Día Mundial de la Radio

Las efemérides y los días internacionales tienen la importancia que cada cual le dé, pero detrás de ellas siempre hay un buen motivo. En algún caso una reivindicación necesaria, en otros un recuerdo merecido a alguien que nos dejó tal día como hoy hace años, o algún acontecimiento ocurrido en esa fecha y que la marcó para siempre. Hoy se celebra por primera vez el Día Mundial de la Radio. El 13 de febrero emitió por primera vez la radio de las Naciones Unidas y es un buena fecha para poner en valor a este gran medio. La propuesta parte, por cierto, de la Academia de la Radio española. La UNESCO aprobó que sea hoy ese día, aunque propuestas de otros días destacados. Lo de menos es el hito que sirva de pretexto para celebrar este día. Lo realmente importante es que la radio tiene por primera vez un día dedicado a ella en todo el mundo, un día para celebrar muchas cosas. En cuestión de medios, como en todo lo demás, no hay nada escrito sobre los gustos de cada cual. Yo creo que ningún medio es mejor que otro de por sí. Su calidad, credibilidad y prestigio depende de cómo se actúe en cada medio. La radio ha sido y es muy útil para la sociedad durante muchos años y es también ejemplo de calidad profesional.

Según la UNESCO, esta efeméride pretende "destacar el poder de la radio como plataforma de educación y de promoción de la libertad de expresión y de debate público, así como su papel vital en la respuesta a crisis y desastres". Además, esta agencia de la ONU considera que es "el medio más universal", ya que alcanza al 95% de la población mundial. Irina Bokova, directora general de la UNESCO, acierta al recordar que "la radio es el medio de comunicación de masas que llega al público más amplio, especialmente a los sectores más marginados de nuestras sociedades". Así es. Estamos hablando del medio más barato y con una tecnología más simple. Precisamente hoy me gustaría ver algún reportaje en prensa sobre el papel de la radio en comunidades muy aisladas del resto del mundo, muy remotas y donde quizás sea el único medio accesible a todo el grupo. El de la radio es el poder de la palabra y es totalmente diferente a cualquier otro medio. Es barato y accesible a todo el mundo y se basa en la capacidad de informar sólo con la palabra y en esa relación íntima y muy particular que se establece entre emisor y oyente.

Otro punto destacable es el de la importancia que tienen en todas las sociedades libres y democráticas los medios de comunicación. "Una radio libre, independiente y pluralista es escencial para las sociedades saludables, y es vital para promover los derechos humanos y las libertades fundalmentales", destacan también desde la UNESCO. Ahí entran emisoras públicas, privadas y comunitarias. Estas últimas suelen ser las grandes olvidadas, pero si lo que queremos es reconocer el papel fundamental de la radio en las comunidades, en la cultura, en las relaciones entre los ciudadanos, en la pluralidad, en el respeto a todas las opciones y en la absoluta libertad, no podemos dejar de lado a las radios comunitarias. Yo no soy especialmente objetivo ni en cuanto a la radio como medio en general, ni en cuanto a las radios comunitarias. Lo primero porque soy un enamorado del medio y lo segundo porque formo parte de Radio Ritmo, la radio comunitaria de Getafe, como bien sabrá quien lea el blog con cierta asiduidad. Es muy de agradecer que la UNESCO se acuerde de las radios comunitarias con motivo de este Día Mundial, pero también, y especialmente, que haya promovido iniciativas sobre este tipo de medios.

La página de la UNESCO sobre este Día Mundial de la Radio está muy bien y recomiendo una visita, aunque sea rápida. Incluye varios apartados destacados y permite, por ejemplo, escuchar las voces de Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Pablo Picasso o Nelson Mandela, entre otras muchas personalidades relevantes. En una parte de la web se recogen citas sobre la radio en las que se reivindica su papel y su particularidad. Los tiempos han cambiado una barbaridad y la radio, aunque se sigue escuchando en gran medida a través de los aparatos receptores tradicionales, se ha integrado perfectamente en Internet y ha encontrado allí un gran aliado. Puede que no esté en lo cierto, pero creo que al medio al que mejor le puede venir la revolución de Internet es la radio. La televisión lo tendrá como competidor y la prensa escrita no termina de encontrar una forma viable y beneficiosa para todos de cohabitar con Internet. Sin embargo, la radio ve abierta la puerta a muchas opotunidades: la participación más sencilla y completa de los oyentes, la cobertura en todo el mundo, etc.

Ya he escrito en alguna ocasión lo mucho que valoro la radio. Escribía más arriba que ningún medio es mejor que otro de por sí. En la televisión, tan vulgarizada últimamente por algunos productos de dudosa calidad, se pueden ver enormes trabajos periodísticos y excepcionales ejemplos de rigor y calidad informativa. Personalmente, adoro las buenas columnas de opinión en la prensa escrita y los reortajes o entrevistas que leemos en los diarios. La calidad no es una cuestión que dependa del medio. Es cierto que cada cual tiene un potencial y unas cualidades específicas. Cada uno tiene sus propias fortalezas. La radio suma su potencial de medio cercano, íntimo y mágico la práctica profesional honrada de muchos que han hecho grande y han dignificado el medio y el periodismo en su conjunto. Me encanta la radio y creo que ha sido y es muy importante, pero también que lo seguirá siendo. Como servicio público, como medio de información y entretenimiento, como casa de tantos grandes profesionales. Que así sea.

Hoy, 13 de febrero, se celebra otra efeméride y no quiero dejarla a un lado. Tal día como hoy, pero en 1837, se suicidaba Mariano José de Larra. Le tengo en un pedestal ciertamente merecido y creo que hoy debemos recordarle también. Una intensa vida personal y una maestría profesional son sólo dos aspectos destacados de este genio que, en sus 27 años de vida, hizo muchos más que la mayoría de la gente en muchas décadas. No lo digo para que el común de los mortales nos sintamos mal, sino para destacar lo excepcional de la vida de Larra. Nació en plena Guerra de la Independencia contra los franceses en Madrid. Fue bautizado, por cierto, el mismo día que nació. Tal vez sus padres intuían que su hijo viviría muy deprisa. Era hijo de un médico afrancesado y se marchó a Burdeos primero y luego a París. Allí conoce el idioma francés y una sociedad que poco tiene que ver con la retrasada sociedad española que a Larra nunca le gustó, pero que intentó cambiar de algún modo. Entró en contacto con los mentideros y las tertulias de Madrid a su regreso del vecino del norte y pronto vivió de su brillante pluma. Se casó y tuvo dos hijos, pero se enamoró de otra mujer y, en parte por ese desengaño amoroso, se suicidió con 27 años tal día como hoy.

Su exquisita ironía, sus afiladas pero siempre brillantes y atinadas críticas a la sociedad del momento, su valentía, su independencia... Son tantas cosas las que admiro de él. Larra escribió una vez la siguiente reflexión: "mi vida está reducida a querer decir lo que otros no quieren oír". En sus artículos costumbristas atacaba los vicios de la España del momento: pereza, atraso, apatía, egoísmo. Que muchas de sus críticas sean de actualidad es bastante indicativo del caso que se le hizo a Larra. La genialidad de este escritor y periodista aparecía en todos y cada uno de sus impresos. Ahí está el Vuelva usted mañana por poner sólo un ejemplo muy conocido. Como le ha sucedido a tantos otros genios en tantas épocas históricas (en todas), él era un avanzado a su época. Quiso cambiar a la España inculta y retrasada en la que vivía. Larra no era un santo y tenía defectos, como todo el mundo, pero creo que su brillantez los tapa casi todos. Sólo a partir de la Generación del 98 se situó a Larra donde merecía: entre los más grandes genios literarios que ha dado este país.

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