Elecciones en Egipto

Hoy hay tres asuntos de un gran interés que debaten por ser el tema central de la entrada. Son tres noticias diferentes, pero todas ellas importantes y que dan para mucho. Hablo de las previsiones para Europa de la OCDE, especialmente negras en lo que respecta a España; de la cumbre del clima en Durban, en la que se intentará evitar un nuevo fracaso internacional que ponga al descubierto el poco interés real de la mayoría de los dirigentes mundiales por esta cuestión; y las elecciones en Egipto. Los tres temas son destacados, pero me quedaré con la llamada a las urnas en el país que está siendo centro de atención en todo el mundo por la primavera árabe. Sobre las previsiones de la OCDE, pronostica más paro en 2012. En cuanto a la cumbre del clima, iremos viendo cómo se desarrolla y si se logra o no la implicación de los países que más están obviando esta cuestión.

Egipto, en efecto, vive hoy un día de elecciones libres después de mucho tiempo. Las noticias que llegan dese allí hablan de una asistencia masiva de los ciudadanos a depositar su voto en las urnas. El tiempo que tienen que esperar los egipcios para entrar a los colegios electorales es de tres horas, nada comparado con los más de 30 años de dictadura de Mubarak. Las elecciones de hoy sun un símbolo de cambio. Hay que desear que sean totalmente limpias y que no haya ningún altercado de consideración. En este objetivo tiene mucho que decir la Junta Militar que sigue al frente del país. Ayer el mariscal Mohamed Tantaui, declaró que las elecciones debían salir bien y que lucharían contra los alborotadores. También lanzó un mensaje a los egicpios congregados en la plaza Tahrir para decirles que sólo hay dos opciones: que las elecciones triunfen o que haya que hacer frente a "peligrosos obstáculos" que ellos no tolerarían.

Tantaui pide a los ciudadanos confianza en él y en la Junta Militar. Asegura que en julio del año próximo, cuando concluya el largo proceso electoral y ya esté formado el Parlamento constituyente y Egipto tenga nuevo presidente, cederán el poder. También dijo que las elecciones serán limpias. Los egipcios sí confiaron en el pasado en los militares. En febrero fueron una pieza clave para que la caída de Mubarak fuera efectiva. Lo que sucede es que desde entonces hasta hoy los ciudadanos entienden que la Junta Militar ha hecho cosas mal y, sobre todo, que no parecen tener mucha intención de ceder el poder y dejar de tener voz y voto en las decisiones más importantes que haya que tomar en el futuro. Hay quien pide un gobierno de coalición liderado por alguna personalidad de reconocido prestigio como El Baradei, que se ha ofrecido para ello. La forma en que se desarrollen las elecciones que hoy comienzan tendrá mucho que ver con el futuro inmediato del país.

Los islamistas, como en el resto de países árabes que están protagonizando la primavera árabe, son los grandes favoritos para ganar las elecciones. No es nada diferente a lo ocurrido en Túnez, al poder que tienen en el gobierno de transición los islamistas en Libia, o al triunfo electoral en Marruecos de un partido también islamista moderado, aunque éste último país no ha vivido el proceso de revolución que sí se ha visto en otros. El hecho de que los islamistas puedan llegar al poder asusta a algunos sectores de la población en Egipto, y sobre todo a muchas más personas en Occidente. La primavera árabe, ese soplo de aire fresco, esa noble lucha por la libertad, no debería convertirse de ningún modo en un camino hacia Estados en los que la sharia sea la ley suprema. Confío en que el término "moderado", que se añade a todos estos partidos que están ganando las elecciones en los países árabes, tenga sentido y que, en efecto, no pretendan aplicar la ley islámica en sus extremos más radicales.

De todos modos, no conviene tampoco olvidar que en Túnez, Marruecos y probablemente también en Egipto, el poder que pueden adoptar los islamistas les llega de las elecciones, es decir, de los ciudadanos. Los Hermanos Musulmanes, que son el grupo político más organizado de Egipto, se sabe favorito para ganar las elecciones. Según parece, quiere que las elecciones no sean puestas en duda por nadie y que las protestas de Tahrir no suenen demasiado alto, ya que aspiran a controlar el Parlamento. Para ello han establecido un acuerdo con la Junta Militar por medio del cual se mantienen fuera de las protestas para que las elecciones salgan adelante. La primavera árabe es sinónimo de libertad y el islamismo, sinceramente, tiene factores poco relacionados con derechos humanos o libertad. Por eso es de esperar que en el nuevo Estado egipcio primen más las aspiraciones ciudadanas de libertad, democracia y avance, que las ideas religiosas que pueden ser un freno a aquellas.

En las últimas ocasiones en que he escrito de la situación en Egipto he mostrado mi admiración por ese pueblo. Creo que están dando una lección extraordinaria a todo el mundo. Por ello ni la Junta Militar ni los islamistas en caso de ganar las elecciones deberían caminar en otra dirección que no sea la que reclaman los ciudadanos. Los militares deben asegurar que el proceso de transición sea limpio, democrático, seguro y abierto a los ciudadanos. Los partidos políticos que logren vencer en las elecciones también tienen la obligación de escuchar al pueblo y, desde luego, no deben caer en la tentación de legislar pensando sólo en los que le apoyan, en sus votantes. Momentos como el que vive ahora Egipto exigen la máxima responsabilidad, altura de miras y eso que llamanos sentido de Estado. El país debe avanzar en la senda de la reconciliación y la unidad de todos. Sería un error pensar que el mismo pueblo que está luchando contra la dictadura y la tiranía vaya a aceptar limitaciones a sus derechos por medio de creencias religiosas. Sería muy triste.

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