Los crímenes que nadie para

La locura de Al Asad y su ejército sigue sin alcanzar límites y estas últimas horas hemos conocido dos noticias espeluznantes: las torturas en hospitales sirios y los bombardeos a lugares fronterizos con El Líbano por donde los habitantes huyen de la tragedia y la sinrazón. Es descorazonador constatar la crueldad del régimen sirio y más aún comprobar que nadie en la comunidad internacional es capaz de articular una respuesta contundente y seria ante estos continuos crímenes contra su propio pueblo. La lentitud en esta cuestión no se mide en días que pasan, sino en muertos, en personas que pierden su vida y se añaden a la lista negra de fallecidos desde que comenzaron las revueltas contra el tirano. ¿Qué hace el mundo ante esto? Sería injusto responder que nada, pero está claro que no es lo suficiente para frenar la violencia en Siria y la pérdida diaria de vidas humanas. Todo porque China y Rusia siguen ofreciendo su apoyo, algunas veces más abierto, otras algo más disfrazado, al dictador que está masacrando a su pueblo.

Estados Unidos ha desarrollado un nuevo proyecto de resolución sobre la situación en Siria que presentará ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Rusia ya ha dicho que no le gusta porque no es una propuesta equilibrada. Debe de ser que a las autoridades rusas les ha parecido convincente esa excusa de querer proteger la soberanía de Siria y se mantiene firme en ese argumento tan poco sólido. Si aceptáramos que la comunidad internacional debe permanecer impasible ante este tipo de violanciones a los Derechos Humanos porque ha de respetar la soberanía de Siria y las decisiones internas del gobierno sirio, entraríamos en un preocupante panorama en el que los derechos individuales serían algo absolutamente secundario y en el que nadie podría osar criticar a un dictadorzuelo de tres al cuarto que atacara indiscriminadamente a su pueblo. En el fondo, tampoco dista mucho ese escenario posible de lo que la comunidad internacional ha hecho en algunas ocasiones del pasado, pero ahora que parece que la mayoría de los países están concienciados con poner fin a la violencia en Siria, los gobiernos de Rusia y China están quedando retratados.

Hay imágenes que demuestran las torturas en hospitales sirios y la ONU las ha confirmado hoy mismo. Algunos hospitales son centros de tortura y, según Naciones Unidas, las autoridades han dado al orden expresa al personal médico de no tratar a los opositores heridos. Es un ejemplo más del desprecio a los Derechos Humanos, empezando por el derecho a la vida, del régimen sirio. Pero no deberían caer en saco roto cada nueva información de las brutalidades cometidas en Siria contra los rebeldes. Sería triste entrar en una situación en la que estemos tan horrorizados por todo lo que sabemos ya que ha pasado y está pasando en aquel país que cualquier nueve revelación de este tipo nos parezca sólo un caso más de violación de los Derechos Humanos y de falta absoluta al más elemental principio ético y humano. Por eso todas estas nuevas pruebas deberían ser eso, más indicios que emplear en contra de los responsables de esta masacre y de esta violencia arbitraria e inaceptable que están practicando los secuaces de Al Asad.

Una ONG siria denuncia que el ejército ha bombardeado un puente próximo a la frontera con El Líbano por el que huyen de la guerra y la desolación miles de ciudadanos sirios. Según ACNUR, en los últimos días 2.000 personas han salido de Siria hacia El Líbano ante el horror de la violencia y, si se confirma esta información, Al Asad ha decidido impedirles la huida con este bombardeo. La dramática situación que sufren los sirios parece no tener fin y no es sencillo vislumbrar un horizonte próximo en el que la paz y la libertad se impongan a la violencia y la dictacura. Pero con el objetivo de alcanzar esa meta se ha de seguir trabajando duramente. Con la presión diplomática, con las sanciones económicas y, si llega el caso, con una intervención militar que ponga punto final a la violencia y a la guerra. Ésa ha de ser siempre la última opción, porque hemos de huir de la guerra y del recursos a las armas y la violencia, que no hace generalmente otra cosa que sembrar más odio y provocar más dolor, pero si la única opción de pararle los pies a Al Asad y al resto de dementes que están masacrando a su pueblo es ofrecer apoyo militar a los rebeldes, así habrá de ser. Desde luego, la que no es una solución válida es seguir con medidas que se están mostrando insuficientes.

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