Discurso de altura

Esta mañana algunso habrán comprobado que Papa Noel ha llegado, como anuncia el villancico, a la ciudad. Otros serán más incondicionales de los Tres Reyes Magos y esperarán al 6 de enero para recibir los presentes. Hablando de reyes y de tradiciones navideñas, ayer se emitió el esperado discurso de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos. Cada año, antes de cenar, el Rey se dirige a los españoles para hablarles sobre cómo está España, sobre cómo lo ve, sobre el papel de la Corona y, también en parte, para resumir el año que pronto dejaremos atrás. Aunque es verdad que el discurso del Rey no tiene tradicionalmente gran contenido y tampoco mucho peso, creo sinceramente que este año el monarca ha estado formidable. Es al gobierno, claro está, al que le toca gobernar, pero Don Juan Carlos es el Jefe del Estado y sus palabras son importantes por ello. Naturalmente, este año el interés era mucho mayor por el caso Urdangarin. ¿Cómo actuaría el Rey? Acertó.

Don Juan Carlos comenzó diciendo que iba a hablar con "realismo y sinceridad". Y lo hizo. Fueron esas dos cualidades las que hicieron de su discurso el mensaje navideño de más altura y con más profundidas en muchos años. La crisis económica es la principal amenaza de todos los españoles, concretamente el paro, y por ella empezó su discurso del Rey. En algunos fragmentos de su discurso daba la sensación de que el monarca buscaba preparar el terreno al nuevo gobierno. Dijo que la actual crisis económica llevará a replantearse muchas cosas, que habrá que sacrificarse y que España tendrá que estar en primera línea de Europa. Obviedades, sí, pero obviedades que son ejes de actuación del ejecutivo de Rajoy. Las palabras del Rey sobre la crisis fueron, en todo caso, muy correctas. Expresó su preocupación por el desempleo y destacó el importante papel de la familia en situaciones como ésta. La prioridad debe ser combatir el paro, afirmó Don Juan Carlos. Habrá quien sostenga que no hace falta que lo diga el Rey y también quien haga bromas con su defensa de la familia. Allá quien se quiera quedar con la anécdota o hacer simples juegos de palabras. A mí me gustó ver que el Jefe del Estado se mostraba cercano a los problemas reales de la gente.

El Rey expresó su amor a España y su enorme confianza en los españoles. Él como pocos sabe, en efecto, la ejemplar personalidad del pueblo español y lo mucho que han luchado sus ciudadanos ante duros obstáculos. El Rey recuperó para el discurso de este año la mejor frase del del 2010: no hemos llegado hasta aquí para ahora rendirnos. El reto de superar la crisis es muy duro, pero debemos confiar en que saldremos adelante y el monarca afirmó no tener ninguna duda de que así será. La economía centró la primera parte de su discurso, como es razonable en un país en crisis y con tan elevada tasa de parados. Ojalá las palabras del Rey en el discurso de 2012 vayan en otra línea y en su mensaje se sustituta la palara crisis por recuperación, parados por empleos y obstáculos por retos superados. Sería un buen síntoma y es lo que todos deseamos. Es cierto que sus palabras tienen el valor que se le quiera dar, pero me parece indispensable que en sus intervenciones públicas el Jefe del Estado muestre su visión de la crisis actual y afirmé también que, como pensamos todos, el paro es el gran enemigo en estos momentos.

Después el Rey habló, de forma muy correcta, del desprestigio de ciertas instituciones en algunos sectores de la población. Fue ahí donde algunos vimos una alusión velada al 15-M y donde todos sin excepción escuchamos de boca del monarca su clara postura en relación al caso Urdangarin. De eso, no obstante, hablaré más adelante porque creo que otro asunto es muy destacado y el Rey también acertó al abordarlo del modo en que lo hizo ayer. Habló del final del ETA, de su cesde de actividades criminales, por mejor decir. El Rey dijo que el Estado de Derecho había triunfado ante la barbarie y la sinrazón, aseguró que toda la sociedad española tiene una deuda inmensa con las víctimas del terrorismo y pidió que la banda entregue de una vez por todas sus armas asesinas y desaparezcan de nuestras vidas. Es lo que todos pensamos y, sinceramente, creo que es complicado decir tantas cosas bien en tan pocas palabras. Este 2011 ha sido escenario de muchas noticias pero, ahora que toca hacer balance del año, no podemos restar espacio ni importancia al anuncio de ETA. Los demócratas pensamos lo mismo que defendió ayer el Rey: homenaje y recuerdo a las víctimas, satisfacción por e triunfo del Estado de Derecho y reclamación a la banda de entregar las armas y reparar el daño causado.

El Rey habló también de él y de la Casa Real. Ya es tradición en los últimos años sus alusiones directas al papel de su hijo y sucesor, el Príncipe Felipe. Dicen que hombre previsor vale por dos y el Rey intenta ir lanzando mensajes a favor del príncipe, destacando su labor y mostrándose orgulloso de él. Don Juan Carlos afirmó que, felizmente, ya se encuentra bien de salud en un año en el que tuvo que pasar dos veces por el quirófano y aseguró que en estas situaciones ha constatado con más fuerza que nunca lo acertado que estuvo el príncipe en su papel y lo importante que es la labor de Don Felipe. Como digo es algo que se viene viendo años ya y que se complementa también con un aumento de las actividades públicas de los príncipes. El futuro de la Casa Real pasa por Don Felipe y Doña Letizia, por lo que es natural que el Rey intenté año tras año destacar su papel y lo muy preparado que está su hijo para asumir grandes responsabilidades en defensa de España y del bien común.

Precisamente el Príncipe es también uno de los grandes perjudicados por el caso Urdangarin. El Rey habló de este caso. No mencionó directamente a su yerno. Nadie lo esperaba y no hacía falta tampoco. Dijo que le preocupa el descrédito de las instituciones, defendió que la ley es igual para todos y pidió que las actitudes poco ejemplares de algunos a título individual no afecten a toda la institución o a todos los servidores públicos. Al Rey le queda mucha batalla en este asunto por delante. La imputación de Urdangarin parece inminente y la Casa Real pasará más malo ratos en adelante. De entrada, la posición que adopta el monarca para afrontar los disgustos venideros es la más adecuada. No se podía esperar otra cosa del Jefe del Estado, pero or si había alguna duda ayer dejó claro que su yerno es uno más ante la ley y que tendrá que responder ante la justicia si hay indicios de que ha actuado de forma irregular. Con apartarle de los actos oficiales de la Casa Real y con mostrarse tan contundente en el discurso no valdrá ni será necesario, pero sí ha servido esta reacción para constatar que Don Juan Carlos no pretende interferir lo más mínimo en la acción de la justicia y que tiene claro que Iñaki Urdangarin es un ciudadano más.

El Rey siempre ha despertado muchas simpatías entre los españoles. Es querido por muchos y respetado por casi todos. Ha dado motivos para ello. Su actuación en el 23-F, su papel en la Transición, sus gestiones a favor de España, su responsabilidad. En los últimos años su actitud pública, sinceramente, parecía más descuidada. Ayer, sin embargo, volvimos a ver al Rey en plena forma, a su mejor versión. Me gustó su referencia al caso Urdangarin, me gustaron sus palabras sobre la crisis y también su reflexión sobre el comunicado de ETA. El modelo de Estado de España en un futuro será, por supuesto, el que quieran los españoles y no es esta entrada un alegato en favor de la monarquía. Sólo es un análisis breve del discurso del que, a día de hoy, es Jefe del Estado. Y me gustó su intervención, no puedo decir otra cosa. ¿Qué dijo lo que se esperaba? ¿Que sus palabras son vagas ideas generales? ¿Que no tendrán luego gran importancia? Puede, pero dijo lo que tenía que decir. Es en los malos momentos en los que se demuestra la grandeza de un gobernante. Eso es algo que quizás habíamos olvidado con Don Juan Carlos. Este año ha sido muy duro también para él, pero ha decidido afrontar los problemas con sinceridad, sin temas tabú y de cara. Hace bien y celebro que así sea.

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