Consenso sobre el final de ETA

Ayer la diputada de UPyD, Rosa Díez, defendió una moción en el Congreso en la que pedía la ilegalización de Amaiur y Bildu. La respuesta de la Cámara fue clara: todos los grupos se unieron en contra de esa propuesta y a favor de un texto alternativo en el que quedaba patente la unidad casi total en este nuevo tiempo que se abre en el País Vasco y en España. Y ahí está la clave, que estamos en un tiempo nuevo, distinto al de los últimos años. ETA ha anunciado el cese de la violencia y, aunque es cierto que no hay que bajar la guardia, no podemos actuar como si no hubiera pasada nada, como si los terroristas siguieran extorsionando y cometiendo atentados. Por eso UPyD se quedó solo ayer, porque todos los partidos políticos, en sintonía con la inmensa mayoría de los ciudadanos, creen que las cosas sí han cambiado y piensan que hay que adaptar los discursos y las actuaciones a la nueva realidad defendiendo siempre la ley, el Estado de derecho y a las víctimas.

Desde que este partido nació hace cuatro años, le he dedicado muchos más elogios que críticas, más alabanzas que reproches. Es porque creo que UPyD ha mantenido en muchas cuestiones posturas sensatas y razonables que son una de las claves de su éxito. No he ocultado nunca esa cierta simpatía que tengo por esta formación política, pero en este caso se ha equivocado claramente. Considero que la irrupción de este partido ha sido buena para la política española, no hay más que ver la considerable cantidad de personas que le han votado elección tras elección. No sé si llegará a onvertirse en un verdadero partido bisagra, en un tercer partido al estilo de los liberales del Reino Unido. Sería bueno para España que existiera un partido así. En cualquier caso, Rosa Díez se equivocó ayer. No sólo porque se quedara absolutamente sola en la moción, que ya es un indicio bastante claro de su error, sino también porque su actitud inmovilista no es la adecuada para este momento y no tiene tampoco una base legal sólida.

A todos los demócratas, no sólo a Rosa Díez, les chirría escuchar ciertas cosas y ver a ciertas personas en el Congreso, pero la diferencia es que muchos lo preferimos cien veces a situaciones terribles de violencia en el pasado. Donde ella ve una cobardía moral y un atropello al Estado de derecho otros, los más por lo visto ayer en la Cámara, ven un avance innegable y necesario hacia la normalidad democrática. Porque a UPyD le ha votado mucha gente, pero a Amaiur también. Sus ideas pueden gustarnos poco o nada, pero esas personas merecen tener representación en el Congreso y es una buena noticia que se integren en el juego democrático. La mayoría no siempre tiene la razón, como es obvio, por lo que el mero hecho de que absolutamente nadie secundara la moción de UPyD en el Congreso no es suficiente para concluir que estaba equivocado este partido. Pero lo estaba. Todos queremos que la justicia siga actuando y todos queremos que los asesinos paguen por lo que han hecho. Todos deseamos que quede claro quienes han puesto los muertos en estas décadas de terror y sufrimiento. Pero también queremos todos un futuro con libertad y para alcanzarlo es imprescindible contar con todos los vascos. Y ahí están los votantes del PP, del PSOE, de UPyD, del PNV, de EA y de cuantos partidos existan, pero también, por supuesto, de la izquierda abertzale.

No creo que a Rosa Díez le desagrade más que al ministro del Interior, por poner un caso, que Amaiur esté en el Congreso. Pero es bueno que estén integrados en la democracia. Sus ideas seguirán pareciéndonos igual de disparatadas o erróneas, pero ya no su forma de defenderlas. Y eso, no otra cosa, es la democracia. No consiste en tolerar sólo los discursos que te agradan o que defienden tus mismas tesis, sino convivir con todo el mundo y con todas las ideas dentro de la ley. Yo he sido el primero en decir que los diputados de Amaiur parecen actuar con la típica fe del converso, que ahora se presentan como demócratas cuando no han estado a la altura moral y ética en el pasado. Pero bienvenido sea ese cambio. Antes los demócratas se jugaban la vida frente a una banda de asesinos y un grupo social que legitimaba sus actos violentos. Ahora, si todo sale como esperamos, la violencia habrá pasado a la historia. Y sí, naturalmente la izquierda abertzale tendrá representación en las instituciones. Las que le corresponda por los apoyos ciudadanos que reciba. Como todo el mundo. Eso es la democracia.

Si los demócratas han plantado cara de forma ejemplar a esta odiosa amenaza de los terroristas, ¿cómo no van a ser capaces de hacer frente a un discurso político determinado? Por supuesto que sí. Valoremos como merece este cambio. Si todos los sapos que hemos de tragar es escuchar el mensaje rupturista y alejado de la realidad de la izquierda abertzale, habrá valido la pena. Entre otras cosas porque ése será un gesto de normalidad democrática. Es anormal que un grupo de personas apoyen a una banda terrorista y por eso se justificaron algunas medidas excepcionales como la ilegalización de los partidos políticos que servían de sustento económico y social a ETA. Pero eso ha cambiado y vamos camino de dejarlo atrás. A Rosa Díez le desagrada compatir Congreso con los diputados de Amaiur y, sinceramente, creo que es bastante comprensible. Pero, a día de hoy, no hay motivos para ilegalizarles desde un punto de vista jurídico. Y, desde luego, sería una torpeza tremenda desde un punto de vista político.

Lo que toca es mantener la firmeza del Estado de derecho, hacer que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado sigan alerta y que la sociedad española siga protegiendo y apoyando como merecen a las víctimas del terrorismo. Pero toca también, y no es algo incompatible en absoluto, avanzar hacia la total normalidad democrática en el País Vasco y en toda España y eso pasa, sí o sí, por permitir la existencia de todas las opciones políticas. No sólo no le voy a negar a Rosa Díez su admirable lucha contra el terrorista y su ejemplar comportamiento ante los asesinos, sino que se lo agradeceré siempre. A ella y a todos los que se jugaron la vida para defender la libertad, la diginidad y la democracia. En gran medida de ahí procede la simpatía que tengo hacia esta política luchadora y firme, pero se ha equivocado y se seguirá equivocando si se empeña en pedir la ilegalización de Amaiur y Bildu. Claro que la banda terrorista ETA no está disuelta aún, pero creo que la izquierda abertzale, aunque a un ritmo mucho más lento del deseable, está dando pasos hacia un nuevo tiempo, hacia un escenario en el que la violencia haya desaparecido para siempre de nuestras vidas y todas las ideas, los proyectos o los mensajes políticos sean defendidos con la palabra, con las únicas herramientas aceptadas en democracia.

Todos deseamos que no nos estemos precipitando, pero creo que es general la sensación de que, esta vez sí, estamos ante una oportunidad sensacional para cerrar esta negra página de nuestra historia. El futuro habrá de escribirse con un reconocimiento de la dignidad ejemplar de las víctimas del terrorismo y dejando bien claro lo que ha pasado en Euskadi y el resto de España todas estas décadas. Pero el futuro deberá ser, sobre todo, un futuro integrador en el que todo el mundo, abslutamente toda la sociedad vasca, forme parte de un proyecto común. Cada uno con sus ideas, aunque las de algunos sean cambiar ese proyecto, pero siempre dentro de las mismas reglas de juego. El dolor de estos últimos tiempos ha sido terrible e imborrable, pero creo que es precisamente ese dolor y sufrimiento el que debe empujarnos a todos a esforzarnos por poner punto final a esta negra etapa y vivir, al fin, en libertad.Que las dificultades venideras sean estrictamente políticas no es algo que deba asustar a nadie.

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