el discurso hecho (irregularidades, ERE, mala situación económica, décadas con un mismo partido al frente del gobierno, desilusión...) es seguir al pide de la letra el guión que se espera de ti. Alguien que aspira a ser presidente de Andalucía tal vez debería intentar ilusionar a sus votantes y ofrecer un proyecto alternativo con algún mérito añadido a la promesa de no cometer los errores de los gobiernos anteriores. Eso y los recortes de Rajoy, que han cercenado las posibilidades de alcanzar esa mayoría absoluta que les permitiera dar el vuelco histórico que deseaban para Andalucía.

La comparecencia de Arenas ayer en el balcón de la sede del PP andaluz fue esperpéntica, antológica. Habló de victoria histórica y todo lo demás. El discurso en sí, sin ser nada del otro mundo, tampoco estuvo tan mal. Lo más surrealista fue la puesta en escena con varios militantes ilustres del PP andaluz (incluidos dos ministros) con la sonrisa forzada en la cara y en el papel de palmeros del líder. Daba la sensación de que habían preparado la parafernalia del balcón y esa impagable puesta en escena en previsión de una gran victoria con mayoría absoluta que no se produjo, y decidieron seguir adelante con la fiesta. Fátima Báñez, ministra de Empleo, se confirma como miembro del gobierno que más tardes de gloria y escenas imborrables nos va a ofrecer. Ya apuntaba maneras con comparecencias anteriores, pero su interpretación ayer en el balcón supuso un salto considerable. Durante la campaña, cada vez que le preguntaban por algo que tenía que ver con su departamento, como la reforma laboral, ella se las ingeniaba siempre para terminar hablando de los ERE. Ayer ni las menciones de Arenas al paro y las dificultades económicas de los ciudadanos andaluces le borró la sonrisa falsa de la boca. Memorable escena la del balcón de ayer y buena demostración de lo que es no asumir la realidad, algo que los políticos suelen hacer con mucha frecuencia todo el año, pero especialmente la noche electoral.

José Antonio Griñán, candidato socialista, habló ayer de gratitud y de un gran partido. Desearía pensar que las palabras de Griñán ayer sobre la gratitud hacia sus votantes fueron completamente sinceras, porque tiene mucho que agradecer. No han dado muchos motivos para que los ciudadanos se sientan orgullosos de su gobierno y no han reaccionado nada bien ante los escándalos de los ERE. Este resultado electoral, en el que pierden apoyo aunque puedan seguir gobenando gracias a IU, debería servirle al PSOE andaluz para hacer una reflexión profunda. Las caras de alivio ayer entre los socialistas andaluces son comprensibles, pero deben ser conscientes de que muchos andaluces han seguido confiando en ellos a pesar de la que está cayendo y de los indudables errores que han cometido, porque lo que tienen una gran responsabilidad y deben saber estar a la altura. Griñán fue un gran triunfador ayer, porque otro escenario como una mayoría absoluta del PP le habría supuesto, muy probablemente, la pérdida del poder en el PSOE andaluz, el adiós a la recién estrenada presidencia del PSOE y un negro futuro en su carrera política. Sin embargo, ahora podrá seguir siendo uno de los pocos barones socialistas que gobierna una comunidad autónoma. Lo hará, además, entendiendo que su discurso de defensa del Estado del bienestar ha calado entre los votantes.

IU duplicó el número de escaños en el Parlamento andaluz, por lo que otro gran triunfador de la noche fue la formación de Diego Valderas. El partido liderado por Caya Lara está en clara progresión ascendente desde hace un tiempo. Ellos son los primeros que saben que gran parte de los nuevos votos cosechados proceden de descontentos con el PSOE, pero deben trabajar con la ilusión de convencerles de que no son una marca hermana en la que cobijarse cuando no les convezca la oferta socialista, sino que son una formación con claros principios de izquierdas que puede defender mejor que nadie una serie de valores que el PSOE ha ido dejando por el camino últimamente. Diego Valderas dará el gobierno al PSOE, y es razonable, pero está en una situación extraordinaria para ejercer un control constructivo a la gestión gubernamental en Andalucía. El PSOE de Griñán deberá escuchar a IU y ahí es donde la relación entre los dos partidos debe pasar de ser una unión de conveniencia para frenar a a derecha para convertirse en una renovada izquierda andaluza que supere los errores del pasado.

En Asturias, mientras tanto, el PSOE ganó con 16 diputados, aunque gracias al voto de los asturianos que viven fuera podría subir uno, lo que cambiaría radicalmente el panorama político de esa comunidad y daría a UPyD (1 escaño) la llave del nuevo gobierno. Foro Asturias perdió apoyos por su irresponsabilidad y falta de formalidad en la pasada legislatura exprés, pero tendrá 13 diputados. El PP no da con la tecla, puesto que el cambio de candidata no ha servido para subir de los 10 escaños que ya tenía antes. Para ellos sí que se puede decir que estas elecciones han sido una pérdida de tiempo. Están totalmente igual que antes: siguen obligados a apoyar a Foro si quieren un gobierno de derechas en la comunidad, sólo que Foro ahora está algo menos fuerte. IU también sube en Asturias (6 escaños) y para completar el complejo y variado Parlamento asturiano, entra UPyD, con un escaño. Este partido subió en apoyos en Andalucía hasta los 129.000 votos, pero no lo suficiente como para entrar en la Cámara (la ley electoral que ninguno de los dos partidos cambiará jamás tiene estas cosas).

Francisco Álvarez Cascos sabe que podrá formar gobierno si cuenta con el apoyo del PP y si no baila ese escaño en favor del PSOE que lo puede cambiar todo. Deberán entenderse, algo que se mostraron incapaces de hacer hace bien poquito. El estilo personalista y populista de Cascos sigue teniendo tirón en Asturias. Su partido se llama Foro Asturias Ciudadano, y curiosamente sus siglas coinciden con las iniciales de su líder (FAC). No se había visto algo igual desde el GIL, partido que Jesús Gil montó en Marbella. No quier hacer odiosas comparaciones, pero no me parece bien que Cascos vaya por ahí de salvador de Asturias y de ultradefensor de la comunidad, cuando de eso puede haber algo, pero también hay (y mucho) de ego y personalismo. ¿Se pondrán ahora de acuerdo los dos partidos de derechas de Asturias para gobernar? ¿Qué diferencias reales hay entre FAC y el PP? Si Cascos no se hubiera cabreado con los dirigentes de PP y no hubiera formado un partido para su mayor gloria, ¿cómo sería el escenario político en Asturias. A ver si, al contrario de lo que hicieron en el pasado, anteponen los intereses de los ciudadanos a sus egos y batallitas personales.

Si, como parece, el voto de los emigrantes puede hacer bailar un escaño y otorgarle al PSOE su diputado número 17, todo cambiaría. Porque la suma PSOE+IU igualaría la suma PP+Foro. En ese caso, UPyD tendrá la llave del gobierno, por lo que Rosa Díez estará deseando que ese diputado caiga del lado del PSOE, como en los viejos tiempos, aunque por motivos distintos. Veremos qué sucede. En cualquier caso, todos, los cinco partidos que estarán en el Parlamento asturiano deben guiarse por el interés común de la comunidad y por darle a Asturias un gobierno estable. Para ello, todos deberán ser responsables. Lo peor que le puede pasar a una región en cualquier situación, pero más en una crisis como la actual, es caer en la parálisis. Por eso todos los partidos asturianos deberán saber estar a la altura.

En clave nacional, las elecciones de ayer fueron un respiro para el PSOE y un toque de atención al PP. Los resultados invitan a pensar que los recortes y la dura reforma laboral sí tienen coste electoral, por lo que hará bien el Partido Popular en saber valorar cómo están cayendo sus medidas en los ciudadanos. Siempre podrán decir que actúan de forma responsable y no piensan en las elecciones cuando gobiernan, pero eso no casa con el hecho de haberse guardado el proyecto de los presupuestos hasta después de la cita con las urnas. Han conseguido una victoria histórica en Andalucía, pero sería un engañabobos reducir su análisis de las elecciones a este detalle. Ninguno de sus grandes objetivos para el día de ayer se ha cumplido: no gobernarán en Andalucía y siguen siendo el tercer partido en Asturias por detrás, para más inri, de un ex dirigente popular. El 25 de marzo no será el final de la travesía del desierto para el PSOE, ni mucho menos, pero seguro que Rubalcaba no esperaba encontrarse con estos dos oasis tan pronto.

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