Sombras en la nueva Libia

Libia camina hacia adelante, hacia un nuevo país sin rastro de Gadafi. Sin duda este país ha sido fuente de noticias durante gran parte de lo que llevamos de año. La caída de un dictador después de décadas sembrando de terror un país es, claro está, algo muy noticiable, y también algo que se debe celebrar. Eso sí, lo que suceda a Gadafi no puede ser nada diferentes a un sistema de libertades, derechos y paz. Es decir, justo lo contrario de lo que denuncia Aministía Internacional que está sucediendo en el país. Según esta organización, desde agosto fueron detenidos de forma ilegal 2.000 leales al dictador. Además, AI denuncia torturas sistemáticas a estos presos.

La reconciliación nacional, la transición hacia un Estado democrático y donde todo el mundo tenga representación y los mismos derechos, es un camino que estará sembrado de obstáculos, pero que Libia debe recorrer. La forma de hacerlo no es guiarse por rencores y odios. Nadie dijo que fuera fácil, nadie aseguró que esto fuera a ser sencillo, pero los nuevos dirigentes libios no pueden pagar con la misma moneda lo que antes denunciaban y sufrían en sus propias carnes. No es tolerable que los autoproclamados combatientes por la libertad del país, que quienes recibieron el apoyo de medio mundo, ahora permitan este tipo de prácticas contra detenidos por lealtad al dictador derrocado.

Los milicianos actúan por su cuenta y no están sometidos al control del Consejo Nacional de Transición. De forma urgente, los nuevos dirigentes libios deben hacer algo para que esta situación no se prolongue en el tiempo. El título del informe de AI lo expresa de forma clara: Los abusos a detenidos empañan la nueva Libia. No se puede construir un nuevo país sobre los cimientos del odio y los enfrentamientos entre compatriotas. Los abusos a los detenidos deben cesar de inmediato. La violencia ha de quedar atrás, y con ella los odios y viejos rencores. Claro que las heridas de la guerra están todavía abiertas, pero tomarse la justicia por su mano y abusar de quienes ellos creen que eran leales a Gadafi no conduce a nada positivo. Los nuevos hombres fuertes en Libia, los nuevos poderosos, no pueden imitar patrones de comportamiento del régimen anterior.

Los ciudadanos libios no quieren esto. Lo que se nos contaba es que el pueblo libio estaba luchando por librarse de la opresión del tirano, no que fueran a imponer una nueva tiranía del terror y las detenciones ilegales. No debería cruzarse la frontera que separa una lucha noble por la libertad de un giro indeseable hacia la arbitrariedad y la represión. El Consejo Nacional de Transición debe tomar cartas en el asunto de forma inmediata. Se lo deben a los ciudadanos de Libia, se lo deben a quienes perdieron la vida en la guerra, y se lo deben a sus hijos. ¿Qué clase de país quieren dejarles?

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