Décimo aniversario del 11-S

Diez años han pasado ya. Una década hace que el mundo cambió para siempre tras un brutal ataque terrorista al país más poderoso del mundo en referentes de su poder como las Torres Gemelas. Hoy donde estaban aquellos fantásticos edificios que tocaban el cielo será donde se lleve a cabo el acto de homenaje y recuerdo a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Unos atentados que no sólo conmocionaron al mundo, sino que lo transformaron por completo. Muchas de las noticias, de los personajes o de las acciones internacionales que siguieron a aquel día no pueden entenderse sin el 11-S, sin lo que sucedió en Estados Unidos aquel fatídico día de infausto recuerdo. Ya ha pasado una década y lo cierto es que sigue siendo complicado hablar sobre aquello. El dolor es aún muy profundo, pero el recuerdo y el homenaje también a todos los que se compotaron de forma heróica debe seguir presente a pesar de que siga siendo, siempre lo será, extremadamente doloroso recordar lo sucedido aquel día en Nueva York y otros puntos del país.

Era martes y todos recordamos lo que hacíamos ese segundo día de la semana. ¿Dónde estabas cuándo se produjo el atentado contra la Torres Gemelas? Es la clásica pregunta que sólo se hace cuando estamos hablando de acontecimientos de primer orden como éste. En mi caso, recuerdo que estaba en el ordenador cuando mi familia me llamó para que viera por televisión lo que estaba ocurriendo. No eran todavía las 3 de la tarde, pero el telediario había comenzado. Comenzaba el informativo más largo de la historia. Vi las imágenes por Antena 3 y pensé que, sin ninguna duda, se trataba de un accidente. Supongo que como casi todos. Cuando se produjo el ataque a la sur ("la otra torre, Ricardo, la otra torre", decía Matías Prats al corresponsal en Estados Unidos de esa cadena, Ricardo Ortega), siginifica que ya no era un accidente, pero no sé si por mi mentalidad infantil y cándida o porque realmente no me lo quería creer, seguía resistiéndome a pensar que se tratara de un atentado terrorista. Lo era. Desde ese momento, el miedo se apoderó de todos y mirábamos con horror las escenas que llegaban de uno de los símbolos del país más poderoso del mundo. Tiempo después, las Torres Gemelas cayeron. Para aquel entonces sabía ya hasta dónde podía llegar la maldad humana, por aquel entonces sentía ya esa horrible sensación que, tristemente, he vuelto a tener al ver atentados posteriores al 11-S, uno de ellos en mi ciudad. Una sensación de absoluta desolación.

El mundo cambió aquel día. Era el mayor ataque en tiempos de paz que nunca antes había sufrido Estados Unidos. Al Quaeda metió a este país, y a todo Occidente detrás de él, en una guerra contra el terrorismo que llevó a dos guerras: la de Afganistán y la de Irak. La psicosis y el temor a que se produjera un nuevo ataque se adueño de todos y entonces fue cuando George Bush, un presidente que se había centrado en cuestiones domésticas, se vio encaminado hacia una senda que no pensó nunca antes del 11-S que tuviera que recorrer como presidente de Estados Unidos. Aún Bush no había demostrado su ineptitud ni sus aires de grandeza, pero en todo caso hoy no es día para hablar de todo ello. Al fin y al cabo, no considero que sea muy justo juzgar a quienes tuvieron que hacer frente al mundo que quedaba tras el atentado más grave de la historia. Se abría un nuevo tiempo, un tiempo que en Estados Unidos reavivó el sentimiento patriótico. Además de esto, cambiaron muchas otras cosas. Casi acabamos antes si decimos lo que no cambió, porque todo, desde cómo se viajaba hasta las leyes en muchos países, cambiaron en aquel momento.

Hoy, diez años después del 11-S, todas las palabras deben ir dedicadas a las 3.000 víctimas mortales y a los heridos, a los familiares que se quedaron sin algún ser querido debido a este ataque bárbaro de un grupo terrorista que, para muchos, era un desconocido en aquel momento. Hoy el reucerdo debe ser para todos los que sufrieron en primera persona la tragedia de estos atentados. Para los pasajeros de los aviones estrellados, para los trabajadores de las Torres Gemelas, para todos los que ya no están. Pero también debe haber un recuerdo especial a los bomberos y policías de Nueva York, porque aquel día dieron lo máximo que tenían, en muchos casos sus propias vidas, para intentar salvar las de las personas atrapadas en las Torres. Se suele decir que las grandes catástrofes sacan lo mejor del ser humano, y en este caso se volvió a comprobar cómo muchas personas se arriesgaron para intentar ayudar a otras personas aquel día horrible de septiembre que marcó un antes y un después en aquella ciudad, capital del mundo, y en todo el resto de países y ciudades.

En la Zona Cero estarán hoy el presidente de entonces, George W.Bush, y el presidente actual, Barack Obama. Será el primer gran acto oficial en el que les veremos juntos después del traspaso de poderes. Se espera una ceremonia emotiva en la que se recuerden a todas las víctimas y en la que se escenifique la unidad nacional. Estados Unidos, declaró Obama hace unos pocos días, ha salido más fuerte del 11-S. Desde luego lo que está claro es que los terorristas no han logrado ni uno solo de sus objetivos, más allá del de causar dolor y provocar destrucción. La imagen de Bush y Obama juntos es la de todo un país que en aquel momento se unió para ayudar a los afectados y para llorar juntos este ataque brutal contra personas inocentes. Todo esto en un clima de cierta alerta debido al riesgo de un acto terrorista con motivo de este décimo aniversario. De hecho un aeropuerto de Washington ha sido desalojado esta madrugada, hora española, ante un posible riesgo de atentado que, afortunadamente, ha sido una falsa alarma.

He dejado para el final, pero naturalmente hay que hablar de él, a quien personificó este ataque contra el mundo libre: Osama Bin Laden. El líder de Al Quaeda fue la cabeza visible de esta organízación durante mucho tiempo y se convirtió en una obsesión para las autoridades estadounidenses. Este año, unos meses antes de conmemorar el décimo aniversario del 11-S, una fuerza de élite de Estados Unidos acababa con la vida de Bin Laden. Se desabezaba así una organización que, por lo demás, sigue siendo igualmente peligrosa, pero que se quedó sin su referente simbólico. En Estados Unidos se celebró esta operación afirmando que se había hecho justicia. No seré yo quien lamente en exceso que Bin Laden no haya sido juzgado y todo eso, que es lo deseable en todos los casos. Él se buscó un final como el que tuvo. Hoy recordaremos a todos aquellos que, al contrario que él, eran inocentes y perdieron su vida por el fanatismo de un grupo terrorista que Bin Laden dirigía entonces. El mundo ha cambiado desde el 11-S, lo que hace falta es que no haya más 11-S, 11-M o 7-J. El terrorismo islámico no representa a nadie más que a sí mismo, a su irracional y criminal modo de actuación.

Comentarios