Las reformas no tendrán efectos "en el corto plazo"

El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, ha seguido fiel a su promesa de decir las cosas como son (al pan pan, y al vino, vino, dijo en la sesión de investudira) y ha reconocido en el Congreso que sus reformas no tendrán efectos "en el corto plazo". No tendrán efectos positivos, claro, porque no sorpredería mucho que el paro se dispare aún más teniendo en cuenta que ahora costará mucho menos. La sesión de control al gobierno ha estado animada, como era de esperar, y hemos visto el primer duelo entre Soraya Saénz de Santamaría y Soraya Rodríguez, nueva portavos del PSOE en el Congreso. Alfredo Pérez Rubalcaba ha dicho que la reforma laboral introduce un despido "libre y gratuito" y cree que la seguridad de los trabajadores queda bastante tocada. Considera que se les dice "o aceptas la bajada de salario, o ahí tienes la puerta". Rajoy ha dicho que la situación actual obligaba al gobierno a actuar de forma decidida y también ha dejado caer que la oposición de los sindicatos a la reforma se debe fundamentalmente a que pierden poder.

El enfrentamiento entre Rajoy y Rubalcaba ha estado dentro de lo previsible. A estas horas, por cierto, están reunidos en La Moncloa para abordar asuntos importantes como la renovación de los miembros del Tribunal Constitucional con el mandato cumplido. Lo más interesante fue el primer cara a cara entre la vicepresidenta del gobierno y la nueva portavoz del PSOE. Han empezado fuerte las dos, como queriendo marcar el terreno. Santamaría ha dicho que las medidas tomadas por el gobierno están "a la altura de la gravedad de la situación que ustedes dejaron". Rodríguez respondió diciendo que se han rebajado derechos de los trabajadores y que el PP mintió en la campaña electoral. La vicepresidenta pretendió tal vez desacreditar a su nueva contrincante habitual en el Congreso cada miércoles diciendo nada más comenzar su respuesta a la pregunta de la portavoz del PSOE de esta forma: "nueva portavoz, vieja pregunta". No sé, teniendo en cuenta que la pregunta iba sobre la reforma laboral que el gobierno aprobó el pasado viernes, muy vieja no podía ser, supongo. El caso es que la vicepresidenta volvió a responder con bastante más dureza que Rajoy, que no se alteró demasiado en su cara a cara con Rubalcaba, quizás por aquello de que horas más tardes sería su invitado en Moncloa y quería ser cortés.

"Ustedes sólo han dicho la verdad en Bruselas y a micrófono cerrado", reprochó la diputado socialista. Soraya Rodríguez también criticó que el gobierno ocultara premeditadamente en su rueda de prensa del viernes tras el consejo de ministros esa pequeño detalle sin importancia de que los empresarios podrán bajar el salario de sus empleados de forma unilateral. Sáenz de Santamaría respondio afirmando que "el único empresario que unilateralmente bajó los sueldos fue el PSOE a sus funcionarios". No creo que el gobierno deba seguir viviendo del pasado mucho tiempo. La herencia es muy mala, sí, pero el tiempo va pasando y han de cambiar el chip. No son ellos los que tienen que hacer ahora oposición. La vicepresidenta respondió a la portavoz socialista diciendo que veía "mucha descalificación y pocos argumentos contra el gobierno". En fin, el debate estuvo por lo visto interesante, pero fue un poco de salón, cada cual encerrado en su idea prefijada y sin un interambio real de ideas. ¿Por qué cuesta tanto al gobierno reconocer que han abaratado claramente el despido? Ni el PSOE debe seguir acomplejado por los errores pasados (aunque lo suyo sería que intentaran no repetirlos y ser una alternativa real), ni el PP puede seguir atacando a los socialistas como respuesta automática a cada crítica contra su acción de gobierno. Las cosas han cambiado.

Rubalcaba ha preguntado a Rajoy si cree que las medidas que ha tomado el gobierno son las que necesita España en estos momentos. La respuesta del presidente ha sido bastante lógica, bastante más que la pregunta, dicho sea de paso, "si no lo creyera, no las tomaría". No seré yo, desde luego, quien minusvalore la capacidad oratoria de Rubalcaba, pero creo que se podía currar algo más las preguntas. Claro que detrás de ella está la idea de que España necesita otra cosa, pero tal vez la formulación de las cuestiones al presidente deberían ser distintas. Por lo demás, Rubalcaba acusó a Rajoy de mentir. Ahí es cierto que el líder de la oposición cuenta con una ventaja (tal vez la única con la actual fragilidad política del PSOE), y es que él alertó en campaña de que el PP tenía un programa oculto y de que no estaba anunciado las medidas que tomaría de llegar al gobierno. Es rigurosamente cierto que así fue y que, al menos en este punto, el tiempo le está dando la razón. Las declaraciones de dirigentes populares en contra del abaratamiento de despido fueron numerosas durante la campaña y no hace falta recordar su idea sobre subir los impuestos.

"Estamos sentando las bases para crear empleo". Ojalá así sea. Claro, acto seguido hay que preguntar qué tipo de empleo se creará. De entrada parece que todos los trabajadores sin excepción ven cómo se podrán bajar sus salarios y condiciones laborales sin grandes problemas y que el despido será más barato. Y los parados ven que, en efecto, se pueden abrir algunas puertas, pero saben, porque están necesitados pero no son tontos, que se está precarizando el empleo. Es lo que escribí hace poco del flotador salvavidas, cuando uno se está ahogando pilla lo que sea para salir a flote. Ojalá esta durísima reforma conduzca a buen puerto. De momento, parece que nos seguimos hundiendo y que no se está pensando en los pasajeros de la clase baja. Y no creemos que podamos caernos todos en el bote salvavida de forma casual.

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