Firmeza contra la corrupción

Los políticos centran, con mucha razón, sus discursos en decir que van a combatir la crisis y que su prioridad es ayudar a crear empleo y buscar la recuperación económica. Hacen bien, porque para eso le hemos elegido y para eso le pagamos. Pero se olvidan con demasiada frecuencia de mostrar la necesaria firmeza contra la corrupción. Todos los partidos deben ser más contundentes contra esa vergonzosa práctica de la que casi ninguno de escapa. Ayer conocimos la sentencia de seis años de cárcel contra Jaume Matas, expresidente balear y exministro, en una de las muchas causas en las que está imputado en el caso Palma Arena. También ayer veíamos cómo el chófer del ex director general de Trabajo de la Junta de Andalucía contaba a la juez que los dos se gastaban 25.000 euros de dinero público en comprar cocaína y en montar fiestas. Es todo tan poco edificante y tan repugnante que urge que todos los partidos políticos se comprometan de verdad, no con la boca pequeña, a prevenir, evitar y combatir la corrupción.

Hasta el momento, la práctica habitual de los políticos es tirar piedras contra los condenados por casos de corrupción cuando son de otro partido, y mostrarse mucho más cautos cuando el que se lo ha llevado crudo es de los suyos. Así, podemos ver cómo los criterios que aplicaba José Blanco para Camps cuando estaba siendo investigado por el caso de los trajes no valen para él propio ex ministro ahora que se investigan sus reuniones en gasolineras con empresarios y sus presuntos favores a ciertas personas. Y también es así cómo el PP se centra en el escándalo de los ERE en Andalucía mientras busca correr un tupido velo sobre el pasado de Matas como hombre fuerte del partido y como ejemplo a seguir para Rajoy, tal y como él mismo lo expresó en su día. Los políticos españoles están muy comprometidos contra la corrupción, pero siempre y cuando el corrupto sea de otro partido. Total, que para no variar utilizan esta vergonzosa práctica ilegal de muchos políticos como arma electoral contra el rival. Pero es que lo más importante de la corrupción no es, no de lejos, el coste electoral que tenga o deje de tener, sino la odiosa forma en la que algunos se enriquecen con dinero público.

Mantengo desde hace tiempo una tesis que me preocupa e inquieta, sobre la corrupción política en España. Lamentablemente, creo que no tiene un coste electoral tan elevado como debería. No daré ejemplos concretos, porque a todos se nos ocurren bastantes, en los que presuntos corruptos han arrasado en las urnas pese a estar siendo investigado por graves irregularidades. Sucede, claro, que como dijo el diputado de Compromis un día en el Congreso, Joan Baldoví, la corrupción no se cura con votos. Es triste que los ciudadanos sigan confiando en muchas ocasiones en quien les ha robado de forma descarada. Es lamentable que en tantísimas localidades españolas donde no hacía falta ser un lince para ver que ahí había algo poco lícito, los ciudadanos que abuchean a los concejales de urbanismos y alcaldes de turno sean los mismos que les votaban y, lo que es peor, les aclamaban. De eso también tenemos sobrados ejemplos. Pero que en algunas ocasiones, más que en las que debería suceder, desde luego, ocurra esto no significa que la lacra de la corrupción sea menos grave y despreciable. En todo caso, a su gravedad habrá que añadir la dudosa lógica y la mejorable mentalidad de los ciudadanos que perdonan este tipo de delitos o les restan valor.

Los políticos son el tercer problema del país según las encuestas del CIS. ¿Lo son porque se han alejado de los ciudadanos? ?Lo son porque han gestionado fatal la crisis? ¿Lo son porque han derrochado dinero en obras faraónicas y absurdas? Puede, pero en gran medida supongo que lo son también por los múltiples casos de corrupción que llevan a taparse la nariz a muchos ciudadanos cada vez que ven a un político en televisión. Porque apesta esta situación y porque el tufillo que desprenden los políticos cuando minimizan un caso, se muestran muy cautos o no de desmarcan tajantemente de sus ex compañeros corruptos. Para los políticos españoles la gravedad de un caso no se mide por la cantidad de dinero robada o por otros parámetros lógicos, sino exclusivamente por las siglas de la formación en la que milite el mangante en cuestión y, si caso, por el daño que les pueda hacer si el ladrón es una oveja descarriada de su rebaño. La firmeza y el compromiso frente a la corrupción sólo llega cuando el investigado o condenado es de los otros. Y así nos va.

Jaume Matas fue ayer condenado a seis años, pero todavía le quedan muchos juicios por delante. No se trata de que nos alegremos de que Matas vaya a la cárcel ni de que deseemos que con él se busca dar ejemplo, pero sí de felicitarnos porque la justicia funcione y porque se logre borrar esa sensación de impunidad que tienen muchos de estos corruptos patrios que, en el fondo, confían en que no serán descubiertos. Le quedan muchas causas por delante y la satisfacción no llegará de verle a él en el banquillo o en la cárcel, porque no es ésta una cuestión personal ni tampoco de rivalidad política, pero sí del hecho de que quien cometa delitos tan graves como los que a él se le acusan vayan a la cárcel. Este señor no era un concejal de un pueblecito perdido, con todos los respetos a los entrañables y encantadores pueblecitos perdidos que también tendrán sus corruptos y caciques autóctonos, sino el presidente de una Comunidad Autónoma. Y, visto el número de causas en las que esá imputado, no debió de perder el tiempo mucho para, presuntamente, hacer mil y una irregularidad y cometer tantísimos delitos.

Mención aparte merece Antonio Alemany, periodista que redactaba los discursos de Matas y que se benefició de dinero público sin ningún tipo de control. Lo grave y delictivo es eso, pero lo más curioso es que el tal Alemany elogiaba los brillantes discursos de Matas que él mismo le había redactado. Se ve que se quería mucho a sí mismo, lástima que también quisiera mucho al dinero (público, según la sentencia). Lamentable todo. El caso Palma Arena seguirá adelante y nos deparará todavía muchas más situaciones bochornosas y vergonzosas de toda esta fauna de tipos sin escrúpulos y carentes de ética que han ensuciado la política y las instituciones públicas de casi todo el país. Hoy, por fin, vemos llover en muchos puntos de España. Imposible no pensar en lo necesario que es también la lluvia a la hora de limpiar el patio y llevarse toda la suciedad y toda la mierda acumulada durante esta larga sequía de corrupción e indedencia que España lleva padeciendo demasiado tiempo.

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