Huelga general 29-M

Hoy España vive la octava huelga general de su reciente historia democrática. La primera apreciación, antes de cualquier otra valoración sobre seguimiento o incidentes, debe ser recordar que hacer huelga es un derecho de los ciudadanos y que ir a trabajar en un día de huelga ha de ser igualmente una opción libre de cada cual. Es decir, cualquier tipo de presión o coacción, venga de donde venga, para impedir a alguien hacer huelga o, por el contrario, ir a trabajar hoy, debería ser rechazada por todos y, mientras sigan existiendo ejemplos en las dos direcciones, nos seguirá faltando mucho para ser una sociedad avanzada y madura. Porque en una sociedad avanzada y madura, un día de huelga general ha de transcurrir con absoluta normalidad. Cada trabajador debe decidir lo que hace ese día con total libertad. Por eso, no me gustan nada ni los piquetes violentos ni las presiones de los empresarios a sus trabajadores advirtiéndoles de las posibles consecuencias de ejecer su derecho a huelga.

Estas primeras horas de huelga general, que siempre son importantes para calibrar el éxito o fracaso de la convoctaria, deja algunos datos como que la demanda eléctrica ha caído más un 20% con respecto a un día normal, o que el seguimiento parece masivo en algunos sectores como el industrial. También parece que se están cumpliendo estrictamente los servicios mínimos en el transporte allá donde estaban pactados, algo que es muy de agradecer. El gobierno ha informado ya en dos ocasiones sobre el transcurso de la huelga y ha hablado de normalidad absoluta y de 58 detenidos y diez heridos leves (no sé si estos datos son absolutamente normales). Algunas televisiones autonómica como Telemadrid están paradas. Los sindicatos, por su parte, han pronunciado ya la palabra "seguimiento masivo" y valoran positivamente estas primeras horas de huelga. Salvo algún incidente aislado, parece que las nueve primeras horas del paro están transcurriendo dentro de lo que se espera de un día así. Iremos viendo a lo largo del día qué grado se seguimiento tiene la huelga en otros sectores importantes como la educación o los comercios.

Lo más importante de la huelga, claro, será ver si ha sido un éxito o no y, en gran medida, el fondo de la misma. Es lógico que, desde un punto de vista informativo, ahora mismo lo central es ver qué seguimiento está teniend la huelga y qué incidentes se pueden estar produciendo, pero es necesario recordar el motivo de la huelga. Y ése, por cierto, es distinto según a quién preguntes. Como de otra cosa no, pero de personas parciales e incapaces de ser objetivas, tenemos de sobra en España, hoy nos podemos encontrar con todo tipo de valoraciones. Desde la incalificable portada del diario La Razón hoy, que anima a "trabajar por España", hasta las argumentaciones en muchas tertulias donde se defiende que el motivo real de la huelga es que los sindicatos quieren seguir con su negocio y su estatus provilegiado y que por eso convocan la huelga de hoy, como si muchos colectivos descontentos con las centrales sindicales no hubieran apoyado esta huelga, por cierto. Algunos defienden cualquier cosa con tal de no reconocer que esta reforma quita derechos a los trabajadores y que es razonable que la mayoría nos opongamos a ella. ¿Alguien ha encontrado a un solo trabajador que defienda esta reforma? Yo, no.

Los sindicatos despiertan pasiones, desde luego. Los hay que ven en ellos el enemigo público número uno y no disimulan nada su intención de llevárselos por delante. Existe una campaña sin descanso contra ellos. CCOO y UGT han cometido muchos errores estos últimos años, más o menos, los mismos que los políticos, empresarios y periodistas que se tiran a su yugular en cuanto se presenta la ocasión. Es verdad que mal de muchos es consuelo de tontos, pero no resulta creíble esta calculada campaña propagandística contra los sindicatos. Comprendo que para quienes quieren desacreditar la huelga es mucho más sencillo despreciar a los convocantes que tratar de entender a los muchos ciudadanos que la respaldan o, al menos, intentar explicarles el porqué de la reforma. Los sindicatos convocan, sí, pero en las calles de Madrid hoy no estarán sólo afiliados de las centrales sindicales y en contra de la reforma laboral no están sólo los sindicatos. Ésa es tal vez la ficción que ellos desearían vivir en las que sólo un grupo de anticuados y exaltados sindicalistas se oponen a la reforma. Pero no es así. La mayoría de los ciudadanos estamos en contra de ella.

¿Qué es lo que no nos gusta de la reforma? Resumiéndolo mucho, esta reforma abarata el despido, quita derechos a los trabajadores, posibilita a los empresarios a modificar (a la baja, se entiende) las condicipnes laborales de sus empleados cuando tengan previsión de pérdidas, permite despedir a empleados que acumulen un cierto número de bajas justificadas al mes, etc. Es una reforma agresiva, como la calificó el ministro de Economía, y el gobierno no podía esperar que los ciudadanos comulgaran con ella de buena gana(de hecho, no lo esperaba, a tenor de las palabras de Rajoy en una cumbre europea captada por un micrófono indiscreto). Es entendible y razonable la reacción de los trabajadores contra esta reforma laboral De Guindos ha dicho ya que, pase lo que pase hoy, no se tocará una coma de la reforma. Estoy seguro de ello. El gobierno tiene mayoría absoluta y entiende (con buen criterio) que debe aplicar su proyecto de reformas con la legitimidad total que le da su cómoda situación en el Congreso fruto de su triunfo electoral en las generales.

Al gobierno se le critica que no haya pactado con los agentes sociales la reforma laboral, pero no es la primera vez que se actúa así. De hecho no nos tenemos que ir muy lejos para encontrar un ejemplo de ello: la reforma laboral del gobierno socialista en 2010, que también provocó una huelga general. Se acusa a los sindicatos, a la izquierda en general, de pretender reventar la paz social, de arder las calles y de helenizar España para ganar en las algaradas callejeras lo que no ganaron en las urnas. Me parece un argumento pestilente y malintencionado. Naturalmente que el PSOE busca réditos con su apoyo a la huelga, algo que, ciertamente, merecería un análisis aparte. Y por supuesto que esta huelga tiene un carácter político (porque es una reacción a una decisión política que afecta a los trabajadores). Pero quien defiende esto está pretendiendo caricaturizar de forma burda la protesta contra la reforma laboral. Creen que es mucho más fácil hacer ver que las protestas de hoy responden a una estrategia de la izquierda (ese ente maléfico y abstracto) que comprobar que no son los sindicatos o los partidos de izquierdas los únicos que se oponen a la reforma, sino, especialmente, los trabajadores que están hartos de apretarse el cinturón y que no creen que una pérdida sustancial de sus derechos laborales vaya a servir para salir de la crisis.div>

Espero que la huelga de hoy transcurra con normalidad total. Y dentro de esa normalidad no entran los piquetes violentos. Porque si su fin es informar de los motivos de la huelga, quien no se haya informado de qué va la historia es porque no ha querido (Internet, redes sociales, periódicos, radios, televisión...). Y porque presionar a otros trabajadores para que no acudan a sus puestos de trabajo no es ejercer el derecho a la huelga ni defender a la clase obrera, es sencillamente ejecer de matones. Y puede que necesitemos muchas cosas en España, pero no más matones. En una palabra: libertad. Si tú quieres hacer huelga, hazla. Si crees que los que no la hacen están actuando de forma insolidaria e irresponsable, piénsalo y dilo si llega el caso, de forma respetuosa. Y si tienes pruebas de que un empresario está presionando a un trabajador para que no haga huelga, denúncialo. Pero no hacen nada bien a los convocantes de la huelga, ni a los trabajadores ni al país en su conjunto, esas escenas de presiones en los comercios para que no abran o de cerraduras llenas de silicona para que no se puedan abrir los comercios. Si tus reivindicaciones son tan justas y tu protesta es tan razonable (y yo creo que así es), no entiendo por qué alguien se dedica a insultar, presionar y coacciones a quienes, por el motivo que les dé la real la gana, deciden hoy no hacer huelga. Puedes no entenderlo y puedes criticarlo. Pero no puedes ir más lejos.

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