5.273.600 parados

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, lo adelantó ayer y hoy hemos conocido las aterradoras cifras de paro de la Encuesta de Población Activa (EPA). 5.273.600 desempleados. Un 22,85% de tasa de paro. 295.300 parados más en el último trimestre de 2011. 1.575.000 hogares con todos sus miembros en paro. Este drama que no cesa deja cifras tan escalofriantes como éstas, pero sobre todo deja la triste realidad de que detrás de cada una de esas cifras hay historias de personas que afrontan terribles dificultades, que quieren trabajar y no pueden, que han perdido su trabajo, que se preguntan, cada vez más inquietos y angustiados, si podrán pagar la próxima letra. Es una situación terrible que no hace sino volver a dejar claro cuál es la máxima preocupación de todos en España, cuál es la peor cara de la crisis económica y cuál debe ser la prioridad de todos los políticos, gobernantes, empresarios, etc.


En 1993 la tasa de parados fue mayor (con un 24,55%), pero poco alivio da ningún apunte que se dé en el sentido de restar dramatismo a la situación. Por primera vez la cifra oficial de desempleados alcanza, con holgura además, los cinco millones. El ministro Montoro anunció ayer que la cifra será de 5,4 millones, pero finalmente la EPA ha dado una cifra menor. Si no fuera porque el tema es demasiado grave como para andar con críticas políticas, me preguntaría qué sentido tiene que el ministro diera esa cifra si luego la real sería diferente. Bastante incomprensible, ciertamente. El paro lleva cinco años subiendo en España. Hemos pasado de una tasa de paro del 7,95% en 2007 a la actual del 22,85%. La cifra de desempleados emprendió desde el comienzo de la crisis una escalada terrorífica que, tristemente, no parece haber alcanzado la cima aún.


No hacía falta conocer una nueva cifra de este tipo para volver a reclamar con insistencia a todos los que puedan hacer algo desde sus cargos de responsabilidad para intentar mejorar este panorama, que lo hgan con urgencia. El gobierno debe buscar soluciones a este problema, pero no sólo al gobierno corresponde hacerlo. Los sindicatos, los empresarios y la oposición política deben saber estar a la altura. Deben remar todos en el mismo barco. Desde un punto de vista político, es ruin utilizar la desastrosa situación para hacer oposición o para tirarse cifras a la cara. Lo era hace unos meses y lo será siempre. Los actuales gobernantes no pueden perder ni un segundo en hablar de herencias pasadas o de errores de sus antecesores, y los que hoy ocupan la oposición deben ofrecer su colaboración leal al gobierno sin coletillas ni apostillas innecesarias. Los sindicatos y los empresarios, por su parte, también deben saber responder como la sociedad espera de ellos en estos momentos tan delicados. Su acuerdo sobre moderación salarial, aunque doloroso para los trabajadores, puede ser un ejemplo de la línea que deben seguir los agentes sociales.


No creo que fuera nada erróneo ni descabellado convocar a todos los partidos políticos y a los agentes sociales para buscar un gran pacto por el empleo. Estoy convencido de que sería extremadamente complicado llegar a acuerdos, pues son muchas las sensibilidades de la sociedad española y son muy distantes los puntos de vista de unos y otros, pero se debería intentar. La mejor forma de salir adelante sería hacerlo todos juntos. Si el gobierno legisla por su cuenta porque no el quede otra opción, deberá intentar escuchar al menos a todo el mundo e intentar hacer lo más justo además de lo necesario. Y la oposición deberá hacer otra cosa bien distinta a poner palos en las ruedas. Allá cada cual y allá quien crea que en esta situación tan dramática y excepcional uno se puede entretener en disputas políticas de poca trascendencia. Esos líos políticos que tal vez en otro momento hasta hacían gracia ahora son absolutamente improcedentes. me estoy refiriendo a la confrontación permanente, al desprecio al otro, a la crispación o a los debates de salón que nada ayudan a los problemas reales de la gente. No tocan.


La cifra del paro es terrible y vuelve a dejar un panorama para toda la población desolador, pero especialmente para un sector de ciudadanos que no encuentra oportunidades. La cifra de desempleo entre los jóvenes es del 48%. Es una situación insostenible. Se dice mucho, y creo que con mucha razón, que ésta es la generación más preparada de todos los tiempos y, sin embargo, la mitad de los jóvenes que quieren trabajar no pueden hacerlo. Esto supone que muchos tengan que salir fuera, que otros estén en situaciones laborales precarias e inaceptables con tal de tener al menos un trabajo y poder cobrar algo a fin de mes. La lamentable situación del empleo entre los jóvenes está llevando a algunos empresarios a abusar de su necesidad y ofrecer pésimas condiciones de trabajo. Ellos tienen el argumento, tan socorrido como obsceno, de que el mero hecho de tener un trabajo es un privilegio. Tal vez no les interesa caer en la cuenta de que a cualquier cosa le llaman trabajo y de que están aprovechándose de la situación para precarizar la entrada al mercado laboral de los jóvenes. El paro es el gran enemigo de este país y todo el mundo debe dar la cara y poner su granito de arena. Todos sin excepción.

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