Día Internacional de la Mujer

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Un día para felicitarnos por los logros conseguidos en pos de la igualdad entre hombres y mujeres, pero también, y sobre todo, para reflexionar sobre lo mucho que falta por recorrer en el camino hacia la igualdad plena y efectiva. La discriminación hacia las mujeres ha existido y, desgraciadamente, sigue existiendo. La batalla contra esta injusticia debe ser una batalla de toda la sociedad. No es una cuestión exclusiva de las mujeres, sino que ha de ser un objetivo de todos. Las mujeres son las que la han padecido y la padecen, y somos todos los miembros de la sociedad los que debemos luchar incansablemente para acabar con esta situación impropia de una sociedad avanzada del siglo XXI. Afortunadamente, el machismo más rancio está cada vez más desacreditado y cuenta con un público decreciente, pero no se han logrado eliminar todos los prejuicios, disparates y sandeces de esta mentalidad que aún perviven en ciertas mentes cerradas y arcaicas.

Hoy es también un gran día para homenajear a todas las mujeres pioneras que lucharon por los derechos de esa mitad de la población mundial que estaba siendo sistemáticamente discriminada en una época en la que resultaba muy arriesgado dar la cara, salir a la calle y alzar la voz contra la mentalidad patriarcal y el machismo dominante en la sociedad. Por eso hoy es un día en el que debemos valorar como merecen a todas esas mujeres que en el pasado fueron valientes y abrieron la senda hacia la igualdad que hoy recorremos todos. A las que se jugaron la vida, a las que se rebelaron contra el papel secundario que la sociedad machista del momento les tenía reservado. Esas mujeres que dijeron basta y que se unieron para pedir avances hacia una sociedad justa e igual para todas las personas, no sólo para los hombres. En el siglo XIX, por ejemplo, el sufragio universal incluía sólo a los hombres. Las mujeres no eran dignas de tener derechos políticos ni civiles. Eran ciudadanas de segunda. Contra esa terrible injusticia, legitimada y consolidada por siglos de machismo y patriarcado, se levantaron varias mujeres valientes y comprometidas a las que hoy debemos mucho.

Una de las formas más sencillas (y descorazonadoras) de constatar hasta qué punto esa mentalidad ha dominado la sociedad y ha oprimido a las mujeres basta con ver lo misóginos que eran la mayoría de los grandes filósofos clásicos o las ideas que tenían algunos genios de otras épocas sobre las mujeres. Ante esta visión desfigurada de la realidad, surgieron valientes y firmes voces de mujeres que, con mucho esfuerzo y encontrándose con mucha incomprensión, alzaron la voz y lucharon por el reconocimiento de los derechos para la mitad de la sociedad que llevaba siglos siendo discriminada. Así, en un largo y fatigoso camino, las mujeres fueron logrando avances como el derecho al voto o su presencia en órganos de la sociedad que parecían reservados exclusivamente para los hombres. Lucharon por romper prejuicios e injusticias. Lograron muchos avances, pero hoy quedan muchas batallas que dar para conseguir llegar al final del camino que ellas emprendieron. Por eso, además de recordar los avances conseguidos por esas mujeres pioneras del feminismo, que entre otras cosas consuguieron abrir una brecha en el sistema patriarcal que tanto tiempo llevaba rigiendo la sociedad, hemos de ver qué injusticias tenemos que combatir ahora.

En las sociedades avanzadas, quedan muchos aspectos en los que persiste la discriminación hacia las mujeres. No podemos olvidar en este día a las mujeres de los países menos avanzados o aquellos en los que una tradición machista (vía religión o vía cualquier otra imposición que oprima a las mujeres) sigue teniendo plena vigencia. Porque son muchos los avances que aún hemos de lograr en sociedades como la española, pero no debemos dejar de lado a todas las mujeres de países africanos o islámicos donde los avances que aquí conquistamos hace un siglo son una utopía a día de hoy en pleno siglo XXI. Ahí están prácticas tan repudiables como la ablación genital o las muchas mujeres que son forzadas a permanecer en un segundo plano, a servir a su esposo y que saben que serán lapidadas si cometen adulterio. Por eso, si bien es necesario reseñar las discriminaciones que aún tenemos que combatir en Europa, sigamos muy concienciados y comprometidos con las sociedades en las que mujeres siguen siendo un instrumento de los hombres, siguen estando subordinadas a ellos y siguen sin tener ningún derecho.

A día de hoy, y volviendo a España, seguimos viendo situaciones discriminatorias hacia las mujeres. Aún hoy las mujeres cobran menos por hacer el mismo trabajo que sus compañeros, temen perder el trabajo en caso de quedar embarazada, sufren en muchas ocaciones los rescoldos de la rancia mentalidad machista y padecen en vergonzosos casos que hemos de erradicar la violencia machista. Y habría que poner un largo etcétera. Las mujeres, por ejemplo, son mayoría en la universidad, pero luego son casi excepcionales las que ocupan puestos de relevancia en consejos de administración de grandes empresas o en órganos de primer nivel de la administración. En los medios de comunicación las redacciones están ocupadas por una mayoría de mujeres, pero los puestos de mando siguen siendo, salvo excepciones, propiedad de los hombres. No hacía falta demostrarlo porque estaba bastante claro que así era, pero creo que las mujeres han dejado ya muy claro que son igual de capaces que los hombres, naturalmente, para ejercer puestos de responsabilidad en todo tipo de trabajos.

Otro aspecto que debemos vigilar y denunciar es la utilización de la imagen mujer como reclamo para anuncios de televisión u otros actos públicos. Esas escenas machistas que, incomprensiblemente, seguimos viendo en televisión o en otros sectores de la sociedad y que utilizan a la mujer como un objeto y esa igualdad a la baja que estamos viendo últimamente. Es decir, en lugar de eliminar la utilización de la mujer como objeto en publicidad o televisión, lo que hacemos es utilizar también al hombre en algunos casos. Nos igualamos a la baja en vez de hacerlo en el respeto a la dignidad de cada persona. Deberíamos despreciar este tipo de cosas como sociedad realmente avanzada y concienciada con la igualdad y la dignidad personal.

Las mujeres han sufrido y sufren muchas discriminaciones e injusticias que son incompatibles con una sociedad avanzada y moderna. Mientras persistan estas situaciones, sencillamente la sociedad seguirá enferma. Mientras una sola mujer sea agredida, mientras una sola mujer reciba un menor salario que sus compañeros por el mero hecho de serlo, mientras una sola niña tenga menos derecho que su hermano a la educación en cualquier lugar del mundo, mientras una sola mujer sufra la ablación genital, mientras una sola mujer sea oprimida, mientras en un solo foro se pueda seguir defendiendo sin pudor el machismo... Mientras todo esto suceda, sabremos que no hemos llegado al final del camino que emprendieron aquellas mujeres valientes que hace siglos empezaron a denunciar la discriminación que sufrían. Admiremos como merecen a todas las mujeres luchadoras de hoy en día (y todos conocemos muchos ejemplos), porque la sociedad funciona en gran medida gracias a ellas y porque les debemos mucho. Gracias.

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