Cumbre del Clima en Durban

Las Cumbres del Clima son sinónimo estos últimos años de fracaso, así que el mayor interés de la cumbre que se celebra estos días en Durban reside en ver la cantidad de maquillaje que le echan los líderes mundiales al acuerdo de mínimos con el que se cerrará la reunión. Los ecologistas siempre confían en que pueda haber una sorpresa agradable y se logre sacar un compromiso de los países que menos cumplen Kioto, pero todo el mundo intuye cómo acabará la Cumbre: más o menos como todas las anteriores. Es muy loable que los países se reúnan cada año para abordar la lucha contra el cambio climático, pero sería realmente útil si hubiera verdadera intención de poner todos de su parte y si este tipo de cumbres fueran tan importantes en las agendas de los líderes mundiales como otras reuniones de diferente tema. Lo cierto es que los primeros ministros o presidentes delegan la representación de sus países en otras personas y, aunque no tiene por qué significar nada su ausencia en estas cumbres, generalmente son el primer síntoma de su falta de interés.

China y Estados Unidos, los dos países más contaminantes del mundo, son mirados con lupa siempre en estas cumbres. De poco sirve. El objetivo central de la cita en Durban es alcanzar un acuerdo que sustituya al Protocolo de Kioto. Las dos potencias piden que las negociaciones para encontrar un nuevo acuerdo se pospongan hasta 2015. Al parecer Brasil también defiende que se debe esperar hasta esa fecha. Da la sensación de que la Unión Europea sí está más comprometida, pero el representante de la UE reconoce que no sería un éxito un segundo plan como el de Kioto al que no se unieran países como Canadá, Rusia o Japón. Actualmente el protocolo de Kioto cubre el 25% de las emisiones y con la salida de esos países sólo se cubriría el 11%. Las expectativas en torno a esta cumbre son más bien bajas, ya que nadie espera realmente un gran acuerdo mundial. Son demasiadas cumbres como ésta las que han acabado en rotundo fracaso en el pasado como para esperar milagros. Ni siquiera las voces que advierten de que dentro de pocos años será ya demasiado tarde logran convencer a los menos preocupados por esta cuestión.

La postura de Estados Unidos, en efecto, será muy estudiada por todos en esta Cumbre. Nuevamente no se esperan sorpresas. El enviado de EE.UU a la Cumbre, Jonathan Pershing, recordó ayer que su país no es parte de Kioto y que no están en ese debate. Su idea central es que no van a firmar nada que no sea apoyado también por las economías emergentes, es decir, que si China no se compromete, ellos tampoco. ¿Y qué dicen en la delegación china? Su Wei, negociador de aquel país, aseguró ayer en una entrevista en la radio estatal china que no es muy optimista. Por si las posturas de China y Estados Unidos no fueran suficientes sombras, Canadá no se unirá a un segundo periodo de Kioto. Su ministro Peter Kent declaró que "Kioto es algo del pasado". Total, aquí nadie se compromete al cien por cien y el fracaso parece garantizado.

La cuestión del cambio climático, la protección del medio ambiente y la conciencia de que estamos actuando de forma muy peligrosa, en pocas palabras, que estamos jugango con fuego y nos estamos cargando el Planeta, es algo que no ha llegado a los dirigentes mundiales. No será, desde luego, por falta de esfuerzo y trabajo de asociaciones ecologistas que no paran de luchar y combatir por concienciar a la población y hacer llegar su mensaje a los líderes de los países reunidos en Durban. Pero ellos hacen oídos sordos. Kioto podría ser algo mejorable, pero era algo. El escenario al que nos enfrentaremos si no cambia mucho el rumbo de la Cumbre de Durban será una falta de gran acuerdo y una situación en la que a China y Estados Unidos se unan otros países importantes en su postura de no hacer nada en absoluto para luchar contra el cambio climático. Ese gran rival que nos amenaza pero al que, como de momento nadie ha puesto cara, algunos prefieren obviar para seguir contaminando sin problemas de ningún tipo.

Una vez más, como en tantas otras cuestiones, convendría preguntarnos qué mundo queremos dejar a nuestros hijos, a nuestros nietos. En este caso concreto podríamos preguntarnos incluso si le queremos dejar un Planeta en decadencia, camino de ser un vertedero, en fase de descomposición por culpa de nuestra irresponabilidad. La Historia nos juzgará y lo hara muy severamente si seguimos en nuestras trece y si nos seguimos negando a mirar a la cara a este serio problema. Los países que se niegan a comprometerse lo más mínimo están adoptando una visión a corto plazo, realmente miope del mundo en que vivimos. Hacer una economía sostenible que respete al medio ambiente y que esté ligada a la lucha contra el cambio climático no es imposible. Puede que sea más cara en términos globales, pero será una inversión que las generaciones venideras nos agradecerán. Está en nuestras manos, por poco tiempo según afirman muchos expertos. ¿Actuamos?

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