Revuelta en un pueblo de China

Ayer dediqué la entrada al manifestante, esa figura a la que reconoció la revista estadounidense Time como personaje del año. Elogié a los ciudadanos de tantos países árabes que salieron a las calles y se jugaron la vida, que en muchos casos siguen haciéndolo, para reclamar mejoras, derechos y libertad. También critiqué que la comunidad internacional mirara para otro lado durante tanto tiempo ante violaciones intolerables de los Derechos Humanos. Si hay un caso especialmente escandaloso en este sentido es China. La economía de ese país crece a un ritmo espectacular. Como van camino de ser la primera potencia mundial no hay quien les tosa. A las autoridades chinas no les gusta que les hablen de derechos y libertades y los líderes del resto del mundo acatan órdenes. Mientras tanto, la libertad es una quimera en China y las condiciones de vida de millones de personas es lamentable. Allí es muy complicado sacar los pies del tiesto y quien se opone al régimen sabe que puede acabar muy mal.

Este 2011 de revoluciones y levantamientos populares deja también, ya en sus últimos días, una revuelta popular en un pueblo de pescadores del sur de China. Es muy oportuna esta revuelta porque hace también que recordemos este gran país en el que los Derechos Humanos no son respetados por parte de las autoridades y en el que los ciudadanos son meros instrumentos para seguir logrando crecer mucho y engordando las cifras macroeconómicas a costa, entre otras cosas, de que aumente exponencialmente las desigualdades entre ricos y pobres. El pueblo en cuestión se llama Wukan. Tiene 13.000 habitantes y están llevando a cabo valientes protestas contra las autoridades locales porque, según ellos, se han quedado con sus tierras de forma ilegal y han torturado al líder de las protestas hasta causar su muerte. Las autoridades chinas estarán, a buen seguro, confiadas en poder acallar la protesta y en poder lograr que las aguas vuelvan a su cauce. Es un pueblo pequeño y las protestas no son contra el régimen comunista china en general o contra la falta de derechos, sino contra un grupito de caciques locales. Las autoridades del distrito al que pertenece este pueblo ya han anunciado la detención de un grupo de funcionarios sospechosos de haber cometido ciertas irregularidades y aquí paz y después gloria.

Además de anunciar estas medidas con las que pretenden aplacar las protestas, las autoridades locales han amenazado a los manifestantes con represalias. La muerte del líder de las protestas debe de haber sido una prueba de que, en efecto, son palabras no son un farol. Precisamente la muerte de Xue Jinbo, líder de las protestas de 42 años de edad, ha encendido definitivamente la mecha entre la población de esta pequeña localidad. Las autoridades dicen que sufrió un infarto mientras estaba bajo custodia, pero sus familiares aseguran que el cadáver presenta símbolos evidentes de torturas. En China las tierras son en su mayoría propiedad de las colectividades locales, pero las autoridades pueden ordenar expropiaciones a cambio de compensaciones insuficientes a ojos de los ciudadanos. Los campesinos de Wukan no están dispuestos a dejar pasar esta injusticia. Piden que se les devuelvan las tierras, poder elegir a sus líderes y que los vecinos que han sido detenidos sean puestos en libertad. Es un pueblo pequeño, pero lo que suceda aquí puede sentar un peligroso precendete a ojos del gobierno chino. Por mucho que pretendan censurar, la historia está ya siendo comentada en todo el mundo.

Nada teme más un gobierno poco democrático y más bien autoritario como el de China que convertir una revuelta como la de este pueblo en un símbolo de resistencia al poder. En un país con una población tan enorme, lo que suceda en un pueblo de 13.000 habitantes no superaría la categoría de anécdota. Lo que sucede es que puede contagiar a otros puntos del país. Además, ha saltado a los medios internacionales y, por si fuera poco, no es un hecho aislado. Según datos oficiales, las revueltas populares contra los abusos de poder en China son cada vez más frecuentes. Nadie les asegura a los gobernantes chinos que lo que hoy es un ligero dolor de cabeza por una expropiación de tierras no pueda ser mañana el origen de una ola de descontento en todo el país. Hace poco el propio gobierno chino cambiaba los parámetros para estipular quién era considerado pobre y quién no. El resultado fue que en China hay mucha gente en situación precaria y que las desigualdades entre ricos y pobres es cada vez mayor.

La falta de derechos y libertad es otro rasgo distintivo de China. Como digo, cuando los líderes mundiales, tan honrables y comprometidos con la democracia, se reunen con las autoridades chinas no osan decir muy alto nada sobre esta cuestión. Total, qué son los Derechos Humanos al lado de sustanciosos contratos. Qué importa que el país que va camino de ser la primera economía mundial esté creciendo sobre unos cimientos de falta de derechos y libertades. La increíble hipocresia y la intolerable flexibilidad ética de la comunidad internacional en sus relaciones con China es digna de estudio y, desde luego, apesta que echa para atrás. Puede que esta revuelta quede en nada y que las autoridades locales chinas logren taparla o zanjarla de un modo u otro. De hecho, creo que es lo más problable. Pero no se puede pretenden que el pueblo chino soporte por siempre jamás el régimen capitalista en lo económico y dictatorial en lo político que está llevando al país a tasas de crecimiento sensacionales y a una innegable degradación en la vida de millones de personas.

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