Shalit ya está en casa

La noticia del canje entre Israel y Hamás por medio del cual el soldado israelí Gilad Shalit fue puesto en libertad a cambio de más de mil presos palestinos ha dado la vuelta al mundo. Hay quien dice que es una noticia histórica, hay quien lo interpreta como un gran éxito de Hamás. Interpretaciones varias, pero muchas historias humanas detrás, muchos matices, muchas cuestiones de debate. La noticia del canje es de un gran interés, pero también de una gran complejidad. Es complejo porque sólo se puede entender en el contexto del delicadísimo escenario en Oriente Próximo. Israel tiene como principio básico que todos sus soldados volverán a casa, vivos o muertos. Netanyahu se ha jugado mucho con este canje, pero ha cumplido esta promesa.

Resulta muy complicado interpretar este canje. Ayer vimos imágenes emotivas en Israel, con la llegada del soldado Shalit a casa, pero escenas similares llegaron también desde los territorios palestinos. Allí muchas madres recibieron a sus hijos, presos durante años en cárceles israelíes. Viendo estas imágenes uno comprende que es muy difícil abordar el conflicto palestino-isreaelí, y también que éste ha dejado mucho dolor en las dos partes. Me impactó especialmente la imagen de una mujer palestina que, llorando a lágrima viva, recibió a su hijo tras su liberación a cambio del soldado israelí. Son mil presos palestinos los que serán puestos en libertad. Hoy me quiero quedar con las historias humanas que hay detrás del conflicto.

Jamás podré justificar actos terroristas que acaben con la vida de personas inocentes, jamás que se secuestre a alguien y se le aleje de los suyos durante tantos años. Es este factor precisamente el que hace del asunto algo tan delicado y complejo. El conflicto ha dejado mucho dolor y sufrimiento irreparable en ambas partes. Ayer los israelíes festejaban la llegada a casa de un símbolo, pero sobre todo de un joven con mucha vida por delante. En Palestina celebraban un éxito político, pero sobre todo el regreso a casa de muchos hijos, padres o hermanos. Puede que no sea así y que yo me quede con la parte humana del canje; puede que, en efecto, para Israel esto no sea más que el regreso de un símbolo y para Palestina un éxito político de Hamás sin precedentes.

Quizás si viéramos lo de ayer desde la perspectiva humana, desde una reflexión sobre la cantidad de gente que se ve separada de sus familiares, todo sería algo más sencillo. Para mí Shalit es, por encima de todo, un joven más o menos de mi edad que ha pasado por una experiencia terrible. Y esa madre que ayer ví en las noticias recibiendo a su hijo es sólo eso, una madre que vuelve a abrazar a su hijo después de mucho tiempo. Claro que Shalit forma parte del ejército de Israel, ése que tantos errores ha cometido y que tanto hemos criticado. Claro que ese hijo que ayer era recibido por su madre ha cometido actos terroristas. Pero, en el fondo, y quizás sea un error de apreciación, veo sencillamente lo injusto de que este joven haya pasado tanto tiempo privado de libertad y a esa madre que recibe a su hijo. Nunca podré justificar la violencia, pero en los ojos de esa madre no veía los ojos de un diablo lleno de oido hacia Israel, veía los de alguien inmensamente feliz por volver a abrazar a su hijo.

Y es este factor humano el que tantas veces olvidamos para dar más importancia a la cuestión política. Aplico el mismo argumento para los atentados terroristas o los ataques del ejército israelí en respuesta de éstos. Las víctimas de la violencia son, por encima de todo, personas, gente que dejará de ver crecer a sus hijos, que dejará de existir para siempre. Por eso, porque ayer no veía grandes diferencias entre la alegría israelí y la palestina, decido quedarme con la parte humana de la historia. En el fondo no somos tan diferentes y, en el fondo, el conflicto palestino-israelí, que puede ser un conflicto político e histórico, es sobre todo fuente de demasiado sufrimiento para demasiadas personas. Ayer imaginaba celebraciones similares en ambos bandos y soñaba con festejos por el final del conflicto.

Comentarios