Sobre el 15-M

Ayer conocimos datos de una nueva encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que reflejan que la máxima preocupación de los españoles sigue siendo el paro, seguido por la economía y por la clase política. También se preguntó en esta encuesta sobre otras dos cuestiones: la corrupción y el 15-M. Sin quedarme en dar datos fríos, la conclusión que se puede sacar de lo publicado ayer habla de que los españoles creen que la corrupción está bastante asentada en España y la asocían, sobre todo, con los partidos políticos. Son mayoría los que creen que la corrupción está bastante extendida o muy extendida en nuestro país. Sobre la cuestión del 15-M, se refleja que el 70% de los encuestados está a favor del movimiento 15-M y considera que sus protestas son positivas. Los indignados parecen estar ahora algo menos activos que hace un tiempo, pero parece claro que han logrado calar en gran parte de la población. Esta encuesta del CIS vienea confirmar que son muchas las personas que valoran positivamente la movilización que lleva detrás el 15-M. Algo que parece coherente con la idea que tienen la mayoría de los españoles de que la corrupción está muy asentada. El 15-M siempre ha mostrado como uno de sus lemas la lucha contra la corrupción con aquel célebre "no hay pan para tanto chorizo".

El caso es que ésta es la primera vez, al menos una de las primeras veces, en que vemos en una encuesta que los españoles están del lado del 15-M. Quizás por ello se entienda que haya políticos que estén locos por la música, locos por hacer guiños a los indignados. Algunos, como Cayo Lara, se presentan directamente en actos de protesta promovidos por el 15-M, del que como recordamos todos fue expulsado de mala manera; y otros, como Alfredo Pérez Rubalcaba, hacen guiños y parecen asumir, en su faceta de candidato, que el enemigo es la banca, que los banqueros son los malos malísimos y los culpables de todo. Debe de pensar el candidato del PSOE que todo lo que sea buscar culpables fuera del gobierno le beneficia, y que todo lo que sea unirse en la demonización de la banca le va bien para su campaña. Que los políticos deben esuchar al 15-M es cierto, pero no sé si lo más acertado es ponerse en plan hooligan a atacar a la banca. Más aún si se es, como es el caso, vicepresidente del gobierno de España. No sé tampoco se así logrará Rubalcaba conectar con los indignados, aunque tengo bastantes dudas de que así sea. Una base de la izquierda deja de estar identificada con el PSOE porque entienden que ha hehco políticas de derechas.

Siempre es interesante ver cómo los políticos tratan de arrimar el ascua a su sardina, cómo intentan acercarse a aquello que les puede dar votos. Si el CIS dice que una gran parte de los españoles simpatiza con el 15-M, no hay duda de que los partidos políticos también tendrán encuestas propias que vayan en la misma línea y muestren que los ciudadanos están identificados con ese estado de ánimo de los indignados. Es por ello que algunos pretenden ahora aproximarse a este grupo de personas. Rubalcaba, al igual que Rajoy, está en su derecho de hacer lo que estime oportuno, siempre que esté dentro del sentido común a ser posible, para intentar atraer a los votantes. El candidato del PSOE ha escuchado a los indignados y ha sacado la conclusión de que la banca es su demonio, así que no se le ha ocurrido nada mejor que ir en contra de ésta y pedir un impuesto para los banqueros y alguna cosa más que a los propios banqueros y a los empresarios les parece una ocurrencia. Bien podría el señor Rubalcaba haber escuchado la parte del mensaje del 15-M en la que ponen a caer de un burro a la clase política. Digo yo que eso le toca más de cerca, pero quizás esa parte cuesta más ser escuchada. El descontento es por el poder de la banca, pero no sólo por ello.

La implicación de los indignados en los intentos por evitar los desahucios más hirientes, los de personas con más problemas y con una situación de total indefensión, está siendo ahora su forma de seguir presenten en la actualidad y de luchar contra lo que ellos consideran injusto. A la espera de nuevos actos de protesta, el 15-M logra atraer la atención de los medios y, por lo que se ve, también la simpatía de los ciudadanos. Los políticos tratan de aproximarse a ellos, pero yo creo que así sólo demuestran que han entendido muy poco. Los indignados quieren cambios reales en la forma de hacer las cosas, no gestos de cara a la galería previos a unas elecciones. El 15-M sigue muy vivo.

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