Los violentos dañan a las protestas legítimas

Pongamos las cosas en su sitio, que parece que perdemos un poco el norte. Ayer en muchas ciudades españolas hubo protestas contra los recortes en educación. En algún caso las manifestaciones fueron numerosas como sucedió en Madrid, Valencia o Barcelona. En la ciudad condal 20.000 personas, según la Guardia Urbana, salieron a las calles, más según los organizadores. De ese numeroso grupo de gente que protestó en Barcelona, unos pocos, ajenos al fondo de la protesta y a los estudiantes, reventaron la manifestación y provocaron altercados violentos en la ciudad. Hacia ellos nadie puede tener la más mínima comprensión y no valen las medias tintas. Si empiezan comprendiendo o justificando, con sus palabras o con su silencio, los actos violentos, comienzan a perder legitimidad y su mensaje, que se supone que es lo realmente importante en una protesta, se evapora y deja lugar a imágenes de contenedores y coches ardiendo. Ayer la policía cargó y, una vez más, habrá que conococer los detalles de la intervención, pero a diferencia de lo sucedido en Valencia la semana pasada, sí hubo esta vez personas, por llamarlas de algún modo, que actuaron de forma violenta.

Los violentos que ayer se mezclaron con los estudiantes en Barcelona no benefician a nadie, empezando por los manifestantes. ¿De qué se habla hoy, de los mensajes de las protestas en contra de los recortes o de los altercados violentos y destrozos en las calles? Los propios estudiantes deben desmarcarse completamente y sin ningún género de dudas de este tipo de actitudes violentas, porque si no habrá quien mezcle unas cosas con las otras y deslegitime y desprecie su razonable malestar y su perfectamente comprensible movilización. A quien más daño hace que una protesta acabe de forma violenta es a quienes forman parte de la misma. Si querían evitar que esto pareciera un intento por incendiar la calle y helenizar España, deben decir bien claro que ellos no tienen nada que ver con los macarras que ayer quemaron lo que pillaron a su paso y la emprendieron contra comercios y sucursales bancarias. Yo creo que es así, por lo que deben confirmarlo y no creo que les cueste mucho hacerlo. Ponerse en plan comprensivo con los violentos sería un gravísimo error.

Algunos medios están defendiendo la perversa idea de la izquierda, así en general, está intentando ganar en las calles lo que perdieron en las urnas y que está agitando a los jóvenes para calentar la calle. Son acusaciones muy graves y, a día de hoy, infundadas. Pero ayudaría bastante que no se volvieran a ver escenas como las de ayer en Barcelona, porque estos medios que culpan a la izquierda de incendir las calles y agitar a la población han visto las puertas del cielo abiertas ante la gráfica demostración de que estaban en lo cierto. Y no lo están, pero si seguimos así lo va a parecer mucho. Por lo tanto todo el mundo debe ser responsable en esta situación. El PP y sus medios afines deberían plantearse la posibilidad de que, aunque les cueste creerlo, hay personas que actúan por principios e ideas propias y no son títeres de la izquierda. Por su parte, los partidos de izquierdas y sus medios próximos deberían rechazar con mayor rotundidad los actos violentos como los vistos ayer en Barcelona, porque eso de protesta legítima y sensata no tiene nada.

La situación económica actual es muy grave y vivimos momentos trascendentales para nuestro futuro. En España, pero no sólo en España, se han llevado a cabo duros recortes que repercuten directamente en los ciudadanos y pueden debilitar servicios públicos de primer orden como la sanidad o la educación. Es razonable que la población se mueva y salga a la calle. Nadie entiende que seamos los ciudadanos de a pie los que tengamos que pagar los errores de otros y la crisis provocada por otros, ni tampoco que al final siempre sean los mismos los que tengan que sacrificarse. Por eso es muy lógico que en estos momentos hayas protestas sociales y movilizaciones. Lo anormal sería que los estudiantes no se manifestaran cuando asisten a recortes en educación, o que los sindicatos no salgan a la calle para protestar contra una reforma laboral que precariza el empleo y quita derechos a los trabajadores. Hasta ahí, todo perfectamente comprensible y lógico. Pero hay una línea que no se puede traspasar y es la que ayer se saltaron esos pocos violentos que aprovecharon la ocasión para dar rienda suelta a su insenta tendencia a quemar cosas y provocar altercados.

Es muy difícil controlar a estos reducidos grupos violentos, pero lo que han de hacer los manifestantes (y me consta que muchas veces así se hace) es ser ellos mismos los que intenten parar los pies a los violentos y frenar ciertas actitudes que no entran dentro de una protesta pacífica en las calles. La policía volvió a cargar ayer y no sé si en algún caso fueron cargas descontroladas y poco profesionales. Defiendo lo mismo que la semana pasada, un policía ha de estar preparado para todo, incluido recibir insultos. Pero no puede tolerar los actos violentos, porque evitarlos es su trabajo. Así que sigamos criticando las intervenciones desmedidas y nada equilibradas de la policía, pero hagamos lo propio con los actos violentos que dervirtúan una protesta pacífica. Igual de reprochable es una cosa como la otra. En los incidentes de Valencia de la semana pasada chirriaba bastante eso de que "habrá habido excesos por las dos partes", ya que allí sólo vimos policías actuando de forma no proporcional. Pero ayer, sin embargo, vimos más energúmenos rompiendo escaparates y cajeros de crédito que agentes del orden cometiendo excesos.

Lo peor de estas cosas es que al final esa minoría violenta centra todos los comentarios y el fondo de las protestas de ayer queda relegado a un segundo plano. Por eso han de ser los propios estudiantes que se manifestaron ayer los primeros que se desmarquen de estos actos despreciables. Sólo así se logrará que el debate se centre en sus reivindicaciones y sus argumentos y no en los actos violentos. Aquellos a los que no le interesa que se discutan los recortes en educación o que se debata sobre las políticas de ajuste que se están llevando a cabo, han encontrado una forma sencilla de centrar la atención en los radicales y, de paso, de intentar confirmar que todo esto responde a una orquestada operación de la izquierda para debilitar al gobierno del PP. Lo que deben hacer los manifestantes es seguir con sus protestas, pero dejar bien claro que no tienen nada que ver con los violentos. Sobre esa idea que tienen algunos de que todo está manejado por la izquieda, el problema realmente lo tienen ellos que no parecen comprender que haya gente que actúe guiada por sus propias ideas y principios.

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