El futuro de Libia

La situación en Trípoli y en otras ciudades libias sigue siendo altamente peligrosa para la población civil. Se informa, sobre todo desde la capital, de atrocidades cometidas por ambos bandos, es decir, lo que sucede siempre en una guerra. Algo a lo que, por mucho que hayamos oído hablar, por mucho que haya sucedido a lo largo de la historia, nunca debería nadie acostumbrarse. Los gadafistas, que haberlos haylos todavía, ejecutan a los rebeldes que apresan, pero los opositores a Gadafi no parecen quedarse atrás. Esto nos deja varias conclusiones. La primera es que el propio dictador es máximo responsable y culpable de todo lo que está ocurriendo. Debería haber entendido ya que el juego se ha acabado, que su tiempo pasó y que Libia va a comenzar una nueva era antes o después. Él prefiere que sea después de que mueran más y más compatriotas.

Pero hay más conclusiones que se pueden sacar y más reflexiones que es necesario hacer sobre la situación en Libia y sobre el futuro que espera a este país. Así, lo más inmediato es, desde luego, que se ponga fin al conflicto y para ello parece necesario que Gasafi no sólo pase a ser historia en relación a que nadie cuente con él, sino que sea detenido y puesto a disposición judicial. La imagen de su líder arrestado sería el hundimiento definitivo del régimen dictatorial libio. Por contra, mientras siga habiendo dudas sobre su paradero y mientras se sigan mandando mensajes supuestamente de Gadafi a la prensa, los partidarios del régimen seguirán de su lado y la batalla continuará. Quizás la comunidad internacional se ha apresurado a dar por acabada esta guerra, cuando lo cierto es que la situación sigue siendo muy inestable allí.

La ONU está estudiando mandar una misión de paz a Libia, según leo hoy en la prensa. La intención de esta misión sería poner algo de orden a la dura y complicada transición en este país. El gran temor de la comunidad internacional es que en Libia suceda algo similar a lo ocurrido en Irak tras la guerra, es decir, que el país se convierta en sucursal de terroristas y grupos armados. Libia no debe ser un nuevo polvorín y para ello se debe estudiar la mejor salida posible al conflicto. Lo que está por ver es si el Consejo de Seguridad de la ONU acepta enviar esta misión de paz, y también cómo se lo toma, si lo acepta de hecho, el Consejo Nacional de Transición libio. Lo que este consejo pide de forma insistente es el desbloqueo del dinero del régimen, para poder hacer así frente a la transición que tienen que pilotar en el país. Parece que, en efecto, así se hará y dentro de poco los líderes rebeldes contarán con dinero suficiente para comenzar a salir a flote, para empezar a contruir una nueva Libia.
Es aquí donde llega un nuevo punto de reflexión. A los rebeldes libios el mundo les ha ofrecido un apoyo sin paliativos. A diferencia de lo ocurido en otros países, en Libia la revuelta ciudadana tornó pronto en una guerra y la comunidad internacional tardó algo, pero terminó por ponerse del lado de los opositores al régimen. Los bombardeos de la misión de la OTAN han sido claves para poder avanzar hacia Trípoli y para poder acorralar al régimen libio. No está demostrado que se haya armado a los rebeldes, pero tampoco lo descataría. A pesar de que la OTAn siempre ha dicho que su objetivo era tan sólo proteger a los civiles y no derrocar a Gadafi, su apoyo explícito a los rebeldes sitúa a la comunidad internacional en su bando que tiene como fin último acabar con el poder de este sátrapa. A lo que voy es a que la comunidad internacional casi sin excepciones ha apoyado a los rebeldes porque eran la alternativa a Gadafi, pero nadie puede decir que conozca a la perfección este grupo, nadie puede hablar con propiedad de la composición del mismo y, por lo tanto, nadie puede ponerla mano en el fuego por ellos.

Presumimos que lo que buscan los rebeldes es un sistema democrático para su país, y muy probablemente así sea, pero estoy convencido de que no todos los miembros de este heterogéneo grupo tenga en mente este sistema. Lo que une a todos los rebeldes libios es su afán por acabar con la dictadura de Gadafi, su odio hacia este tipo. Más allá, nadie puede asegurar con certeza qué es lo que van a hacer estos líderes opositores a Gadafi. En parte tranquiliza saber que están contando con el apoyo de grandes líderes mundiales como Nicolás Sarkozy, pero tampoco cuesta mucho mirar atrás y ver cómo potencias como Estados Unidos apoyaron en su momento a grupos similares a éste en otros países del mundo con resultados catastróficos. No trato de sembrar dudas sobre los rebeldes libios. Sólo digo que deben empezar por respetar escrupulosamente los Derechos Humanos. Además, tienen la obligación de no decepcionar a los ciudadanos de ese país que buscan un cambio real en Libia.

El tiempo irá demostrando hacia dónde se encamina este país. Lo más importante debe ser intentar hacer esta agonía del régimen lo menos dolorosa posible para los ciudadanos, ya que son miles los que han muerto en este principio del fin de la era Gadafi. Los esfuerzos de los rebeldes se centran ahora en buscar al dictador, además de en tratar de estabilizar la situación. Las represalias fuera de la ley y la justicia contra los pro Gadafi no deben entrar en las acciones de los opositores. Es complicada la labor de pilotar una transición pacífica, pero por su bien y el de su país es lo que deben hacer. Libia debe empezar un tiempo nuevo de esperanza e ilusión sin caer en rencores u odios a otros compatriotas.

Comentarios