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La conmoción sigue siendo el sentimiento de todos los noruegos que no logran entender que haya pasado algo como lo ocurrido el pasado viernes en Oslo y en la isla de Utoya. Ayer, las autoridades redujeron la cifra oficial de víctimas desde las 93 iniciales hasta las 76. El detenido y autor confeso del doble atentado compareció ayer ante el juez y, acertadamente, la comparecencia no fue pública. Creo que hubiera hecho mucho daño a toda a población y que, en el fondo, es lo que buscaba este tipo, que se le diera publicidad a su acción criminal y a sus alocados pensamientos sobre Europa y sobre la inmigración. Considero que es un error cargar las tintas y llenar los diarios con el modo se ser de este energúmeno, ya que gente así desea estar presente en los medios de comunicación y que se haga escuchar su alocado mensaje. Ayer, el presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, pidió una respuesta conjunta de toda Europa ante estos hechos graves. Además, afirmó que no es la locura la que lleva al fanatismo, sino al revés, el fanatismo es el que lleva a la locura criminal. Noruega, dicen algunos, no volverá a ser la misma tras este doble atentado. Algo se ha roto y puede que sea así para siempre. La vida sigue, pero sin lasa 76 víctimas mortales y sin la sensación de seguridad de antaño en aquel país.

La población noruega salió ayer en masa a las calles para recordar a las víctimas de esta terrible tragedia. Primero, por la mañana, se detuvo completamente la actividad del país en memorio de quienes perdieron su vida en el atentado de Oslo y en el tiroteo de Utoya. Más tarde, se celebró una concentración masiva a la que los ciudadanos acudieron con una rosa roja en señal se respeto y cariño al Partido Laborista y como símbolo también del entendimiento y de los valores que reinan en este país. Otro de los asuntos que fue noticia ayer en relación a este doble atentado fue el hecho de que la pena máxima por este tipo de delitos en Noruega es de 21 años, claramente insuficiente para alguien que ha acabado con la vida de 76 personas. Es cierto que, según parece, habría alguna posibilidad de aumentar esta condena, pero todos los habitantes noruegos, y también los del resto del mundo, consideran que es un castigo menos tratándose de la mayor tragedia y sinrazón en este país desde la II Guerra Mundial. Mientras tanto, el país intenta recuperar el pulso y volver, poco a poco, a la normalidad. No será fácil, pero quizás lo que pretendía este tipo era, precisamente, que algo cambiara en Noruega en favor de sus disparates. Por ello, este país debe seguir tal y como ha venido actuando hasta ahora, eso sí, con el recuerdo permanente de las víctimas del 22 de julio.

Hay otras noticias importantes que quiero comentar en el día de hoy. Por ejemplo, la situación de milloness de personas en Somalia. Allí se ha declarado oficialmente la hambruna y las noticias que llegan desde este país son desoladoras. Personas, en especial niños, que están muriendo de hambre cada día. Es poco usual que la prensa pose su mirada en estos dramas, pero en esta ocasión sí se está recogiendo en los medios la dramática situación que se vive en Somalia y en otros países del mundo. La FAO ha puesto una cifra, 1.800 millones de dólares, para combatir de forma urgente este problema grave que amenaza con llevarse por delante la vida de millones de personas si no se hace nada para remediarlo. Vivimos en una sociedad en la que el gasto en armamento es superior a la cantidad de dinero que necesitan en Somalia para sobrevivir, en la que se pagan sumas económicas bárbaras y desorbitadas para que un futbolista juegue en este o en aquel equipo, en la que muchos sólo son felices si cuentan con el último avance tecnológico. En fin, vivimos en una sociedad enferme de egoísmo y de imbecilidad que es incapaz de mirar a esos millones de personas que pasan hambre cada día y cuya máxima preocupación es, sencillamente, sobrevivir.

Desgarra ver la forma en la que estan viviendo estas personas en Somalia y en otros países de África y de otras zonas del mundo. Se está sufriendo una situación límite que está en nuestras manos ser resuelta. Si nosotros creemos que estamos atravesando por una grave crisis económica, no hay más que mirar a Somalia para sentirnos unos auténticos privilegiados y para intentar ayudar, cada uno en la medida de nuestras posibilidades, a esta población que está muriendo de hambre y que no sabe si podrá alimentar a sus hijos. Son este tipo de situaciones, y no otras, las que ponen de verdad a prueba a los líderes mundiales. También a toda la sociedad. Llevamos años, décadas, mirando para otro lado, y en el transcurso de este tiempo han muerto millones de personas porque no tenían nada que llevarse a la boca. Si está en nuestras manos poder ayudar a quienes no tienen nada, es inmoral y obsceno no hacer nada. Espero que los países reaccionen de forma rápida y contundente. Cada uno está en sus asuntos, pero es que éste también es nuestro asunto. No podemos seguir estando impasibles ante el sufrimiento de millones de personas a las que podríamos ayudar. Es un drama terrible que deberíamos intentar frenar. En pleno siglo XXI y millones de personas mueren de hambre mientras otros no hacemos nada por ayudarles.

Puede ser precisamente el hambre lo que lleva a miles de personas a jugarse la vida cada año para llegar a España en patera. Este fin de semana se vivió una escena de contraste enorme en una playa de Cádiz, pero también escenas de gran solidaridad que merece la pena ser reseñadas y alabadas. Cientos de bañistas estaban, como un día de playa cualquiera, a las orillas del mar cuando, de repente, aparecieron unas pobres embarcaciones en las que viajaban personas en u nefasto estado de salud. Sin dudarlo ni un momento, muchos de los veraneantes se echaron al agua para rescatar a estas personas que llegaban a España buscando una vida mejor y les ayudaron a alcanzar la costa. Llegaban en muy malas condiciones y les alimentaron y ayudaron. Son escenas de las que hay fotografías vistas ayer en distintos diarios y en telediarios que muestran cómo se volcaron los bañistas con los inmigrantes que llegaban soñando con mejorar y que estuvieron a punto de no llegar a nuestro país. El drama de la imigración. Personas que se gastan lo que no tienen en pagar a mafias que les organizan un viaje a España para poder vivir mejor, para poder vivir a secas. Muchas veces olvidamos estos dramas por asuntos de menor importancia que nos tienen atormentados y preocupados. ¿Hasta cuándo ese egoísmo y esa ceguera?

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